SAN PABLO DE BUCEITE
que la tierra entreabre al sonido de la lluvia.
El fruto se extiende a la luz
si amasada de blanco la cal
Permanece
entre jaras.
Marinero
de cielo
abierto,
tejiendo
del mar su espuma
para
pintar el blanco de las paredes.
Cumbre
albal ciñendo montes,
añorando el recuerdo de su pasado
sobre los surcos de la tierra.
Raíz
oculta de cántaros
donde anidan las tórtolas
y
el eco del río impulsa molinos,
inquieta
perspectiva,
que
transparente condujo el tiempo.
Queda
la tierra dormida
en
último sollozo
absorbiendo
el agrio sabor de la arcilla
o
un vetusto reencuentro
que
penetra los troncos carcomidos,
depositarios
del legado más antiguo
que
acerca riberas,
auspiciando
el vareo de almendras
que
se precipitan tras los charcos
hacia
la profunda grieta del surcoque la tierra entreabre al sonido de la lluvia.
El fruto se extiende a la luz
o
a la ingesta de abejas, laboriosas
obreras
de panales y cera.
La
vía ancha y solitaria de los caminos
se abre a la
distancia , otorgando el don del
vino
o
un enjambre de raíles que se precipitan
sobre
la estela de los cometas.
Paloma Fernández
Gomá
La temprana luz del huerto
se vuelve tamiz de naranjos florecidos
en senda de cien colores
habitados de tarde, si amasada de blanco la cal
extiende su voz de silencio
alumbrando toda la vega
de pájaros encendidos
por vuelos asimétricos
que van y regresan
desde albares espinos
hasta la humedecida ribera.
El Guadiaro deja en su fluir
eco de monte dormidoEl Guadiaro deja en su fluir
hasta llegar a San Pablo
donde se vuelve soto
que, en madrugadas de hojaranzo,
despierta con el canto del mirlo
o transita la ruta del azahar
Paloma Fernández Gomá
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