AUTORES: Juan Emilio Ríos Vera, Aicha Bassry, Fatima Zahra Bennis, Soledad Iranzo, Filomena Romero, Encarna Lara,Pilar Quirosa Cheyrouze, León Cohen Mesonero,Teresa Iturriaga Osa... (pag. autores)
Juan Emilio Ríos Vera
Del libro inédito: “La carne y el verbo”
Juan Emilio Ríos Vera
JUAN EMILIO RÍOS VERA. Licenciado en Filología Hispánica
e investigador suficiente por la Universidad de Cádiz es
actualmente presidente del Ateneo "José Román" de Algeciras,
presidente de la sección VI del Instituto de Estudios Campo-
gibraltareños y Delegado del PSOE en materia de memoria histórica en el Campo de Gibraltar.
Como poeta ha publicado numerosos poemarios entre los que
destacan: "El exquisito cadáver de la rosa", “Poeta en alerta”,
“El jardín de los suspiros” o “Engendros de la ira”.
Como narrador ha publicado dos libros de relatos “El cementerio
de los suicidas” y “El caserón de la malmuerta” y uno de artículos periodísticos “La última columna antes del precipicio”.
Como ensayista ha publicado: “Haiku” y “El alcohol en la Lite-
ratura, la historia y la publicidad.
Entres sus distinciones destaca haber sido finalista en tres
ocasiones al premio nacional de poesía de ciencia ficción y
fantasía y haber obtenido el Premio de poesía “Luz” en 1999, el Premio de Iniciativas Culturales de la Universidad de Cádiz en 2.000 y el “Aljabibe” en 2012.
En 2013 le fue concedido el Escudo de Oro de la Unión Nacional de Escritores de España.
En 2014 fue nombrado “Caza estigmas” por su implicación en la lucha contra la enfermedad mental.
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BELLEZA
Vivimos en la deriva,
en el naufragio de las ideas
y en los estercoleros
donde claudica a diario
la belleza.
Estamos apabullados
por la estridencia,
acorralados por la violencia
y la zafiedad más exasperante,
maniatados por la injusticia,
maltratados por el látigo
de la envidia y del odio implacable.
Ante este panorama desolador
y frustrante,
la cultura es mi paraíso,
la única razón de mi penosa existencia,
y la belleza
mi única religión,
mi único dios,
mi única bandera,
la única protesta
que merece la pena
en este asqueroso mundo.
Del libro inédito: “La única protesta que merece la pena” 6/2/02
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"Muchacho de mirada de vírgen, yo te persigo
pero no me escuchas. No sabes que de mi alma
llevas las riendas".
Anacreonte (570-488 a.C)
Al galope voy de tus latidos,
oh, muchacho virginal a quien
persiguen mis ansias y mi aliento
desbocado, que no sabe de treguas
ni de recesos.
Yo, Anacreonte, poeta laureado,
no sé convertir en palabras
mi desasosiego ni atino a componer
versos que sean fieles a mis deseos
ni a la fiebre que me asalta en medio
de la indigencia de la noche, de
la intemperie de la soledad de
un lecho frío donde peno, desnudo
de tu cuerpo de carne lechal
y pan ácimo.
Tú, joven con quien invento
encuentros lujuriosos en la trágicómica
tramoya de mi mente quebradiza,
tienes en tus manos mis días venideros,
la paz de mi cuerpo que trémulo titila,
el sosiego de mi aliento,
el diapasón de mi latido.
Yo no soy ya sino las ganas de yacer
contigo, de sentir tus brazos
en mi espalda, tu fuerza en mi caída,
el empuje de tu lozanía exultante
en la decrepitud de mi vigor desmayado
que se bate en retirada
como soplo de viento.
Del libro inédito: “La carne y el verbo”
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RAÍZ DE ORGASMO
Carne que se despereza
y acude a la imperiosa
llamada del placer
que no sabe de demoras.
Se eriza el vello
presagiando el roce
cálido de unos labios
carnosos y afrutados,
la piel abre
sus poros a cal y canto
y la sangre
se lanza a tumba abierta
hacia las casas secretas
del goce y la lujuria.
Como se abre una rosa
lentamente, disfrutando
de cada movimiento,
de cada latido,
el pene va libando
el ansia con sorbos
delicados, regodeándose
en todos los matices
del sabor que anhela,
y apriete pujante
la tela que lo refrena
pidiendo paso
a sus urgencias.
Se incendian las yemas
de los dedos buscando ya
las caricias que se auguran
y los pies mudan
su coraza de cuero
en carne de membrillo
y terciopelo.
Acude el agua
a los humedales
y a los páramos
olvidados del cuerpo
y cada célula,
cada centímetro
de mi territorio
se ofrece entusiasta
al abrazo
con la geografía
complementaria
de tu mapa físico
tan exuberante,
tan colmado de aventura
y de placeres.
Así la primera huella
de tu dedo en la ancha
meseta de mi espalda
prenderá el pasto inflamado
de mis ansias
hacia el incandescente
magma de mi orgasmo.
Del libro inédito: “Mapa físico”
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JUAN EMILIO RÍOS HA MUERTO
Anoche, cuando hubo articulado la última palabra:
"Cultura", él siempre diurno se hizo luz para siempre
el cuerpo en debilidad de Juan Emilio Ríos Vera, poeta,
buscador de belleza, soñador, sin haber aprendido
a ganarse la vida ni a pilotar más que un olvidado
triciclo que conociera en fotografías, inasequible
al desaliento de exprimir cada momento y extraerle
el jugo a la pasión a la que dedicó su vida: la creatividad
humana en todas sus disciplinas, sin encontrarle acomodo
a las cosas que amaba y sin haber satisfecho su apetito de
trabajar en lo único que sabía hacer.
La capilla ardiente se apagará cuando nadie sepa ya que
pobló las calles de los sueños y las utopías y que dejó
poemas escritos para aliviar la soledad en noches largas
de insomnio y pesadillas.
Todo lo que fue se lo llevó puesto. Sus pertenencias dejó
dicho que fueran repartidas entre los pobres de espíritu
y los faltos de aventuras y de emociones fuertes.
La que fue su casa que no era suya pertenecerá abierta hasta
agotar existencias.
¡Entra y coge un libro! Será la mejor forma de honrar su memoria.
Dejó dicho que quemaran su cuerpo y que sus escritos se
reeditaran con sus últimos ahorros para que quedara su palabra
viva entre los poetas y los amantes de la poesía.
Siempre quiso que uno, al menos, de sus versos sobreviviera a
su recuerdo y se hiciera inmortal, clásico, perenne en las
conciencias.
Hasta su último aliento luchó por conseguirlo.
Sólo el tiempo nos desvelará si logró su sueño, su meta, su
razón de existir.
Del libro inédito: “Juan Emilio Ríos ha muerto”
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Algeciras
Una vez me pasó
la vida con su ritmo cotidiano,
veloces palabras y argumentos,
el aire, que si cambia es el mismo.
No sé en qué ciudad
hace tiempo rompí todos mis mapas,
cansada ya de encontrar un destino
cuyo nombre es el nombre del retorno.
Una vez me pasó
al mirar la vida desde fuera,
encontré que miraba
el levante sin fin en el estrecho
Una vez me pasó,
al mirar otro mar con otra orilla:
pertenezco a las rocas que en la tarde
cambian la luz de nuestro Rinconcillo.
Una vez me pasó.
Soledad Iranzo Bel
Bahía de Algecira
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Paloma Fernández Gomá
Algeciras
Una vez me pasó
la vida con su ritmo cotidiano,
veloces palabras y argumentos,
el aire, que si cambia es el mismo.
No sé en qué ciudad
hace tiempo rompí todos mis mapas,
cansada ya de encontrar un destino
cuyo nombre es el nombre del retorno.
Una vez me pasó
al mirar la vida desde fuera,
encontré que miraba
el levante sin fin en el estrecho
Una vez me pasó,
al mirar otro mar con otra orilla:
pertenezco a las rocas que en la tarde
cambian la luz de nuestro Rinconcillo.
Una vez me pasó.
Soledad Iranzo Bel
Bahía de Algecira
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Paloma Fernández Gomá
A José Luis Cano
Bahía soñadora de reflejos
por calles donde la maroma y la brea
envolvieron el agua
en otoños de nostalgia;
para ser gaviota de extensas alas
anidando tierra adentro.
Dorada arena aquella, la del Rinconcillo,
solitaria de sonetos,
que escribiera José Luis Cano
en sus plácidas tardes de conchas
y adolescencia.
Azulejería de ocres y añiles
sobrevuelan palomas marineras,
que al aliento verde de los naranjos
escuchan de los barcos las sirenas,
cuando arriban a puerto.
Paloma Fernández Gomá
Algeciras 1993
Plaza Alta de Algeciras
por calles donde la maroma y la brea
envolvieron el agua
en otoños de nostalgia;
para ser gaviota de extensas alas
anidando tierra adentro.
Dorada arena aquella, la del Rinconcillo,
solitaria de sonetos,
que escribiera José Luis Cano
en sus plácidas tardes de conchas
y adolescencia.
Azulejería de ocres y añiles
sobrevuelan palomas marineras,
que al aliento verde de los naranjos
escuchan de los barcos las sirenas,
cuando arriban a puerto.
Paloma Fernández Gomá
Algeciras 1993
Plaza Alta de Algeciras
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