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24/12/14. Pilar Quirosa-Cheyrouze
RAFAEL DE CÓZAR
La última vez que pude
saludar a nuestro querido amigo Rafael de Cózar fue en Málaga, con motivo de la
reunión del jurado de los XX Premios Andalucía de la Crítica, que se celebró durante
los días 28 y 29 de marzo en la sede del Centro Andaluz de las Letras de la
calle Álamo. Queda el recuerdo y aparecemos abrazados en la fotografía de
familia, junto a los compañeros: Antonio Hernández, Francisco Morales Lomas,
Manuel Gahete, José Cabrera Martos, Paloma Fernández Gomá, Carlos Clementson,
Rosa Díaz, Remedios Sánchez, Antonio Moreno Ayora, José Sarria, José Antonio
Santano, Ricardo Bellveser y Paco Huelva. Faltan en la instantánea Antonio
Garrido Moraga y Juan Gaitán, que tuvieron que ausentarse.
Un fuego incendió la
noche, más allá de la metáfora insospechada, la tragedia que se encontraba
agazapada tras las paredes de su hogar sevillano de Bormujos, retando al
destino. Aciaga noche. Rafael quería, en lo que por desgracia fueron sus últimas
horas de vida, salvar su valiosa y querida biblioteca. Tantos libros
consultados, las páginas que le hablaban y le acompañaban con esa verdad que
parece indestructible, lejos del desaliento. Sutil y necesario ofrecimiento que
hace que, a veces, la existencia sea más amable y confortadora, tantas horas
anidando en la cadencia y en el sosiego, en la calidez de un exilio interior,
dedicado en cuerpo y alma a su pasión: el goce del encuentro con las letras, el
constante descubrimiento, antes de que llegase la voraz ráfaga del estupor, el
final inclemente.
Era un caballero,
Rafael. Recuerdo nuestras risas y complicidad, su sombrero andaluz y su gorro
árabe -compartíamos lugar de nacimiento, Tetuán- y tantas secuencias vividas en
el tiempo. Le recuerdo especialmente departiendo con los amigos en Almería, con
motivo de los cursos de la Universidad de Verano celebrados en la sede del
Hotel Catedral –Poesía en Internet-, un encuentro que dirigió Miguel Naveros en
julio de 2008, en el que participamos por aquellos días. Rafael de Cózar fue
también uno de los personajes incluidos por Arturo Pérez Reverte, entrañable Fito
Cózar, en la serie novelada del capitán Alatriste. Del amigo, hoy recordamos
muy especialmente su humor, su alegría y sus impresionantes conocimientos a
través de su cátedra de Literatura de la Universidad de Sevilla y su gran
trayectoria como poeta, narrador y ensayista, especializado en la obra de Carlos
Edmundo de Ory y en el estudio de las vanguardias. Fue galardonado, entre otros
reconocimientos, con el premio Vargas Llosa de Novela en 1996. Su biografía
personal ha representado todo un canto a la vida. Era un enamorado del amor, en
mayúsculas, algo que nos queda para siempre a través de sus libros, con la
riqueza de algo que no puede destruirse, porque está anclado en la palabra.
Quisiera que la voz y el
afecto de Rafael nos acompañasen, con una brizna de esperanza, en estas horas
de encuentros navideños. Porque es la vida que hoy vivimos y, como él mismo nos
decía, es la propia existencia la que nos reclama este reto. Que el paso de
esta noche –aunque lógicamente no sea la nochebuena deseada- y a través de sus
sabios y humanos versos, nazca una estela que nos reconcilie, de alguna manera,
con el mundo.
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