lunes, 30 de marzo de 2020

Reseña sobre el libro "Zéjeles de alborada" 
Por José Antonio Santano 


Título: Zéjeles de alborada

Autor: Paloma Fernández Gomá
Editorial: Imagenta (Tarifa, 2019) 




Zéjeles de Alborada

Recibe uno con alborozo cada libro que llega a su morada, que no es otra que la biblioteca personal. Libros los hay para todos los gustos, pero tratándose de poesía y si esta, además, viene avalada por la experiencia vivificadora y la emoción latente de su expresión más sublime y bella, que bebe de la más grande tradición andalusí como es el zéjel en su forma más popular de un estribillo de dos versos, a los que siguen otros tres con distinta rima y un cuarto que muda, para finalizar con el estribillo, la satisfacción es mayor. Dicho lo cual conviene decir que su autora, la poeta residente en Algeciras, Paloma Fernández Gomá, ha conseguido crear un texto, “Zéjeles de alborada”, que nos transporta a ese tiempo de Al-Andalus, en el cual la poesía formaba parte de la cultura, de la vida. Fernández Gomá es una poeta de la luz y la memoria, y gusta de adentrarse en las formas tradicionales de igual forma que experimenta otras nuevas, propias del tiempo que le ha tocado vivir. Los zéjeles que nos presenta en este libro son un total de diecisiete, rigurosos en su forma y en su fondo, donde el tema central es el ruiseñor, construyendo así un discurso en el cual la Naturaleza y lo vivido forman un corpus sólido y existencial, interiorizado y hondo a su vez. Es esa mirada atenta y reflexiva, esa luz que no cesa, como así lo fue en su anterior entrega poética, al titular su obra “Iris”, que su autora templa, y que recorre las esencias de la vida, los detalles de la cotidianidad, siempre desde la palabra y el hálito de los silencios que la contienen: «El destello que se filtra en la mirada / y el hueco de la luz en el iris / siempre permanecen / en una vigilia continua / de múltiples connotaciones / que jamás se ausentan…». Paloma Fernández, en su camino hacia la otra luz, nos convoca ahora a vivir un tiempo pasado, un tiempo que sabe a miel, como así saben estos “Zéjeles´de alborada”. Traspasar la frontera y refugiarnos en la palabra precisa, en la belleza del verso rimado: «Trinos de melancolía / con esperanza tardía. // En abril ecos lejanos / de los surcos arcanos / cubren lugares montanos, / sutilmente amanecía. // Trinos de melancolía / con esperanza tardía». La palabra en una música que nos llega de Al-andalus y que aún resiste y vuela hasta el cielo de esta patria madrastra, y que Fernández Gomá preserva y restituye del olvido: «Hoja de almendro vacía / del ruiseñor que huía. // Alborada del Estrecho, / furtiva voz de helecho, / tú habitas en mi pecho, / raíz de Andalucía. // Hoja de almendro vacía / del ruiseñor que huía». Así son estos zéjeles, traducidos también al árabe por Chakib Chairi en este libro, y así también la palabra de su prologuista, el hispanista y profesor de la Universidad de Nador, Aziz Amahjour, cuando escribe: «El libro en su totalidad es un festín de sonido, de melodía y canto. Fruto, sin duda, de un riguroso cuidado -pero que no parece nada forzado- de la estructura del zéjel y de su metro». Con este libro, no cabe duda que nuestra poeta recupera no solo la tradición popular del zéjel, sino que rescata para las nuevas generaciones, una forma de expresividad que incita al amor a la Naturaleza y a su más grande creación: el hombre en su sentido más amplio.

                              **********************
José Antonio Santano: Nace en Baena en 1957. Autor prolífico  con más de veinte libros publicados. Cultiva la narrativa, la poesía, el ensayo y la crítica literaria, colaborando en numerosas revistas especializadas en Crítica Literaria. Cercano a las  otras culturas del  Mediterráneo, está  desarrollando actualemnte trabajos de investigación sobre este tema.












miércoles, 25 de marzo de 2020


  
CAMPO SOLIDARIO

 Este campo herido de barro

abre su vientre al desnudo viento
de las estaciones
y esgrime el mayor de los silencios,
llevándonos  por derroteros insospechados,
al cimbrearse con el llanto de los niños,
y acumular el eco que dejan  las  palabras,
en el vacío de la incertidumbre,
al terminar  cada noche.

Vivimos una era nueva de traslaciones,
de mareas que agitan la conciencia
y buscan el calor de la lumbre.

Se necesita una mirada abierta
al abismo que nos rodea.
Las raíces del monte palpitan
de frío extremo,
en sus venas claudicó la esperanza.
Es hora de un tiempo inédito
que albergue la sal y el cilantro
donde se comparta el pan
bajo la lluvia
y la voz siembre nuevas cosechas
para que la palabra se extienda
en plenitud, por todo el orbe
y el agua fertilice la sementera
con sus gotas más antiguas
hasta cicatrizar las heridas del lamento
o extinguir las lágrimas del caos.

Necesitamos una esperanza renovada
sin matices de color que abrace a todos los hombres.                                
                            Paloma Fernández Gomá  ( enero  de 2016)
                                    
 "Es hora de un tiempo inédito"
                                      
           
 " y el agua fertilice la sementera"
                                       
                        
"Necesitamos una esperanza renovada
sin matices de color"

http://revistadosorillas.net

lunes, 9 de marzo de 2020

XXVI PREMIO ANDALUCÍA
DE LA CRÍTICA
EL MALAGUEÑO JUAN FRANCISCO FERRÉ, LA ONUBENSE ELVIRA NAVARRO Y EL SEVILLANO MANUEL JURADO LÓPEZ OBTIENEN EL XXVI PREMIO ANDALUCÍA DE LA CRÍTICA EN LAS MODALIDADES DE NARRATIVA, RELATO Y POESÍA, RESPECTIVAMENTE. 

martes, 3 de marzo de 2020



La obra EL ESPEJO DE SALAP del escritor algecireño Juan Antonio Palacios se presentará el 23 de Abril , Día internacional del libro, está prologada por Cándido Romaguera , Jefe de Contenidos de Radio Algeciras de la Cadena SER , ilustrada por Carlos Villanueva , uno de los mejores viñetistas de España y editada por IMAGENTA.

domingo, 26 de enero de 2020




El pasado día 30 de  enero tuvo lugar en el Consulado del Reino de Marruedos en Algeciras la presentación de la revista Dos Orillas, con la asistencia del Sr. Cónsul General Don Mohamed Rafaoui, los concejales delegados del Ayuntamiento de Algeciras , Doña Juan Cid concejala de Feria y Fiestas y Don Ángel Martínez, concejal de Parques y Jardines. El hispanista y escritor Sidi Ahmed Mohamde Mgara nos honró con su presencia, él  es miembro  del  equipo de redacción desde los primeros orígenes de la revista. Paloma Fernández Gomá directora de la publicación tuvo  unas palabras de agradecimiento para el  Consulado de Marreucos por su predisposición a la hora  presentar  la revista, así como para el Ayuntamiento de Algeciras por su apoyo.
También estuvieron presentes en el acto el  exalcalde de Algeciras y escritor Juan Antonio  Palacios Escobar, el escritor  y profesor de universidad León Cohen, el pintor Antonio López Canales, autor del  logotipo de la revista, el  presidente del Ateneo de Algeciras " José Román y el  presidente del Ateneo de Manilva, Alba Navaro, joven poeta de Málaga, se desplazó a Algecciras y leyó su poema editado en al revista, al igual que el  escritor y poeta algecireño Juan Emilio Ríos. Muchas personas de la cultura algecireña  asistieron a la presentación, entre ellos el historiador Antonio Torremocha Silva. 
Un solvente equipo de redacción sostiene esta publicación abocada a contribuir desde la literaura a la  unión y entendimiento  entre las orillas del Estrecho de Gibraltar, haciendo extensivo su mensaje de solidaridad y humanismo a todos los  pueblos.
Este volumen 32- 33 recoge las colaboraciones de destacados poetas y escritores de la cultua de ls dos orillas, así como de profesores de universidad, críticos literarios  artístas plásticos, un total de cincuenta y cuatro autores contando también a críticos literarios.

PALABRAS PRONUNCIADAS POR EL HISPANISTA Y ESCRITOR TETUANÍ, AHMED MOHAMED MGARA, en el acto de presentación de la revista Dos Orillas en el Consulado del Reino Marruecos en Algeciras.



Buenas tardes, amigas y amigos de las dos orillas.

Me es complaciente mencionar unas frases con motivo de la presentación de la revista Dos Orillas, una de las pocas publicaciones literarias en papel que han sobrevivido a la cremá económica que afectó a la cultura los últimos quinqueños.

Tres Orillas se llamó en su albor del 2002. Pocos años después cambió de nombre y pasó a ser Dos Orillas por razones o causas que hemos vivido todos con positividad. Pero la revista no perdió su vertical vocación de hacer de enlace humanista entre muchas orillas, todas las orillas de universo.

Dos Orillas, gracias a Paloma Fernández Gomá, ha hecho que poetas y escroitores de los rincones más recónditos del universo estemos unidos y presentes en este altar de la Bahía con la única finalidad de dar conocimiento y saber a poetas y escritores de otros países, intercambiando afectos y abrazos que los siglos renuevan en las riberas del cementerio mojado que tenemos cerca.

No es fácil preparar éste ejemplar de la forma que lo hace Paloma. No es fácil reunir a poetas, esritores y artistas de todos los contimentes como lo hace nuestra amiga Paloma Fernández Gomá, nuestra directora.

También diré, por haber compartido muchos de los trances de la revista con Paloma, que todos los que hemos colaborado con ella en diferentes etapas le debemos mucho, intelectualmente. Es más, doy fe de que es una de las principales precursoras del hispanismo marroquí junto con el llorado Mohamed Chakor.

Sin la revista, sin los sacrificios de Paloma Fernández Gomá, muchos hispanistas de varios países no se hubiesen podido dar a conocer en España. La revista supuso un trampolín, un punto de lanzamiento para muchos.

Puedo decir, también, que personalmente, Algeciras era para mi una ciudad de paso entre el puerto y el Portillo o Alsina, camino hacia la ciudad de destino en la Península y que, gracias a esa antología que coordinó Paloma “Arribar a la Bahía, Encuentro de poetas en el 2000”, en primera fase y a la revista Tres Orillas, Algeciras se convirtió en punto de encuentro de intelectuales de diferentes culturas y etnias. Algeciras se hizo más universal, si cabe.

Gracias Paloma. Gracias a quienes hacen posible la supervivencia de una joya literaria, cuidando la permanencia de sus mensajes.

Muchas gracias.






                                                     GALERÍA FOTOGRÁFICA



                                     Fotos del archivo de Paloma Fernández Gomá

jueves, 19 de diciembre de 2019






IRIS DE PALOMA FERNÁNDEZ GOMÁ

FRANCISCO MORALES LOMAS. Presidente de la Asociación Andaluza de de Escritores y Crítircos Literarios.

Con Iris (Ánfora Nova, 2018) Paloma Fernández Gomá penetra directamente en la cotidianidad. Las situaciones del día a día están muy presentes en una obra de las pequeñas cosas y la huella que el paso del tiempo asesta sobre estas, pero también sobre nosotros mismos como agentes últimos de su acción.
A través de la mirada, el sentido que más importancia adquiere en la obra, Fernández Gomá va acercándonos al álbum familiar, a la casa deshabitada, a la alberca, al parque, a las hojas de té, al balcón, a la playa… pero también a los destellos, la noche, el incienso y la memoria.  Precisamente en el poema “Mirada” dirá:
Es la mirada ajada
de los años
la gran ausente de un estereotipo
reglado para los formularios,
un espejo que refleja la agonía
del tiempo concluido,
una barrera incapaz de traspasar
los poros de la piel
que ha consumado horas de espera.
A través de abundantes recursos metafóricos y símiles va estructurando un poemario de la memoria, iniciado con el título Iris en clara alusión a esa mirada, a esa luz que se filtra en él y recorre la vida. Es un camino, al fin y al cabo lleno de surcos y de límites, en el que también hay una contemplación hacia lo vivido, a un tiempo detenido que se trata de recuperar, un tiempo inexplorado incluso que quedó por vivir. Y en ese luminoso recorrido los recursos al campo semántico de la luz no podrían estar ausentes en ese icono de la playa lejana o en el mismo poema homónimo “Luz”: “Un poema se vierte en el núcleo/ del horizonte/ abriendo esquemas aprendidos”.
Así es su poesía un detención en ese horizonte, una visualización penetrante en un tiempo que va delimitando nuestra razón de ser, nuestras palabras y nuestra existencia, y en el que militan la necesidad de crear una custodia en torno a su paso, fundar la fertilidad de los momentos en ese juego de luces y sombras: “Nuestro tiempo es tarea de corsarios/ que trafican con la neutralidad/ y prometen cruzar muros de conjuros y galimatías”.
En su recorrido vital no puede faltar el compromiso en torno a esa ola de refugiados en el poema “Los niños”, ni tampoco la necesidad de renacer continuamente para “recoger las hojas nuevas”. La poesía de Paloma Fernández Gomá siempre vitalista y luminosa, va mirando hacia el futuro y, en este poemario de la memoria, va de un extremo a otro del hilo temporal para describirnos su razón de ser, a pesar del hambre, de las emigraciones. Y para ello la naturaleza, como espacio dotado de energía, con enorme valor metafórico, tiene un valor fundamental.
El poemario deambula pues, entre presente y pasado: de aquel rescata las señales que quedaron adheridas a la existencia, “el coste de sentirse vivo”; de este su improbabilidad, su falta de seguridad y su desolación. Hay una contemplación que nace de esa mirada, con afán de una fotografía que lo inmovilice todo y nos permita adentrarnos con rigor y también la necesidad de soñar, a través de una naturaleza siempre vital en la que ese cofre de los sueños se va forjando como realidad.
Po momentos, ante ese paso del tiempo, surge la nostalgia de lo vivido y también esa alianza con la soledad mientras el alma dormita.
Una poesía muy descriptiva e intimista pero que tanto mira hacia el yo como hacia el mundo en derredor, con expresiones muy sonoras en ocasiones, y otras una callada presencia de la casa deshabitada y “la mirada invertida en la penumbra”. Una lírica para construir el tiempo, la memoria, el olvido y la luz que todo lo imanta desde ese “Iris” inicial:
Somos efímera raíz
de un pasado, que se consume
interpretando el vértice de las estrellas.
Y se inician el vuelo de las tórtolas
detrás de cada mirada, balaustrada ingente
que acoge la espera de las horas
cuando parte el tren
y se difuminan los cercos
detrás de los cristales, vaciando el recuerdo

que se pierde en la mirada.

martes, 3 de diciembre de 2019





Matar poetas, Juan Cobos Wilkins. Fundación José Manuel Lara. 2019

Esta nueva entrega de Juan Cobos Wilkins es una mirada abierta al mundo, perfilando el entrono actual que habitamos, donde estamos sumidos en una extraña resaca de sueño invernal. Cobos Wilkins nos despierta de esta resaca, remueve las conciencias y dice matar poetas, para que la sociedad reaccione y los hombres hablen, escriban, diluciden y den salida a muchas cuestiones que  mantiene a las personas cautivas en las redes de un materialismo globalizado, que no da soluciones; sólo aumenta el ego de una sociedad adormecida por el consumismo. Matar poetas es cerrar los ojos y mirar a otro lado, eludir la realidad; ya que los poetas son una fuerza viva y esclarecedora que no conviene despertar, por lo cual lo mejor es anularlos para que no hablen.
Nos dice el poeta en la pag. 18 “Admitir que la muerte tampoco es para tanto./ Aceptar que la vida ya fue y no tuvo mis ojos.”
En el poema, No entiendo explicarte esta nada Wilkins llama a todo lo querido, que enmudece.
Pero el poeta continúa con otros poemas adentrándose en la búsqueda de poder asirse a un recuerdo, un tiempo, un amor por descubrir; siempre detrás de sus versos contundentes, buscando hallar una realidad recurrente, que cabalga junto a nosotros.
Encontramos poemas como: Intenta explicarme el eterno retorno de escribir, Intenta explicarme los temas de la obra, Intenta explicarme la vulnerabilidad, Intenta explicarme las ausencias, Intenta explicarme como sobrevivir a la noche, Intenta explicarme el daño, Intenta explicarme el tiempo perdido, Intenta explicarme la piedad.
Estos poemas llevan otros poemas, a manera de respuestas encadenadas, a las  cuestiones anteriores, para tratar de indagar en las ausencias, el daño, la piedad o el tempo perdido.
Leemos:” y tú estabas también/ en esa foto a solas con la Vida: eras/ya este poema que hoy se escribe/ y le escribes: corona/de espinas y luciérnagas…”
Las explicaciones efímeras o no concluyentes de las cuestiones anteriores se resumen en un “no intento explicarte”, porque quizás para nuestro autor y para sus lectores estas cuestiones planteadas en los poemas no tengan una explicación válida o coherente. Por eso nuestro poeta de manera deliberada recurre a predicamentos religiosos para interrogar a tantas preguntas, asuntos o interrogantes por resolver.
Estamos ante un libro singular ideado desde un pensamiento reflexivo, auténtico y abierto a la realidad que acontece, que no cierra los ojos, por el contario los abre, mira e interroga con bellos versos de crítica contenida, cuando no abierta a la sociedad, dentro de una lírica única de gran fuerza expresiva.
Estas connotaciones las vemos a lo largo de todo el libro y en versos tan clarividentes como “ Entra en ti, te posee,/lanza herrumbrosa que atraviesa el costad,/astilla ente la uña y la carne./Puño/que con toda su fuerza, con la vida, tu vida, golpea/desesperado el aire, lo golpea, golpea,/y los nudillos quedan por siempre ensangrentados de aire.”
Versos profundos de cierto matiz religioso: la herida en el costado de Jesús y la incredulidad de Tomás confirman una sentencia de daño ocasionado.
La vulnerabilidad la expresa José Cobos Wilkins, en versos tan sabios como: “Todo dura un minuto ,un instante. No más,/menos. Hasta que ves/ venir un dedo gris, un largo dedo gris/ de niebla hacia tu pecho”
Continúa el poeta el periplo sobre su realidad (la realidad que rodea al hombre), explicando las claves de la soledad:”llevan una revista, tablet o alguna agenda/inútil al restaurante para fingir que lees, que consultas,/que anotas. Para disimular/mientras en otras mesas ríen, brindan, celebran.”
Wilkins despide el libro con un intento de continuar el camino de denuncia flagrante de una sociedad,  la mayor parte de las veces, corrompida; para acabar diciendo:
“Aunque matar poetas sea esta redentora autodestrucción”.