domingo, 2 de agosto de 2020



 Artículo de Antonio García Velasco publicado en la revista SUR. REVISTA DE LITERATURA. Málaga 
Antonio García Velasco

Natural de Fuente Piedra (Málaga). Profesor Titular de Universidad del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura, Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Málaga; Doctor en Filosofía y Letras (Filología, Sección de Filología Hispánica)



Un zéjel para Paloma
Zéjeles y villancicos


Un zéjel para Paloma
celebrando su saloma.

Un ruiseñor ha cantado.
De zéjeles ha llenado
un libro tan acertado
que merece su diploma.

Un zéjel para Paloma
celebrando su saloma.

Saloma que el marinero,
invitando al compañero,
canturrea lisonjero
al tirar de la maroma.

Un zéjel para Paloma
celebrando su saloma.

Ha sabido poner voz
en casa con tejaroz
de zéjeles y altavoz
que sobrepasan la loma.

Un zéjel para Paloma
celebrando su saloma.


Celebro con este zéjel el libro de Paloma Fernández Gomá. No es frecuente que con un poema se celebre la publicación de un libro de poemas. Pero el libro Zéjeles de Alborada ha tenido, entre otras, la virtud de despertar mi interés por escribir en esta estrofa de tanto sabor popular que arranca del siglo X, en la poesía hispanoárabe, sigue cultivándose en la Edad Media, y cuyo interés se prolonga hasta la actualidad, pasando por el Renacimiento, Manierismo, Barroco… y, ya en el siglo XX, por Juan Ramón Jiménez y notables poetas del 27, bien en la forma propia del zéjel, bien en la forma más evolucionada del villancico. Estos autores recientes, dentro de la corriente neopopularista, suelen preferir las rimas asonantes, cuyo empleo suaviza la musicalidad e introducen variantes en la mudanza o/y en el estribillo. Veamos un ejemplo de Rafael Alberti, en el que la mudanza se reduce a dos versos sueltos y el estribillo a un solo verso que, además, es modificado en su empleo tercero y final:

Blanca-nieve se fue al mar.
¡Se habrá derretido ya!                       Estribillo

Blanca-nieve, flor del Norte,
se fue al mar del Mediodía,                 Mudanza (versos 3 y 4)
para su cuerpo bañar.                        Verso de vuelta

¡Se habrá derretido ya!                       Estribillo

Blanca-nieve, Blanca-y-fría,
¿por qué te fuiste a la mar                   Mudanza (versos 7 y 8)
para tu cuerpo bañar?                        Verso de vuelta

¡Te habrás derretido ya!                      Estribillo

Lo mismo puede ocurrir con los villancicos, que no se deben confundir, con las canciones propias de la Navidad. Escribe Juan Ramón Jiménez, el siguiente en el que aparecen: estribillo (dos versos), mudanza (redondilla), verso de enlace (rimado con el cuarto de la redondilla), verso de vuelta (que rima con el estribillo) y, de nuevo, estribillo. Combina, por otra parte, versos de seis y ocho sílabas, salvo el tercero de la segunda mudanza que tiene sólo cinco sílabas.



Verde verderol,
endulza la puesta del sol.

Palacio de encanto
el pinar tardío,
arrulla con llanto
la huida del río.
Allí el nido umbrío
tiene el verderol:

Verde verderol,
endulza la puesta del sol.

La última brisa
es suspiradora;
el sol irisa
al pino que llora.
¡Vaga y lenta hora
nuestra, verderol!

Verde verderol,
endulza la puesta del sol.

Soledad y calma;
silencio y grandeza.
La choza del alma
se recoge y reza.
De pronto, ¡oh belleza!,
canta el verderol.

Verde verderol,
endulza la puesta del sol.

Su canto enajena.
-¿Se ha parado el viento?-
El campo se llena
de su sentimiento.
Malva es el lamento,
verde el verderol.

Verde verderol,
endulza la puesta del sol.


Aunque de cuando lo explicaba a mis alumnos de literatura, se me viene un apunte de literatura medieval en el que ya se emplean variantes respecto al esquema del zéjel inicial. Decía así:
El zéjel es una composición popular de origen árabe andaluz (similar a la moaxaja, pero en lengua árabe o romance) que se extendió por toda España. Esquema de un zéjel medieval:

Con amores la mi madre,
con amores me adormí.
Estribillo

Así dormida, soñaba
lo que el corazón velaba:
que el amor me consolaba



Mudanza (tres (o cuatro) versos monorrimos)
con más bien que merecí.
Verso de vuelta

Con amores la mi madre,
con amores me adormí.

Estribillo

Adormecióse el favor
que Amor me dio con amor;
dio descanso a mi dolor


Mudanza (tres o cuatro versos monorrimos)
la fe con que le serví
Verso de vuelta

Con amores la mi madre,
con amores me adormí.

Estribillo


Paloma Fernández Gomá ha preferido volver a la composición primera para crear los diecisiete zéjeles que incluye su libro, con la correspondiente traducción al árabe. Un ejemplo:

XVI
El ruiseñor cantaría
en el borde de la ría.

Hojas de mirto y laurel
sobre la fronda de aquél
el más hermoso plantel
de la mar que florecía.

El ruiseñor cantaría
en el borde de la ría.

Esa rima en -ía del estribillo se va a repetir en todos y cada uno de los zéjeles, quizás con un empeño de unidad puesto que parece referirse siempre al canto del ruiseñor.

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