Los niños  amargo  caramelo de Encarnación Pisonero. ARS POÉTICA.  Oviedo, 
2018
Por Paloma Fernández Gomá
La poeta Encarnación
Pisonero ha publicado recientemente el libro titulado “Los niños amargo
caramelo”. Encarnación Pisonero nace en Villalba de la Loma (Valladolid)  y reside en Madrid; tiene una extensa
trayectoria cultural y poética. Siempre estuvo comprometida con su “oficio” de
poeta”, y así lo demuestra con esta entrega. Estamos ante un libro
completo.  Poema único de gran calado que
denuncia con  dureza la senda actual por
la  que camina el hombre. Lo hace
Pisonero desde la mesura, la serenidad y la belleza  de sus versos, hundiendo su mensaje en la
realidad y rescatando todo lo que posiblemente pueda hacer reflexionar a las
personas para cambiar su modus vivendi.
Nuestra poeta se centra, y
mucho,  en los niños, porque ellos  son los que pueden  cambiar nuestra realidad y porque en cada hombre  debe de habitar un niño, de no ser así el
hombre quedaría vacío por dentro, en lo más íntimo de su esencia.
La crudeza condenatoria de
algunos de sus versos son una mirada que 
lastra toda una conciencia.
Estamos ante una poesía de
gran belleza, con versos llenos de hondura que incitan a recapacitar sobre la
miseria, la  corrupción, la intolerancia,
el odio, la  desigualdad  y el mal 
del mundo  en que vivimos, y son
los niños la extrema  salvación de este
mundo; los niños o el hombre en el que habita ese niño imprescindible para que
sea más  hombre, más  humano y cambie el  rumbo de una vida que se precipita, cada día más, a
su propia destrucción.  Este  sería el mensaje subliminal  del libro de Encarnación Pisonero, con el que
ella pretende llegar al fondo de  la conciencia de los lectores y hacer 
hincapié en la  necesidad de hacer
desaparecer  todo el error en el que
estamos sumidos.
La poeta se vale de la  poesía como lanzadera especial y única para
mover sentimientos y encabezar una nueva andadura.
La  visualización de su poesía se apoya en
imágenes llenas de contenido y la poesía 
visual aparece en el  título del libro “Los niños amargo caramelo”,
sin más componentes que esa Cruz de Caravaca que reconduce el contenido del
poemario  hace una doble perspectiva: la
individual y la colectiva. 
Desde esta visión del
poemario me gustaría comentar algunos de sus versos, tales como: “¿Cuántos kyrieleisons/ se precisan/ para
desterrar, ya,/ la  inmundicia del
planeta?.
Estos versos nos hacer ver
cuántos golpes de pecho y lamentaciones que llevamos a  cabo no nos conducen a  nada, pues persistimos en nuestra conducta. 
Leamos: “Una densa niebla
cubre la tierra/ contaminada,/devorada,/ arrasada,/ destruida,/asolada,
violada./Ante tanta  barbarie/ enmudecen
los pífanos/ y el crepúsculo se tiñe/ de escarlata.
Donde podemos percibir que
cuántas armas destructoras, contaminación y 
 desacato se han ido  acumulando en el hombre para llegar al  punto donde nos encontramos .
 Estamos ante un mundo que se  cierra 
en sí mismo y no permite cambiarlo, 
así lo expresa la  poeta en el
poema :” Un sordo clamor surge/ ¿dónde, ¿cómo?, ¿por qué?/ Ni los sabios/ en
sus meditaciones/captan el enigma./¡ Una burla perversa/nos ha adormecido!/No
hay anillo con poder/ ni garras de harpía/ ni jinete al viento./Es un cisne
mudo/ un náufrago,/una zarza ardiente.
Los niños,  los hombres con corazón de niño son los que
pueden cambiar el rumbo; así pues leemos estos versos: ¿Dónde  los héroes de otras épocas,/los sabios, los
maestros,/los hombres  de corazón
puro?/¡Cuánto dolor evitable!/¡Cuánta grandeza perdida!/Los niños de hoy quieren
púrpura y laureles,/ los niños de mañana/ sólo 
campos de trigo;/ fértiles vides,/y oír sin miedo/ el canto de los
pájaros.
Los  versos de Pisonero  son limpios, directos y con gran peso,  proponen un ideal y nos enseñan el camino
para lograr conseguirlo.
Finalmente leemos: “Los
niños amargo caramelo,/ flor de algodón/ o de nenúfar;/ intentan
sonreír,/mientras bailan / la danza de los esqueletos. 
Versos poderosos llenos de afecto y rabia, de amor y muerte. La sinrazón con la que hombre está sembrando
sus pasos y no sabemos hasta dónde nos puede conducir.
Leer el libro de  Encarnación Pisonero es hacer un ejercicio de
reflexión o  bien iniciar el  camino 
para un cambio. 
 

 
 
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