Foto de la poeta Encarna Lara en su pueblo natal |
Encarna Lara: «Concibo la poesía como un arrojo, una pasión, una valentía del alma, una búsqueda constante, un pájaro herido que planea leve buscando el último crepúsculo».
( enlace de interés sobre la poeta Encarna Lara: www.gibralfaro.uma.es/Encarna Lara.
Ha escrito los libros:
Perfil de silencio, Caudal de voces, Páramos prohibidos, Desde la orilla. También ha publicado en libros antológicos como "Arribar a la Bahía, encuentros de poetas en el 2000"(coordinado por Paloma Fernández Gomá).
Si su primer libro fue publicado en 1996, será en ell año 2008 cuando Encarna Lara con su libro Raíz flamenca, donde nuestra autora da un paso esencial en su obra trasladandoo su producción a la poesía popular con el beneplácito de flamencólogos y poetas.
Es asidua colaboradora en diferentes revistas de creación poética de carácter nacional e internacional.
Los versos que se citan a continuación son un breve resumen de la obra de Encarna Lara, poeta nacida en la localidad malagueña de Cuevas de San Marcos, mujer y poeta que mira al mundo con los ojos de una experiennca forjada a lo largo de un extenso recorrido por el mundo de las letras, donde Encarna Lara ha sabido dejar la huella de su buen hacer.
Mar
abierto
A Nicolás Ramos
Antes de conocerte,
hallé en la luz de tus versos
a un niño feliz jugando por la
playa
temeroso de que las olas
llegaran
a derribar su castillo de
arena.
La niñez por las calles de
ventanas abiertas
pisando divertida los charcos
de la lluvia.
Luego emergió de la fuente
el mar bajo la aurora
y fuiste decidido
a robarle al amor el primer
beso.
Mujer, desasosiego, mar,
cintura,
dorada arena, ingrávido deseo
saludan al muchacho ceñido a
la sorpresa.
Antes de conocerte, tu verso
me llevó
a moldear el agua con la
arena,
a soñar sirenas detrás de los
espejos,
a mirar desde las cumbres
la fuerza que reclaman los
dioses planetarios.
Ahora que ya nos conocemos,
camino por la orilla azul de
tu palabra,
donde se unen los oráculos del
mar
con los regios claustros de
vetustas iglesias,
y donde hermanas el temblor de
las olas
con la brisa del viento sobre
el trigo.
(Inédito)
Credenciales
Nací en el sur con nieve de
diciembre
y viento del norte por las
calles.
En la clara niñez llegó la
poesía
con su región alada de pájaros
cantores
y a ella me abracé diáfana y
resuelta.
Mi adolescencia fue algo
parecido
a una enfermedad virulenta
en la que amé platónicamente a
Bécquer.
Languidecí bajo el claro de
luna
y perseguí auroras infinitas.
Estudié humanidades,
provechoso estudio,
para vivir en un mundo
deshumanizado.
Ahora que escribo mis datos
personales,
amo profundamente el rumor de
la tierra
y quemo la vida que va en
serio
con la sana costumbre de mis
versos.
Ni ellos ni yo perseguimos la
gloria,
somos una simbiosis detrás de
una quimera.
(Inédito)
Luz
para Teresa
Teresa, la de los grandes
ojos,
como limpios caminos
ordena de las rosas los
pétalos marchitos
y busca sin descanso esencias
ya perdidas.
Recupera el encuentro con la
vida
en los rayos de sol que bañan
la vidriera
y amante nunca desespera
aguardando al amor tras la
cancela.
(Del libro inédito Viento lejan
Cautela
Tenía la experiencia de los
años,
dicen que sirve de coraza,
y con tan débil argumento
me aposenté en tu vida
con la fija intención de no
quedarme.
No me habría importado gozar
del espacio privado de tus
largas pestañas
ni pescar con anzuelo
el dulce caramelo de tus
labios.
Me adentré con cautela en el
recinto
de todas las intrigas de
palacio
y me rompí del alma hasta los
huesos
en el corto pasillo de tu
espacio.
(Del libro inédito Viento lejano)
Azar
Me embistió aquel instante,
toro supremo de intensidad y
riesgo.
Al fin de cuentas jugaba una
partida.
El azar, la vida o el destino,
momento y desenlace, qué
desatino.
(Inédito)
A
quien corresponda
Puede que hayamos sido
pasajeros
de la historia fugaz de dos
miradas.
Vivía yo en la piel de la
costumbre
transitando el principio de la
inercia.
Pasabas tú a merced del
destino
abandonado por el ángel de la
suerte.
Coger en marcha el tren de dos
miradas
nos pareció arriesgado
y se nos fue aquella primavera
como se va la vida en un
suspiro.
No volvimos a vernos,
y me quedó el relente de una
puerta entreabierta
y un rostro que de lejos se va
volviendo ajeno.
De ti no quise nada, solo el
amor que un día
llegó a rozarnos los hombros
en la profunda hora de la
noche infinita.
Duerme, pues, tranquilo
en tu sueño de barro
encadenado,
y si de mi alguna cosa
deseaste
a medio palmo de tu cuerpo
vivo,
pero a cien años luz de este
planeta.
(Del libro inédito Viento lejano)
Crepúsculo
Viene la tarde galopando al
valle.
Crepúsculo, un caballo
desbocado,
levanta polvaredas a su paso.
Tiene sed y al río se dirige.
Al paso, al trote, al galope.
De un solo trago la tarde se
ha bebido.
Y en el último risco,
crepúsculo se duerme.
Crines rojizas cabalgan a la
noche.
Al paso, al trote, al galope…
(Revista Calas)
Azul
de ti
A Julio Alfredo Egea
Regálame el texto de tus ojos
o la calle infinita
donde vimos nacer el solsticio
de verano.
Escríbeme un signo en la
distancia
donde no quede atrapada sin
remedio.
Ciérrame para siempre la
puerta de tu casa.
No me dejes ni una lámpara
encendida,
ni luz en los cristales de
esta larga noche.
Borra todas las huellas del
camino.
Porque no quiero llegar ni
detenerme,
ni volver al punto de partida.
Déjame bajo la lluvia azul de
tu mirada
y haz de mi árido desierto
la tierra fértil que soñamos.
(Revista Tres orillas)
Tríptico
Ayer es una casa con las
puertas cerradas
a la que nunca vuelve porque
perdió la llave.
Mañana es un solar que
desconoce
donde quizá no tenga entrada
para el baile.
Y hoy es el lugar donde le
prometieron
tocar del horizonte su fruta
material.
(Inédito)
Vencida
Ya no te siento, amor, sino en
la hierba,
en la tierra desnuda que
amanece,
en el verde crepitar de las
encinas,
en el amplio camino que nos
lleva.
Ya no te siento, amor, sino en
la lluvia,
en la luz velada de tus ojos,
en el ocre ondular de las
espigas,
en el agua que abril trae a mi
pozo.
Ya no te siento, amor, sino en
la tarde,
en el viento que estremece al
horizonte,
en el silencio triste de la
luna,
en los surcos invisibles de la
noche.
(Inédito)
Vidalita
El pájaro que cantaba
en el arrayán florido
se marchitó entre las ramas
de rosales amarillos.
Triste se volvió su canto
por el jardín polvoriento.
Triste se secó la fuente
en la que bebía el viento.
Sin entusiasmo ni fuerza
suspiraba el animal
bajo la arcada herrumbrosa
escenario de su mal.
Colgaba la blanca luna
la hermosura de su cara
desgranando por la noche
su celosía de plata.
Vidalita, vidalita,
que siempre te estoy llamando.
Qué fue de aquel pajarillo
que murió de amor cantando.
(Del libro
inédito Al compás de la rima)
Mulato
del son
A Nicolás Guillén
Tú me diste tu pañuelo.
Yo te di mi chal de espuma.
Tú, una copa de ron.
Yo, mi don de sabrosura
Tú, la semilla del fruto.
Yo, la blanca margarita.
Tú, el repique de un son.
Yo, la fruta de mi rumba.
Tú, la flecha que atraviesa.
Yo, la pulpa de la uva.
Tú, las luces de tu hoguera.
Yo, la selva de mis dudas.
Tú me bebiste de un trago
al son de la yamba tumba.
Caramba, que tú que yo,
zumo de caña de azúcar.
(Del
libro inédito Al compás de la rima)
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