En
este mundo que vivimos donde el materialismo
todo lo inunda y los valores tienen una
escala bastante distinta de la que a muchos nos
gustaría. Cuando llega un artículo como el que hace unos días recibí de mi buen amigo Fernando de Ágreda;
no puedo más que congratularme y publicarlo llena de gozo.
Realmente es poco corriente en estos
tiempos hablar de un Premio a la
Amistad, pero creo que es una gran idea
o al menos una sugerencia que no puede pasar desapercibida y que nos debe
hacer pensar. Yo quiero presentarme
al Premio de la Amistad,
es un premio sin remuneración
económica y que no te va a dar nombre o
reconocimiento social ni literario; sí te dará paz interior y la enorme satisfacción personal de reivindicar la Amistad, un
bien escaso, que es muy difícil
de encontrar, tiende a desaparecer, como
si de una especie protegida o en riesgo
de extinción se tratara, por eso hay que tratar de
protegerla a toda costa.
Fernando de Ágreda junto a Mohamed Anakar, en su reciente visita a Tetuán. Una amistad que perdura y se mantiene viva es un don. Mis felicitaciones a los dos.
L A A M I S T A D
¿Habrá un premio a la AMISTAD?
Quizá si, o quizá no. Lo que
importa es haber conocido ese sentimiento que tan raro y difícil parece
resultar (en estos tiempos más)...Y yo quisiera presentar mi candidatura: en
los malos momentos es cuando se conoce a los verdaderos amigos: “Ríe y reirás
con todos, llora y llorarás sólo”, dice uno de tantos refranes.
Recientemente viajé a
Marruecos para participar en el festival de “Larache en el Mundo”, que organiza
con tanto entusiasmo Sergio Barce, con su propia familia, otros amigos y
algunos antiguos larachenses.
Como en otros encuentros fue
ocasión de saludar a algunos profesores marroquíes y españoles a los que ya
conocía de hace tiempo.
Eran días de tristes
noticias: la guerra israelí desencadenada en el Líbano; todos nos sentíamos
unidos por deseos de PAZ y concordia...Desde aquella luminosa ciudad del
Atlántico queríamos unir nuestras voces para proclamar la esperanza de una
parte. Y de otra la de recuperar el legado cultural, el patrimonio artístico de
la ciudad de Larache, tan injustamente olvidado hoy en día.
Pero volvamos al enunciado
de este artículo: pensábamos que aquel viaje sería una buena ocasión para
conocer y acercarnos a la que fue capital de la antigua zona del Protectorado
español, es decir a Tetuán. Allí conservamos buenos amigos y tantos recuerdos y
añoramos la proximidad del contacto en una nueva visita, el abrazo fraternal.
El plan previsto no fue
favorable debido a un malentendido bastante extraño que no quisiera rememorar
ahora. Cambiaron las circunstancias y nos veíamos apurados al no encontrar
alguna habitación disponible en los hoteles de la ciudad. Las fechas coincidían
con las vacaciones estivales y se producía un lleno total en la zona céntrica
de la ciudad.
Preocupados e intranquilos,
recurrimos a nuestros amigos que en algunos casos estaban pasando las
vacaciones en Rio
Así encontramos a Mohamed
ANAKAR – al que habíamos saludado en Larache días antes- que nos acompañó en la
incierta búsqueda. Y fuimos a dar con el último recurso: el hotel (mejor sería
decir “una mala pensión”) Marina, a la salida de la ciudad. Y sin embargo nos
parece por un momento que se transforma en el Hotel Palace o en el Ritz dado
los apuros que habíamos pasado.
Anakar se convierte en
nuestro ángel de la guarda y llega puntual a rescatarnos cada día para salir
(de aquel antro) de excursión, a la montaña una vez, a la “Torreta” para
sentarnos en la terraza y admirar el paisaje inmenso de la ciudad tomando un
buen vaso de té; otra vez para pasear por las céntricas calles de la ciudad,
tras aparcar en la zona acostumbrada.
Hablar con Mohamed Anakar es
disfrutar de una amabilidad acendrada y nos hace sentir la proverbial
hospitalidad que se ha hecho proverbial en aquella tierra. Se muestra atento a
nuestros deseos y no deja de emocionarnos su actitud tan generosa, más
admirable en los tiempos que corren y especialmente en nuestras circunstancias.
Nos conmueve el recuerdo de su disponibilidad, esa proximidad del auténtico
AMIGO que se hace cargo de la situación de abandono en que nos hallamos.
Nombrar a Anakar – que
podría ser “Ana qalb” en un juego de palabras que intenta reflejar el gran
corazón y la humanidad de este hombre – es recuperar la esperanza y la imagen
de un Ángel de la guarda que refleja su semblante sereno y afable..
Mohamed Anakar es una figura
en el mundo cultural marroquí aunque su modestia parezca ignorarlo: ha
publicado varios libros empezando por su tesis doctoral: “”La estructura de la
imagen en la novela colonialista: la imagen de Marruecos en la novela
española”, en árabe: Bina` al-sura fi-l-riwaya al-isti´mariyya. Surat al-Magrib
fi-l-riwaya al-isbaniyya, leída en la Facultad de Letras de Rabat, dirigida por
el buen profesor que es el Dr. Mohamed Serghini, el 26 de junio de 1992. Fue
publicada en 1994 y tiene 264 páginas.
Anakar ha publicado además
obras narrativas como la colección de relatos titulada “Mu`nis al-´alil” (El
compañero del enfermo), de 2003; la novela “Al-Misri”(El egipcio), y,
recientemente, tres libros de cuentos para niños en la colección “Al-hamama
al-baydá” (La blanca paloma): textos asequibles para niños (de 8 a 12 años) con
letra clara, vocalizados para facilitar se lectura y graciosos dibujos en pocas
páginas: “Hulum al-uryuha” (Los sueños del columpio), “Al-Kutkutu al-rumi” (El
pollito rumí) y “Al-hatif lahu dira ´an” (El teléfono tiene dos brazos).
Fernando de Ágreda
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