Soledad Iranzo Bel
Algeciras
Una vez me pasó
la vida con su ritmo cotidiano,
veloces palabras y argumentos,
el aire, que si cambia es el mismo.
No sé en qué ciudad
hace tiempo rompí todos mis mapas,
cansada ya de encontrar un destino
cuyo nombre es el nombre del retorno.
Una vez me pasó
al mirar la vida desde fuera,
encontré que miraba
el levante sin fin en el estrecho
Una vez me pasó,
al mirar otro mar con otra orilla:
pertenezco a las rocas que en la tarde
cambian la luz de nuestro Rinconcillo.
Una vez me pasó.
Soledad Iranzo Bel
Algeciras
Una vez me pasó
la vida con su ritmo cotidiano,
veloces palabras y argumentos,
el aire, que si cambia es el mismo.
No sé en qué ciudad
hace tiempo rompí todos mis mapas,
cansada ya de encontrar un destino
cuyo nombre es el nombre del retorno.
Una vez me pasó
al mirar la vida desde fuera,
encontré que miraba
el levante sin fin en el estrecho
Una vez me pasó,
al mirar otro mar con otra orilla:
pertenezco a las rocas que en la tarde
cambian la luz de nuestro Rinconcillo.
Una vez me pasó.
Soledad Iranzo Bel
Bahía de Algecira
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Paloma Fernández Gomá
A José Luis Cano
Bahía soñadora de reflejos
por
calles donde la maroma y la brea
envolvieron
el agua
en
otoños de nostalgia;
para
ser gaviota de extensas alas
anidando
tierra adentro.
Dorada
arena aquella, la del Rinconcillo,
solitaria
de sonetos,
que
escribiera José Luis Cano
en
sus plácidas tardes de conchas
y
adolescencia.
Azulejería
de ocres y añiles
sobrevuelan
palomas marineras,
que
al aliento verde de los naranjos
escuchan
de los barcos las sirenas,
cuando
arriban a puerto.
Paloma Fernández Gomá
Algeciras 1993
Plaza Alta de Algeciras
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