PRESENTACIÓN EN EL ATENEO DE MÁLAGA DEL LIBRO ENTRE DOS AGUAS DEL ESCRITOR LEÓN COHEN MESONERO
El pasado día 11 de septiembre tuvo lugaar en el Ateneo de Málaga la presentación del libro
ENTRE DOS AGUAS de Léón Cohen Mesonero escritor algecireño nacido en Larache y Catedrático de Ingeniería Química de la Esecuela Politécnica Superior de Algeciras (Universidad de Cádiz).
El acto contó con la intervención del también escritor Francisco Morales Lomas vocal de narrativa del Ateneo y presidente del la Asociación de Escritores y Críticos Literarios de Andalucía, quien hizo un recorrido preciso y en profundidad del libro de Cohen, que a continuación publicamos por el interés literario que representa sobre el libro en cuestión.
“Siempre he creído que relatar unos hechos anodinos que
deambulan perdidos por la memoria del autor y que a pocos o a ninguno pueden
interesar, es la manera que tenemos algunos escritores de ser generosos con las
personas y los paisajes que poblaron nuestro pasado” (p. 116). Estas palabras
pertenecientes al comienzo del relato “Retrato” pueden servir para
contextualizar las razones de la génesis de la mayor parte de estas historias (desde
luego las incluidas en el apartado inicial y más amplio del libro, titulado “Relatos”)
del libro Entre dos aguas del
catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Cádiz, León Cohén
Mesonero, que con anterioridad había publicado Relatos robados al tiempo (2003), Cabos Sueltos (2004), La
memoria blanqueada (2006), Ufrán y
otros relatos (2010) y Cartas y
Cortos (2011).
El lector se puede preguntar qué tienen que ver la química,
la alquimia y la creación literaria en este escritor nacido en Larache y
residente en Algeciras desde 1968 en cuya Escuela Politécnica Superior es
profesor. Desde luego que el lector no es Borges, porque si lo fuera esta
pregunta no tendría ningún sentido, pues la relación entre estas disciplinas
está perfectamente explicada por el profesor Cohén Mesonero.
En uno de sus cuentos más borgeanos, “El alquimista”,
publicado en la segunda parte del libro, “Cuentos”, plantea esta interesante
cuestión que podría ser la génesis de cualquier relato del extraordinario escritor
argentino: al personaje L. le han encomendado escribir un cuento pero se siente
incapaz de crearlo, reclama a un viejo y sabio amigo, el alquimista, que le
propone aplicar los conocimientos de química a la escritura y esboza
interesantes reflexiones sobre la creación literaria: “Las palabras son una secuencia de caracteres dispuesta al azar… cada
idioma posee su propia secuencia… en el fondo las historias existen antes de
que el escritor las describa. Las palabras flotando en el aire de nuestra
memoria esperan ser derramadas sobre el papel… Mi propuesta es aplicar la
destilación como medio para separa las palabras, sí destilar palabras, es el
fundamento, no puedo explicarte más, en la receta encontrarás todo el detalle”
(pp. 161-162).
Como nos indica en el “A modo de prólogo”, Jacobo Israel
Garzón, el escritor disfruta con temas y asuntos familiares o relativos a sus
vivencias en Larache, Rabat, Tánger y en ellos muestra sus raíces sefarditas y
castellanas (hijo de padre judío y madre castellana) genera un conjunto de
vivencias que son trasladadas al lector como si fueran testimonios o
confesiones (en ocasiones epístolas a personas ya desaparecidas) que poseen la
impronta de la conmoción emotiva y la construcción de un tiempo ya vivido.
Hay dos grandes apartados: “Relatos” (41 escritos) en los
que incluye cartas, reflexiones, construcciones memoriales, descripciones de
personajes (siendo su padre Jacobi el que con mayor intensidad aparece en
muchos de estos textos), situaciones, deseos y aficiones (el cine alcanza una
gran importancia), lugares para la memoria (y donde vivió un tiempo como
Larache, Tánger, Rabat, Marrakech…)… Podríamos decir que este apartado es un
canto a la memoria y a su reconstrucción en el que se palpa un gran observador
de la realidad y un fino analista del detalle. El tono es profundamente afectivo
y, a veces, conmovedor, dotado de un lirismo emotivo que para las personas
retratadas puede alcanzar grandes dosis de sensibilidad. A través de ellos
podemos apreciar algo que está muy presente en su obra, sus profundas
convicciones democráticas, su sentido de la responsabilidad, la justicia
histórica, etc. Un fundamento ético (a veces moralizador, aunque en determinado
momento afirme que no persigue este componente) que está muy presente. Así se
hace manifiesto de un modo explícito en el cuento ya citado de “El alquimista”,
donde se define perfectamente heredero de una cultura sefardita por parte
paterna y de la sobriedad castellana por parte materna, hijo por formación de
la escuela republicana francesa y andaluz por vocación y sentimiento, desprecia
la incultura, la mala educación, la trivialidad y la vulgaridad, odia la
prepotencia y la impunidad, adora la poesía, sigue a Camus y Dostoievsky,
aborrece la sociedad mercantilista y utilitaria, admira la humildad, la
naturalidad, la honradez, la sinceridad, la educación y la tolerancia, y no se
considera moralista pero sí que el ser humano debe esforzarse en hacer de la
vida algo útil para nosotros y para los demás.
Hay muchos más principios que resalta sobremanera el autor en
historias donde critica también la incoherencia de los políticos, enumera las
razones para el desengaño y es fustigador con ese pasado atroz de la dictadura.
Muchas de sus historias tienen el espacio temporal de los años cincuenta,
cuando el autor estaba en plena infancia y esta aureola emotiva surge con
fuerza en muchas de ellas que se convierten en una invitación al recuerdo y a
la reconstrucción memorial en blanco y negro. Situaciones con la delación
presente, historias de la guerra civil, breves historias de amor, la síntesis
entre lo musulmán y lo cristiano, la reflexión y la conformación de un mundo ya
periclitado permiten hablar de un ámbito para la fotografía y la reflexión
crítica: “Toda nuestra infancia –dice-, toda nuestra España, era un parche para
seguir tirando, porque cuando fuésemos mayores, seríamos otra cosa y nos
compraríamos el tren o la bicicleta que los mayores no querían o no podían
regalarnos” (p. 47). El padre Jacobi, la madre Victoria (en menor medida), la
abuela, la prima Flora, el tío rojo León, don José, la comunidad judía, su vida
en el internado… pero también los espacios y los lugares como la calle
Barcelona, la calle Real… permiten hablar de un recorrido sentimental por la
memoria de un hombre que se considera más cerca de la rudeza bereber que de la
castellana y que es consciente de que “el conocimiento de nuestro pasado –como
sucede en estos textos- nos acerca más a nosotros mismos y nos enseña por qué
somos lo que somos” (p. 105). Lo que nos permite adentrarnos a su vez en el
concepto de identidad y en la definición de esta como un cúmulo, un mestizaje
de culturas que surgen con fuerza en estas historias, en estas cartas y reflexiones
sobre la amistad.
La segunda parte, “Cuentos” la conforman cinco historias en
las que está muy presente un realismo mágico de carácter simbólico más cercano
a los cuentos de Las mil y una noches que
a la narrativa hispanoamericana. La historia de Rachid podríamos considerarla
como una parábola moral cuando es visitado por tres seres extraños que le
hablan de tres principios honorables: Sabiduría, Honradez y Humildad, que
debían ser guías para toda una vida. En “La Biblioteca” surgiría también una
relación mágico-simbólica en la que se reflexiona sobre la creación a través de
las propuestas de los muñecos de las estanterías que advierten de guías vitales
y existenciales, como también sucede en la citada “La alquimia”. Para
finalmente adentrarnos en las dos últimas historias en el ámbito de la
naturaleza de la verdad y la mentira y su impostura.
Multitud de historias que conforman una visión de una
época, de un paisaje, de un mundo interior que nos delimita y nos conforma como
individuos que creen profundamente en la verdad y su configuración.
Después intervino Paloma Fernández Gomá poeta y crítica literaria quien versó sobre el libro presentado con el siguiente artículo:
La
última entrega del escritor larachense y algecireño León Cohen
Mesonero, publicada por Hebraica Ediciones, ha visto recientemente
la luz
con una exitosa presentación en Madrid, donde contó con la presencia del prologuista del libro Jacobo Israel Garzón, que hablaba de forma concisa y
sustanciosa en su prólogo de la calidad
narrativa de León Cohen, dentro del
género epistolar, así como el marcado carácter
pedagógico y universalista de
su prosa.
El libro que consta de cuarenta y un relatos y cinco cuentos, mantiene la impronta narrativa de
nuestro autor, clarividente y bien
documentada, en todo momento; basada en la
capacidad de observación de León Cohen, donde los
hechos narrados socavan la introspectiva más elocuente de
quien fue fiel observador de lo vivido o identifica hechos, analizando circunstancias y sacando
conclusiones. Pues nada en la
narrativa de León Cohen ocurre sin una base de equilibrio entre lo
espiritual y lo real, adecuando cada momento a su instante o
documentando aspectos históricos con la
realidad vivida.
Todo
ello secunda una particular forma de expresar el sentimiento de lo vivido,
pensado o transcurrido en derredor a una
realidad cotidiana dilatada en un tiempo anterior, presente o con
perspectivas de futuro.
Los relatos
de León Cohen son sugerentes y discurren dentro de un discurso preciso y bien trazado entre
la singularidad del yo, sujeto que escribe, y lo referido.
Me gustaría destacar el relato CARTA A
UNA AMIGA AMERICANA, donde se pone de manifiesto el
trato a la mujer, a través de la
palabra de una ciudadana musulmana. El
relato manifiesta la exclusión de la mujer en muchos aspectos. Una realidad que se vive a diario, una diferencia que se acentúa en muchos
aspectos, pese a que la mujer haya
avanzado mucho en igualdad. En todo
caso el relato en cuestión
da pie
a muchas cuestiones.
En
CARTA A JUANITA NARBONI tendremos en
cuenta, las palabras de la profesora del Instituto Cervantes de Casablanca,
Sonia Ortiz, que sostiene el valor de esta carta como ejemplo de texto
explotable didácticamente para la construcción y desarrollo de la competencia intercultural a través de la incorporación
de la literatura.
ALGUNOS RECUERDOS DE MI LARACHE, en este relato los nombres de personas, calles,
plazas o negocios se entrelazan
en la memoria y podemos leer: “Hermoso
recuerdo de aquellos recorridos misteriosos que nuestra
imaginación infantil poblaba de sucesos
y fantasmas improbables y que más tarde,
en varias ocasiones he vuelto a recrear en sueños”. Cristianos,
musulmanes y judíos compartían el día a
día.
RECORRIDO SENTIMENTAL POR LAS CALLES DE LA MEMOERIA, es
otro de los relatos, donde podemos leer:
“En aquellos descampados tenían lugar
nuestras guerrillas de moros y
cristianos a pedrada limpia, en
ocasiones, nos protegíamos con escudos
de madera algunas veces reales y otras imaginarios, porque eso sí, nos sobraba imaginación. Mi vecino Pepe Ortega Padilla, era nuestro jefe. Más tarde una suerte de casas adosadas que
siempre se me antojaron ser unos
pabellones militares y algo más distantes, al final de ninguna parte, los
tres cementerios, los cementerios de las tres culturas, aquellas que hicieron a
España y a Andalucía grandes entre las grandes,
siglos atrás.”
En
CARTA
A MI PADRE, es donde el autor habla a su padre y le dice que las cosas no
han cambado demasiado y se sigue matando
en guerras absurdas. Pero será en
ODA AL PADRE, donde León Cohen
eleva el tono de su
pensamiento y se torna poeta en versos sonoros y exultantes, no
rimados, pero con melodía:
“ Acudo a mis asuntos, me resguardo en mis
cosas,
me consuelo con la
muerte inevitable, consustancial,
me congratulo de tu vida vivida, de tu
muerte rápida,
sin sufrimiento, digna”.
De
los relatos más recientes del libro ENTRE
DOS AGUAS, refiero el titulado EL JARDÍN DE LAS HESPÉRIDES, donde podemos
leer:
“¡Ah mi jardín de la primera infancia, de
mis primeros saberes y de mis
descubrimientos!
¡Jardín
de los mil secretos y de
los mil encuentros!
¡Jardín de los misterios!
¡Jardín
de los frutos prohibidos!
¡Cuántas veces te recorrí y cuántas veces he
vuelto a recuperarte en sueños!
Y es la palabra de León Cohen sabia y acertadamente empleada, la que asume la
realidad de lo vivido, expresa sentimiento,
más allá del marco circunstancial
de lo meramente escrito y traspasa, habla y emerge como vivencia habitada de lo que se lee en las páginas de un libro . Y
así, sus palabras recrean momentos propios y ajenos, los que yo
personalmente viví en aquel Jardín de las Hespérides de Larache, hace ya muchos años.
No
quisiera terminar esta palabras sin antes hablar de la figura literaria que
representa León Cohen Mesonero,
un escritor necesario para entender la interculturalidad entre las dos orillas del Mediterráneo, fiel
intérprete de las Tres Culturas que siempre han convivido entre nosotros, donde
las tres religiones monoteístas han sido
una constante a través del tiempo
y han marcado una norma de conducta alternativa basada en lo diferente como nexo entre pensamientos.
A continuación tomó la palabra el escritor Sergio Barce nacido en Larache y residente en Málaga, quien revivió la memoria del las vivencias de León Cohen en Larache y narradas en el libro. Cerró el acto del autor, León Cohen Mesonero quien leyó un breve artículo ensayístico que tuvo su origen en la presentación del libro en Madrid durante una mesa redonda en trono a la obra; que más tarde fuera presentada en Algeciras en Fundación Campus Tecnológico Bahía de Algeciras.
Fotografía de la mesa durante la presentación de ENTRE DOS AGUAS en el Ateneo de Málaga, de izquierda a derecha Paloma Fernández Gomá, Sergio Barce Gallardo, León Cohen Mesonero y Francisco Morales Lomas.
Recomendamos entrar en el blog de Sergio Barce para ver más información sobre el acto:
No hay comentarios:
Publicar un comentario