LA ANTOLOGÍA ENTRE DOS AGUAS DE CUENTOS Y RELATOS DEL ESCRITOR LEÓN COHEN MESONERO, CON PRÓLOGO DE JACOB ISRAEL GARZÓN (Hebraica Ediciones. Madrid 2013) . SERÁ PRESENTADA EN MADRID
PORTADA
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PRÓLOGO DE
JACOBO ISRAEL GARZÓN
5º día de Janucá
La presentación será en Madrid, el próximo 16 de Marzo, a las 20:00 horas, en el Centro Cultural DAVAR, Librería Hebraica / Hebarica Ediciones, calle Rodríguez Marín.
PORTADA
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PRÓLOGO DE
JACOBO ISRAEL GARZÓN
Escribir un prólogo a estos relatos y reflexiones de
León Cohén es para mí motivo de doble interés. En primer lugar, por
abrir este texto la publicación del trabajo literario
desarrollado a lo largo de un periodo
de más de veinte años, por alguien
a quien considero un amigo
personal; y en segundo lugar, por la calidad de los textos.
León Cohén
Mesonero escribe con maestría, sentimiento y razón,
extraordinaria mezcla que permitirá al lector disfrutar de los distintos temas que aborda, trátese de asuntos
familiares u otros más genéricos relativos a su Larache natal o a los demás escenarios
en que
transcurrió su infancia,
adolescencia y primera juventud (Suk el Arba, Rabat, Tánger,…). También por la valen- tía y validez
de sus reflexiones. En sus textos, en general breves, el autor presenta cada uno de los
asuntos– sea una reflexión, un sentimiento, una sensación o un relato de creación literaria - de un
modo tan preciso y a la vez elaborado, que lo transforma en una pequeña historia que rápidamente engancha
al lector.
Este modo de escribir
no puede proceder
sino de una personalidad especialmente cultivada, discreta
y con múltiples intereses
intelectuales. Así es efectivamente
León Cohén, catedrático
universitario
en el campo de las ciencias químicas,
escritor litera- rio, pensador, hombre políglota interesado por la
sociedad y la política, que une en sus raíces el calor del hogar sefardí y el realismo de la sociedad
castellana vieja, pero cuya cultura ha sido definitivamente traspasada por la racionalidad de la
Francia republicana.
León Cohén es hombre de principios, de ideas y de valores. El carácter del autor, renacentista y contemporáneo, universalista
y escasamente etnocéntrico, le permite mantener un discurso co- herente y transmitir con una sencillez elaborada la esencia
de sus relatos y reflexiones.
Hay, además, en
León Cohén, hombre del Atlántico, una
luz mediterránea que encierra sus nostalgias en perfiles definidos. Hijo del Protectorado de España en Marruecos, ese mismo Protectorado
cuyo centenario ha
pasado sin pena
ni gloria
en este
país de desmemorias, León ha vivido y vive, aunque
ahora esté en Algeciras y no en su Larache natal, en medio de tres culturas que convivían o que, al menos, vivían, conjuntamente, respetando
cada una los límites de la otra.
El
lector podrá comprender
a un autor que
es al
mismo tiempo un
pedagogo
en su
modo de presentar los
temas
y en
la aparente sencillez
de su
propuesta, una especial manera de
entretener y enseñar,
dedicada sin pretenderlo
a aquellos
lectores
que no
tienen una especial sensibilidad hacia las vivencias del
escritor.
Los géneros literarios
utilizados por el autor son diversos,
pero destaca más que ningún otro el epistolar. Hay en las cartas
escritas
por Cohen una intimidad
transmitida
y sentida,
a pesar de
que no
conocimos
a los personajes
a las que las dirige. Hay cartas
al padre,
a las tías, a las
primas y a otros
familiares de
los que el tiempo, la muerte o el espacio le separaron. Quizás falte
una extensa carta a la madre, a la manera de la que
otro Cohen,
por
nombre Albert y escrita en francés, publicara. Una carta que
de
alguna forma, además de darle más luz a su infancia nos permitiera ver el
crisol
mestizo y complejo de
su formación
moral e intelectual.
No me gustaría
terminar estas
líneas sin una referencia a otra característica de su literatura, además de la calidad del género epistolar, de su carácter pedagógico y de su valor universalista.
Me refiero a la poesía.
El poema, sentido
pero no rimado, casi como una música de fondo, recorre el texto de principio
a fin. Es poema de nostalgia, de solidaridad, de reflexión, de una cierta tristeza que se adivina.
Como otros buenos observadores,
León Cohén, que lo es por lucidez y dedicación, por impulso propio y por ímpetu al que le obliga la dicotomía
entre su formación francesa y su vivencia en un clima social anárquico y variado, siente que la Humanidad no va
por
buen camino; sin
perder nunca la
esperanza, sabe que no es sencillo mantenerla,
y gusta de la soledad, del paseo
junto al mar, de la mirada perdida al
horizonte…El lector hará bien en leer este libro con calma y tranquilidad, intentando penetrar en el texto y en las vivencias del autor, intentando comprender al otro
que siempre, siempre, está presente en el texto de León Cohén.
que siempre, siempre, está presente en el texto de León Cohén.
Jacobo Israel Garzón
Madrid, diciembre de 20125º día de Janucá
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