jueves, 27 de diciembre de 2012

                             SAN  PABLO  DE  BUCEITE







Permanece entre  jaras.
Marinero de  cielo  abierto,

tejiendo del  mar su espuma
para pintar el  blanco  de las paredes.

Cumbre albal  ciñendo montes,
añorando  el recuerdo de su pasado
sobre   los surcos de la  tierra.
Raíz oculta de cántaros
donde  anidan las tórtolas
y el eco del  río impulsa  molinos,
inquieta perspectiva,
que transparente  condujo el tiempo.
Queda la tierra dormida
en último sollozo
absorbiendo el agrio sabor de  la  arcilla
o un vetusto reencuentro
que penetra los troncos  carcomidos,
depositarios del  legado  más antiguo
que acerca  riberas,
auspiciando el  vareo de almendras
que se precipitan  tras los charcos
hacia la profunda grieta del surco

que la tierra  entreabre al sonido de la  lluvia.

El fruto  se extiende  a la luz
o a la ingesta de  abejas,  laboriosas
obreras de panales y cera.
La vía ancha y solitaria de   los caminos
se abre a la  distancia , otorgando el  don del vino
o un enjambre de raíles que se precipitan
sobre la estela de los cometas.

                                                                              Paloma Fernández Gomá





La temprana luz del huerto
se vuelve tamiz de naranjos florecidos

en senda de cien colores
habitados de tarde,

si amasada de blanco la cal

extiende su voz de silencio
alumbrando toda la vega

de pájaros encendidos
por vuelos asimétricos

que van y regresan
desde albares espinos

hasta la humedecida ribera.


El Guadiaro deja en su fluir
eco de monte dormido

hasta llegar a San Pablo
donde se vuelve soto

que, en madrugadas de hojaranzo,
despierta con el canto del mirlo

o transita la ruta del azahar

Paloma Fernández Gomá





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