BAJO
EL SIGNO DE LOS DIOSES de Francisco Morales Lomas. Alcalá Grupo
Editorial. Jaén 2013.
Por
Paloma Fernández Gomá
Francisco
Morales Lomas. Poeta, narrador y ensayista es una de las voces más
representativas de la literatura
andaluza del momento. En esta ocasión
hablamos de su última novela, BAJO EL
SIGNO DE LOS DIOSES editada por Alcalá Grupo Editorial. Alcalá la Real (Jaén) 2013.
Bajo
el signo de los dioses fija su acción el
los siglos XVI y XVII, época que
vaticinaba el declive de un tiempo,
condenado a desaparecer por los excesos y corruptelas de todo
tipo, que tienen lugar en el
reinado de Felipe III y de su sucesor Felipe IV. Tristes fueron estos años,
donde los validos, trepadores y corruptos, partiendo
de cero se encumbraban a los
puestos más privilegiados. Entre la abundancia se dan las más
sórdidas represalias por quienes se dedican
a estos desmanes, que son el “pan
nuestro“ de cada día.
Este
sería pues, el marco de la trama donde
se desenvuelve la novela de Francisco Morales
Lomas, haciendo uso de un lenguaje ágil
y matizado, en el contexto del tiempo en que se narra la acción; de esta forma
se van mezclando realidad
con ficción, llevando así a escena a los grandes escritores de aquel tiempo: Lope de
Vega o Miguel de
Cervantes Saavedra, cuya obra
más insigne El Quijote es lectura
de algunos de los personajes de la
novela. Don Francisco de Quevedo o Luis de
Góngora conviven en virtud
de la trama
desarrollada en Bajo el
Signo de los dioses, con la emperatriz María.
Los
personajes ficticios como Leopoldo del
Prado toman protagonismo junto a los reales, desarrollando así acciones
que reflejan en el transcurso de la
novela todo un tapiz de matizaciones
que entre lo real y lo
imaginario van cautivando al lector, llegando a mezclar, de forma
precisa, hechos acontecidos con pura
ficción; para reconducirnos desde la pericia del autor a la realidad que
actualmente se vive en España.
El
libro comienza con la muerte del marqués de Siete Iglesias, Rodrigo
Calderón, nacido en Amberes y valido del duque de Lerma, para más datos amigo del ficticio
personaje Leopoldo del Prado.
Rodrigo Calderón,
hombre de carácter insolente fue odiado por
los enemigos del duque de Lerma hasta conseguir mermar su influencia, pero siempre fue amparado por
el duque que veía en Calderón una baza
imprescindible para sus objetivos.
La muerte de Felipe III, la subida al trono
de su heredero Felipe IV y la aparición en escena del conde de Olivares forman parte del contenido
del capítulo II del libro
que nos ocupa, donde
también se habla del comienzo de la
vida y obra del personaje Rodrigo Caderón, marqués de Siete Iglesias y conde de la Oliva
de Plasencia.
El
encumbramiento de Rodrigo Calderón, ya
en le capítulo IV del libro, supone la narración
de una serie de
acontecimientos descritos para enmarcar
la personalidad de dicho sujeto;
donde podemos leer: Desde entonces, el que sería duque de Lerma
y privado del rey Felipe III, no daría
un paso sin Rodrigo, convertido con los
años en el factótum de todas las estafas y marrullerías del duque. El
tiempo lo fue cambiando y el poder
lo fue corrompiendo.
Los
siguientes capítulos del libro: El duque
de Lerma. Año 1595 y Dios los cría ellos se
juntan, narran una serie de aconteceres que van imprimiendo la
corruptela secular de su tiempo,
acomodada al buen pasar de quienes apoyaban, inducían y miraban hacia
otro lado, que de esta forma también contribuían a lo mismo.
La
vida en la corte de Valladolid integra el capítulo VI, para dar paso a
Miguel de Cervantes llega a Valladolid, capítulo VII, donde podemos leer:
Las
nieves cubrían casi todos los caminos y a
duras penas podíamos adentrarnos por la embarradas sendas que las
casi invisibles carretas dejaban porque
la nieve lograba ocultarlas rápidamente.
Arrebujados mi amigo Pablo de Cijuela y yo en nuestras sucias ropas,
avezábamos en la tarde ansiando alcanzar la Puerta del Campo antes de que llegara el
fin de la jornada.
De
las argucias de los validos, de sus tramas y conjuras serán los capítulos
siguientes, VIII y IX.
Mas
luego en el capítulo X La caída de los
dioses podemos leer:
El
enriqueciendo de Franqueza y Ramírez del
Prado había sido tan descarado y en
tan poco tiempo que era una
bofetada al buen gobierno y,
sobre todo, a Lerma, que
confió en ellos para enderezar
la hacienda. Lo que
no sabía Lerma es que la hacienda
que estaban enderezando era la propia.
En
Asesinos sueltos, capítulo XI de la
novela, entra en acción Francisco Juara, quien conoce a Rodrigo Calderón y llega a decir: mientras
escribo estas acaso últimas letras de un
momento a otro los fieles de Rodrigo calderón vendrían a por mí y, si no
logro llegar a tiempo alujar previsto o incluso aunque llegara, mi vida
habrá tocado a su fin.
Nadar
y guardar la ropa, La muerte de la reina Margarita, El regreso, De peleas y decesos, son otros de los apartados, junto
a: El fin del duque de Lerma, donde podemos leer:
Habían
cambiado ya mucho las
cosa, sin duda, y aquel
despotismo del duque de Lerma y su criado Calderón estaba tocando
a su término a pesar de que ahora
trataran de apoyarse en Gabriel de Trejo
con el que habían logrado una gran
victoria al colocarlo como
cardenal en Roma. Desde allí Trejo
lanzaba proclamas a favor de
Calderón afirmando que era necesario cédulas con las que exonerara al de Amberes y que acabaran con la tempestad que tanto lo
asediaba.
El
duque de Lerma llega a ser desposeído
por el rey, pese a lo cual pide
para Calderón el arzobispado de Toledo ante
las risas del soberano. Lerma es
nombrado cardenal y entra en escena Baltasar de Zúñiga.
Ya
en el capítulo XVII de nuestra novela se
entra de lleno en la
caza y captura de Rodriga
Calderón.
El
de Zúñiga y el conde de Olivares se conjuran
contra Calderón, que se ve sin apoyo alguno
y al final es ejecutado en Plaza
Mayor de Madrid. Hechos que son
narrados en el capítulo XIX donde el libro toca a su fin.
Podemos
leer:
Un
momento
antes de que la comitiva con Rodrigo Calderón hubiera llegado al cadalso, se había presentado en este el padre
fray Gregorio de Pedrosa flanqueado de dos
frailes y dos alguaciles de corte. El
padre Pedrosa subió al cadalso y
esperó la llegad el cortejo.
Al
alcanzar la Plaza de nuevo uno de
los pregoneros repitió la noticia:
“Es
la justicia que el rey nuestro señor mandó hacer a este hombre
por haber ordenado matar a otro alevosamente y por ser culpable de la muerte de
de otro hombre, y por todas las demás cosas por que está
condenado contenidas en la sentencia que le manda degollar.
Estas
palabras figuran en el último capítulo
donde se concluyen los avatares de quienes guiados por la codicia sembraron el
desequilibrio social, la muerte, la
extorsión, la mentira y la codicia en
una España que ya empezaba su declive. Retrato
que quiere mostrarnos Francisco Morales Lomas, para reconducir nuestras
miradas hacia una firme reflexión sobre los momentos que estamos viviendo.
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