Atendiendo amablemente a mi petición Bernardo Medina (director de Buceite.com) me ha enviado el estudio del Licenciado en Geografía - Histoira y arqueólogo Don Carlos Gómez de Avellaneda Sabio, todo un referente en esta materia en la provincia de Cádiz, sobre la Lucerna de San Pablo de Buceite. Mi agradecimiento a ambos.
miércoles, 13 de agosto de 2014
Estudio arqueológico sobre la lucerna símbolo de San Pablo de Buceite de Carlos Gómez de Avellaneda
Este interensantísimo estudio fue presentado en San Pablo de Buceite hace 10 años, en una conferencia ofrecida por su autor en el II Encuentro Sampableños el 7 de agosto de 2004.--------
LA LUCERNA DE OJEDA, UNA PIEZA EN BRONCE DE TRADICIÓN PALEOCRISTIANA Y POSIBLE MUESTRA DEL COMERCIO MEDITERRÁNEO DURANTE LOS "SIGLOS OSCUROS" (Siglos IV-VII).-
1. Introduccion y estado del problema
La lucerna objeto de esta comunicación ha permanecido inédita y desconocida por los especialistas debido tanto a las circunstancias de su hallazgo, como a los acontecimientos que siguieron al mismo: según las fuentes de información a que hemos accedido, en el año 1955, y con motivo de unas labores agrícolas, apareció una necrópolis (1) en San Pablo de Buceite, población perteneciente al municipio de Jimena de la Frontera, situada casi en el límite entre las provincias de Málaga y Cádiz y atendida en aquella época en materia de salud por el A.T.S. D. Antonio Ojeda Moreno, gran botánico y entusiasta defensor tanto de la naturaleza como de la cultura.
El citado señor pudo salvar varios objetos (2) de una de las tumbas de la citada necrópolis, entre ellos una lucerna de bronce con forma de ave, formando un lote, que algún tiempo más tarde entregó a las autoridades, ignorándose durante muchos años el paradero de las piezas. De este desconocimiento da fe el profesor Vargas Machuca, en su oportuna obra sobre Jimena de la Frontera en época romana, escrita dieciocho años más tarde, en 1973, donde las da por perdidas, refiriéndose a la lucerna meramente de oídas:
“En algunas de estas tumbas se han encontrado mandíbulas perfectamente conservadas y un candil de bronce en figura de palomas (sic) con trabajo de cincel que forma el plumaje ( ... ) sin que se sepa al presente el destino que estos restos arqueológicos hayan tomado…” (3).
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miércoles, 13 de agosto de 2014
Estudio arqueológico sobre la lucerna símbolo de San Pablo de Buceite de Carlos Gómez de Avellaneda
Este interensantísimo estudio fue presentado en San Pablo de Buceite hace 10 años, en una conferencia ofrecida por su autor en el II Encuentro Sampableños el 7 de agosto de 2004.--------
LA LUCERNA DE OJEDA, UNA PIEZA EN BRONCE DE TRADICIÓN PALEOCRISTIANA Y POSIBLE MUESTRA DEL COMERCIO MEDITERRÁNEO DURANTE LOS "SIGLOS OSCUROS" (Siglos IV-VII).-
1. Introduccion y estado del problema
La lucerna objeto de esta comunicación ha permanecido inédita y desconocida por los especialistas debido tanto a las circunstancias de su hallazgo, como a los acontecimientos que siguieron al mismo: según las fuentes de información a que hemos accedido, en el año 1955, y con motivo de unas labores agrícolas, apareció una necrópolis (1) en San Pablo de Buceite, población perteneciente al municipio de Jimena de la Frontera, situada casi en el límite entre las provincias de Málaga y Cádiz y atendida en aquella época en materia de salud por el A.T.S. D. Antonio Ojeda Moreno, gran botánico y entusiasta defensor tanto de la naturaleza como de la cultura.
El citado señor pudo salvar varios objetos (2) de una de las tumbas de la citada necrópolis, entre ellos una lucerna de bronce con forma de ave, formando un lote, que algún tiempo más tarde entregó a las autoridades, ignorándose durante muchos años el paradero de las piezas. De este desconocimiento da fe el profesor Vargas Machuca, en su oportuna obra sobre Jimena de la Frontera en época romana, escrita dieciocho años más tarde, en 1973, donde las da por perdidas, refiriéndose a la lucerna meramente de oídas:
“En algunas de estas tumbas se han encontrado mandíbulas perfectamente conservadas y un candil de bronce en figura de palomas (sic) con trabajo de cincel que forma el plumaje ( ... ) sin que se sepa al presente el destino que estos restos arqueológicos hayan tomado…” (3).
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Han de transcurrir aun once anos más sin aclarar la situación, hasta que en 1984 (4) localizamos la lucerna en el Museo Municipal de la ciudad de San Roque, sin la menor referencia escrita sobre su origen, ni otros datos, que estarían en poder del anterior conservador del Museo y se debieron perder tras su fallecimiento. No obstante, y ante la posibilidad de que se tratara de la pieza hallada hacía casi treinta años en San Pablo de Buceite, nos pusimos en contacto con D. Antonio Ojeda, que no sólo reconoció en el acto la pieza, sino que proporcionó valiosos datos sobre las circunstancias del hallazgo, lo cual permitió, ya en 1985 situar cronológicamente el hallazgo en la época visigótica (5) haciéndolo constar así en catálogos, libros de regístro y tríptico informativo del museo, en el que se publicó una fotografía.
Para entonces, ya se había dado a conocer la lucerna de Regina (Badajoz) (6) , por Trinidad Nogales Basarrate (7) pieza de indudable afinidad con la lucerna de Ojeda, aunque es posible atribuir a nuestra pieza, una dotación más tardía que aquella. En 1998, José Regueira Ramos, en su excelente estudio sobre el pasado medieval de Jimena de la Frontera (8) se refiere a la lucerna, repitiendo la opinión de Vargas Machuca y publicando una fotografía que le proporcionamos, y en 1995, los autores de la obra, modélica en su género, "Museos arqueológicos de Andalucía" captan el carácter excepcional de la pieza, pero sin profundizar en su análisis ni representarla gráficamente y datándola conforme a la información expuesta en el museo (9). Es por todo ello y ante la existencia hasta ahora de simples referencias superficiales, por lo que se saca a la luz esta pieza, de forma algo más documentada, no con ánimo de establecer conclusiones definitivas, sino con el deseo de animar a los especialistas en el estudio y resolución final de las incógnitas aquí planteadas (10).
Para entonces, ya se había dado a conocer la lucerna de Regina (Badajoz) (6) , por Trinidad Nogales Basarrate (7) pieza de indudable afinidad con la lucerna de Ojeda, aunque es posible atribuir a nuestra pieza, una dotación más tardía que aquella. En 1998, José Regueira Ramos, en su excelente estudio sobre el pasado medieval de Jimena de la Frontera (8) se refiere a la lucerna, repitiendo la opinión de Vargas Machuca y publicando una fotografía que le proporcionamos, y en 1995, los autores de la obra, modélica en su género, "Museos arqueológicos de Andalucía" captan el carácter excepcional de la pieza, pero sin profundizar en su análisis ni representarla gráficamente y datándola conforme a la información expuesta en el museo (9). Es por todo ello y ante la existencia hasta ahora de simples referencias superficiales, por lo que se saca a la luz esta pieza, de forma algo más documentada, no con ánimo de establecer conclusiones definitivas, sino con el deseo de animar a los especialistas en el estudio y resolución final de las incógnitas aquí planteadas (10).
2. Marco físico del hallazgo
La población de San Pablo de Buceite, dependiente del municipio de Jimena de la Frontera, se localiza a 4.400 mts. en línea recta al N.E. de dicha ciudad, en el ángulo N.E. del Campo de Gibraltar distando 1.150 mts. del límite con la provincia de Málaga, estando en el trazado de la vía férrea Algeciras Bobadilla, y en el de la carretera comarcal 341, de Taraguilla (S. Roque) a Ronda. En contacto con el piedemonte de la Serranía de Ronda, el valle del río Guadiaro a su paso por San Pablo, constituye una zona privilegiada, verdadera transición entre las sierras del Campo de Gibraltar y las de Málaga, sin que se registren allí temperaturas extremadas, siendo una zona de excepcionales condiciones para la agricultura de regadío, en especial de los cítricos. Estas facilidades fueron conocidas de antiguo y a ellas se debe una sucesión de yacimientos arqueológicos asentados a ambas orillas del río en los bordes de la llanura aluvial, en puntos no inundables en las crecidas anuales del Guadiaro.
La producción de estos establecimientos agrícolas tenía su salida comercial a través del puerto de Barbesula, ciudad romana levantada en la orilla derecha del río, poco antes de su desembocadura en el Mediterráneo (11) pudiendo considerarse este importante núcleo urbano como "cabeza" o "capital" de una comarca que abarcaba los valles del río Guadiaro y sus afluentes Hozgarganta y Genal. Esa ciudad reunía todas las características para ser un importante mercado en época tardía no sólo para la exportación de materias primas sino para la importación de productos manufacturados, entre ellos cerámica (se conocen hallazgos de terra sigillata africana estampada) y objetos de lujo, como la lucerna de Ojeda.
Volviendo a San Pablo de Buceite, a 150 mts. al N.E. del núcleo urbano, se levanta el cerro llarnado antiguamente "de los zarzales" y hoy conocido como "de Vargas", suave colina que con sus 59 mts. de altura máxima S.N.M. domina las vegas circundantes. En la actualidad está poblado de naranjos, limitando al N. con la carretera comarcal C-341 (que lo rodea formando una gran curva que arranca 200 mts. más allá del p.k. 111), lindando al E. con el río Guadiaro, separado por menos de 50 mts. del pie de la colina, limitada al S. con un camino forestal y al S.O. con otra elevación, de 57 mts. S.N.M. donde se encuentran las primeras casas del pueblo. Según referencias, la necrópolis destruida en 1955 se situaba hacia la mitad de la ladera S. del referido cerro de Vargas, con una posición por coordenadas en proyección U.T.M. de:
X = 30 STF 854; Y = 30 STF 388; Z = 50 mts. S.N.M, referidas a la hoja nº 2791 Jimena de la Frontera, Escala 1:25.000 de la serie 5V del Servicio Geográfico del Ejército. El límite con la provincia de Málaga se encuentra a sólo 950 mts. al E. del Cerro de Vargas, que pertenece a la unidad paisajística de las Colinas (12) y desde el punto de vista geológico, al parecer se le podría considerar dentro de las unidades denominadas tradicionalmente Flysh del Campo de Gibraltar, concretamente la unidad del Aljibe, pudiendo pertenecer al Mioceno inferior, de areniscas cuarcíferas, extremo sólo confirmable con un estudio geológico (13).
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La población de San Pablo de Buceite, dependiente del municipio de Jimena de la Frontera, se localiza a 4.400 mts. en línea recta al N.E. de dicha ciudad, en el ángulo N.E. del Campo de Gibraltar distando 1.150 mts. del límite con la provincia de Málaga, estando en el trazado de la vía férrea Algeciras Bobadilla, y en el de la carretera comarcal 341, de Taraguilla (S. Roque) a Ronda. En contacto con el piedemonte de la Serranía de Ronda, el valle del río Guadiaro a su paso por San Pablo, constituye una zona privilegiada, verdadera transición entre las sierras del Campo de Gibraltar y las de Málaga, sin que se registren allí temperaturas extremadas, siendo una zona de excepcionales condiciones para la agricultura de regadío, en especial de los cítricos. Estas facilidades fueron conocidas de antiguo y a ellas se debe una sucesión de yacimientos arqueológicos asentados a ambas orillas del río en los bordes de la llanura aluvial, en puntos no inundables en las crecidas anuales del Guadiaro.
La producción de estos establecimientos agrícolas tenía su salida comercial a través del puerto de Barbesula, ciudad romana levantada en la orilla derecha del río, poco antes de su desembocadura en el Mediterráneo (11) pudiendo considerarse este importante núcleo urbano como "cabeza" o "capital" de una comarca que abarcaba los valles del río Guadiaro y sus afluentes Hozgarganta y Genal. Esa ciudad reunía todas las características para ser un importante mercado en época tardía no sólo para la exportación de materias primas sino para la importación de productos manufacturados, entre ellos cerámica (se conocen hallazgos de terra sigillata africana estampada) y objetos de lujo, como la lucerna de Ojeda.
Volviendo a San Pablo de Buceite, a 150 mts. al N.E. del núcleo urbano, se levanta el cerro llarnado antiguamente "de los zarzales" y hoy conocido como "de Vargas", suave colina que con sus 59 mts. de altura máxima S.N.M. domina las vegas circundantes. En la actualidad está poblado de naranjos, limitando al N. con la carretera comarcal C-341 (que lo rodea formando una gran curva que arranca 200 mts. más allá del p.k. 111), lindando al E. con el río Guadiaro, separado por menos de 50 mts. del pie de la colina, limitada al S. con un camino forestal y al S.O. con otra elevación, de 57 mts. S.N.M. donde se encuentran las primeras casas del pueblo. Según referencias, la necrópolis destruida en 1955 se situaba hacia la mitad de la ladera S. del referido cerro de Vargas, con una posición por coordenadas en proyección U.T.M. de:
X = 30 STF 854; Y = 30 STF 388; Z = 50 mts. S.N.M, referidas a la hoja nº 2791 Jimena de la Frontera, Escala 1:25.000 de la serie 5V del Servicio Geográfico del Ejército. El límite con la provincia de Málaga se encuentra a sólo 950 mts. al E. del Cerro de Vargas, que pertenece a la unidad paisajística de las Colinas (12) y desde el punto de vista geológico, al parecer se le podría considerar dentro de las unidades denominadas tradicionalmente Flysh del Campo de Gibraltar, concretamente la unidad del Aljibe, pudiendo pertenecer al Mioceno inferior, de areniscas cuarcíferas, extremo sólo confirmable con un estudio geológico (13).
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3. La necrópolís
En 1995, el cerro, como su antiguo nombre indicaba, estaba densamente poblado de zarzales, siendo un terreno salvaje del cual no se recordaba que hubiera sido cultivado alguna vez, por lo tanto al decidir los dueños de la finca plantar naranjos en las laderas de su propiedad, fue necesario desbrozar el terreno, limpiándolo de piedras y alisándolo para permitir las primeras labras y roturaciones previas a la plantación y reo,adío. En el curso de estos trabajos fue apareciendo, a escasa profundidad, un cierto número de sepulturas, compuestas por lajas de piedra verticales para delimitar el interior y cubierto el conjunto por otras placas horizontales a modo de cobija.
No hay constancia de la cantidad exacta de estos enterramientos de inhumación, ni de su orientación o bien de la extensión de la necrópolis, pues todo fue muy confuso, al aprovecharse las lajas como material de construcción y destruirse por lo tanto todaslas tumbas entonces descubiertas (14). Vargas Machuca se refiere al hallazgo de monedas de Carteia en la necrópolis del cerro de Vargas, lo cual parece una confusión de los testigos, consignando también el descubrimiento de una moneda de Constantino, lo cual parece más lógico (15), mientras que sí parece confirmado el hallazgo de una moneda visigótica en un lugar indeterminado de la población.
En la actualidad no existe ningún vestigio arqueológico en la superficie del cerro, lo cual no es extraño, pues una necrópolis no presenta la densidad de restos ni la estratigrafía de un poblamiento continuado, y en este caso, debieron ser en realidad muy pocas tumbas, posiblemente sin ajuar, y este reducido tal vez a algunas "vasijas de ofrendas". Estas, pudieron ser recuperadas intactas del interior de los enterramientos, o bien, (al ser ese tipo de cerámica de mala cocción y poco consistente) se rompieron en fragmentos muy pequeños, hoy tan dispersos y ocultos por la tierra de labor que son inapreciables, y tras retirar las piedras, como se ha dicho, nada queda a la vista, al menos de lo descubierto en 1955.
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En 1995, el cerro, como su antiguo nombre indicaba, estaba densamente poblado de zarzales, siendo un terreno salvaje del cual no se recordaba que hubiera sido cultivado alguna vez, por lo tanto al decidir los dueños de la finca plantar naranjos en las laderas de su propiedad, fue necesario desbrozar el terreno, limpiándolo de piedras y alisándolo para permitir las primeras labras y roturaciones previas a la plantación y reo,adío. En el curso de estos trabajos fue apareciendo, a escasa profundidad, un cierto número de sepulturas, compuestas por lajas de piedra verticales para delimitar el interior y cubierto el conjunto por otras placas horizontales a modo de cobija.
No hay constancia de la cantidad exacta de estos enterramientos de inhumación, ni de su orientación o bien de la extensión de la necrópolis, pues todo fue muy confuso, al aprovecharse las lajas como material de construcción y destruirse por lo tanto todaslas tumbas entonces descubiertas (14). Vargas Machuca se refiere al hallazgo de monedas de Carteia en la necrópolis del cerro de Vargas, lo cual parece una confusión de los testigos, consignando también el descubrimiento de una moneda de Constantino, lo cual parece más lógico (15), mientras que sí parece confirmado el hallazgo de una moneda visigótica en un lugar indeterminado de la población.
En la actualidad no existe ningún vestigio arqueológico en la superficie del cerro, lo cual no es extraño, pues una necrópolis no presenta la densidad de restos ni la estratigrafía de un poblamiento continuado, y en este caso, debieron ser en realidad muy pocas tumbas, posiblemente sin ajuar, y este reducido tal vez a algunas "vasijas de ofrendas". Estas, pudieron ser recuperadas intactas del interior de los enterramientos, o bien, (al ser ese tipo de cerámica de mala cocción y poco consistente) se rompieron en fragmentos muy pequeños, hoy tan dispersos y ocultos por la tierra de labor que son inapreciables, y tras retirar las piedras, como se ha dicho, nada queda a la vista, al menos de lo descubierto en 1955.
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4. Ajuar de una de las tumbas
4.1. La Vasija Ritual
Como se ha dicho, en uno de los enterramientos se recuperó el ajuar, consistente en una lucerna de bronce y una jarrita de cerámica con asa (16) de 174 mm. de altura entre borde y centro. El cuerpo es piriforme con tendencia globular, adelgazándose de forma airosa en el cuello y terminando en borde ligeramente carenado y exvasado.
Está decorado de forma muy discreta, con cuatro bandas horizontales y paralelas, de unos 5 mm. de grosor cada una y formada cada una de ellas por tres incisiones, también paralelas, de 1 mm., trazadas a peine, distribuidas a partir del arranque del cuello, en sentido ascendente (17). El asa es de sección ovoide, con suave acanaladura al exterior, extendiéndose desde el borde del labio hasta el punto donde la panza se transforma en cuello, estando implantado según un eje vertical paralelo al eje de la vasija y no desviado con respecto a éste, como en otras piezas. Las paredes aparentan tener un grosor uniforme, con una media de 4 mm., mientras que la pastacerámica es poco depurada, porosa, granulada, de escasa consistencia, y color pardo-rosado, oscilando entre los tonos M-20 y N-39 en la tabla de Cailleux (18).
Presenta una pátina gris verdosa, en tono T-85 de Cailleux, habiendo sido alisada la superficie antes de trazar la decoración de incisiones, por lo que no presenta trazos de torneado, habiendo sido cocida, al parecer, en horno de escasa potencia. La vasija se puede considerar, con bastante seguridad, como de época visígótica, y pertenece a un tipo de cerámica de carácter ritual, siempre procedente de necrópolis, y cuyas formas se consideran una evolución de diseños procedentes del mundo romano, todavía con ecos clasicistas, pero suponiendo un retroceso en cuanto a ejecución técnica.
Este tipo de vasijas responde a la costumbre, seguida tanto por hispano-romanos como por visigodos, consistente en colocar, con sentido ritual, pequeños jarros dentro de los enterramientos, en el lado derecho de la cabeza del difunto, siendo lo normal que cada tumba tenga un solo ejemplar. Su cronología varía entre los siglos VI y VII sin mayor concreción (19) y en cuanto a las formas de la jarrita aquí tratada, podrían permitir incluirla, con las debidas reservas dentro de la forma 11 de la tipología de Izquierdo Benito. Las incisiones a peine, rectilíneas y horizontales, finas y poco profundas se encuentran en piezas de San Pedro de Alcántara (Málaga) (20), Piña de Esgueva (21) y Herrera de Duero (22) ambos en Valladolid. En cuanto a la dispersión de la forma 11, según Izquierdo Benito, se localiza principalmente en la parte Sur de la península, en Baza (23) y Marugán (24) (Granada), así como en S. Pedro de Alcántara, mientras que en el resto de España se encuentra en Piña de Esgueva, Burguillos (25) y Casa Herrera (26) ambos en Badajoz.
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4.1. La Vasija Ritual
Como se ha dicho, en uno de los enterramientos se recuperó el ajuar, consistente en una lucerna de bronce y una jarrita de cerámica con asa (16) de 174 mm. de altura entre borde y centro. El cuerpo es piriforme con tendencia globular, adelgazándose de forma airosa en el cuello y terminando en borde ligeramente carenado y exvasado.
Está decorado de forma muy discreta, con cuatro bandas horizontales y paralelas, de unos 5 mm. de grosor cada una y formada cada una de ellas por tres incisiones, también paralelas, de 1 mm., trazadas a peine, distribuidas a partir del arranque del cuello, en sentido ascendente (17). El asa es de sección ovoide, con suave acanaladura al exterior, extendiéndose desde el borde del labio hasta el punto donde la panza se transforma en cuello, estando implantado según un eje vertical paralelo al eje de la vasija y no desviado con respecto a éste, como en otras piezas. Las paredes aparentan tener un grosor uniforme, con una media de 4 mm., mientras que la pastacerámica es poco depurada, porosa, granulada, de escasa consistencia, y color pardo-rosado, oscilando entre los tonos M-20 y N-39 en la tabla de Cailleux (18).
Presenta una pátina gris verdosa, en tono T-85 de Cailleux, habiendo sido alisada la superficie antes de trazar la decoración de incisiones, por lo que no presenta trazos de torneado, habiendo sido cocida, al parecer, en horno de escasa potencia. La vasija se puede considerar, con bastante seguridad, como de época visígótica, y pertenece a un tipo de cerámica de carácter ritual, siempre procedente de necrópolis, y cuyas formas se consideran una evolución de diseños procedentes del mundo romano, todavía con ecos clasicistas, pero suponiendo un retroceso en cuanto a ejecución técnica.
Este tipo de vasijas responde a la costumbre, seguida tanto por hispano-romanos como por visigodos, consistente en colocar, con sentido ritual, pequeños jarros dentro de los enterramientos, en el lado derecho de la cabeza del difunto, siendo lo normal que cada tumba tenga un solo ejemplar. Su cronología varía entre los siglos VI y VII sin mayor concreción (19) y en cuanto a las formas de la jarrita aquí tratada, podrían permitir incluirla, con las debidas reservas dentro de la forma 11 de la tipología de Izquierdo Benito. Las incisiones a peine, rectilíneas y horizontales, finas y poco profundas se encuentran en piezas de San Pedro de Alcántara (Málaga) (20), Piña de Esgueva (21) y Herrera de Duero (22) ambos en Valladolid. En cuanto a la dispersión de la forma 11, según Izquierdo Benito, se localiza principalmente en la parte Sur de la península, en Baza (23) y Marugán (24) (Granada), así como en S. Pedro de Alcántara, mientras que en el resto de España se encuentra en Piña de Esgueva, Burguillos (25) y Casa Herrera (26) ambos en Badajoz.
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4.2. La Lucerna de Bronce
Esta pieza, con el número de registro 269 en el Museo Municipal de San Roque, tiene una longitud máxima de 158,5 mm., con una altura de 111,4 mm. y ancho de 49 mm. El material es bronce, con un peso de 530 gramos y pátina estable, sin focos aparentes de cloruros y un color verde oscuro, que oscila entre los tonos S-91 y P-89 de la tabla de Cailleux.
Su forma es de ave, con dos orificios para mechas, otro de alimentación o entrada de aceite y una lengüeta vertical y perforada que parte del lomo como elemento de suspensión. El conjunto se apoya en una base discoidal irregular que adopta formade cilindro o de tronco de cono, según el ángulo de observación. Tiene 38 mm. de diámetro, 7 de altura, y presenta casi en el centro visto desde abajo, un pequeño rehundido en su superficie, con forma de triángulo, sin que pueda determinarse por el momento si corresponde a algún tipo de marca o si se trata solamente de la huella de un golpe casual o bien un defecto de fabricación.
Sobre esa base, relativamente estable, se asienta al cuerpo, alargado y naviforme, encerrando un depósito con capacidad máxima de 60 ml. pero reducida a 35 ml. para un uso práctico de la lucerna, depósito alimentado de aceite merced a un hueco triangular abierto en la parte alta cerrado con tapadera perdida en momento indeterminado (pero anterior al hallazgo de la lucerna) y modelada conforme al cuerpo del ave, al cual estaba unida por una charnela cuyos restos se conservan. En la lucerna de Regina los restos del cierre indican que este consistía en una simple lámina muy delgada, aunque esto pueda indicar una tosca reparación ante la pérdida de la tapadera primitiva.
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Esta pieza, con el número de registro 269 en el Museo Municipal de San Roque, tiene una longitud máxima de 158,5 mm., con una altura de 111,4 mm. y ancho de 49 mm. El material es bronce, con un peso de 530 gramos y pátina estable, sin focos aparentes de cloruros y un color verde oscuro, que oscila entre los tonos S-91 y P-89 de la tabla de Cailleux.
Su forma es de ave, con dos orificios para mechas, otro de alimentación o entrada de aceite y una lengüeta vertical y perforada que parte del lomo como elemento de suspensión. El conjunto se apoya en una base discoidal irregular que adopta formade cilindro o de tronco de cono, según el ángulo de observación. Tiene 38 mm. de diámetro, 7 de altura, y presenta casi en el centro visto desde abajo, un pequeño rehundido en su superficie, con forma de triángulo, sin que pueda determinarse por el momento si corresponde a algún tipo de marca o si se trata solamente de la huella de un golpe casual o bien un defecto de fabricación.
Sobre esa base, relativamente estable, se asienta al cuerpo, alargado y naviforme, encerrando un depósito con capacidad máxima de 60 ml. pero reducida a 35 ml. para un uso práctico de la lucerna, depósito alimentado de aceite merced a un hueco triangular abierto en la parte alta cerrado con tapadera perdida en momento indeterminado (pero anterior al hallazgo de la lucerna) y modelada conforme al cuerpo del ave, al cual estaba unida por una charnela cuyos restos se conservan. En la lucerna de Regina los restos del cierre indican que este consistía en una simple lámina muy delgada, aunque esto pueda indicar una tosca reparación ante la pérdida de la tapadera primitiva.
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En cada uno de los laterales del depósito, que serían los costados del animal, dos resaltes de algo más de 1 mm. de espesor forman las alas, cerradas sobre el cuerpo y cuyo plumaje se ha representado por medio de incisiones verticales, trazadas con lima, toscas, irregulares y en número de tres en el costado derecho y cuatro en el izquierdo, a las cuales cruzan otras horizontales, muy finas trazadas a buril, cinco o seis en cada lado, algunas muy borradas por la erosión sufrida por la pieza, o disimuladas por la pátina. Entre ambas clases de incisiones, las verticales y las horizontales, se han trazado otras incisiones, estas, spicatae o en forma de espigas, con las cuales se ha tratado de representar, de forma harto sumaria y esquemática el plumaje de las alas. Este se completa con tres finas incisiones, también con aspecto de espigas, que prolongan hacia atrás el ala cerrando su diseño.
Del cuerpo parte un cuello muy largo, con tendencia cilíndrica, rematado en la cabeza. En ella destacan el pico, plano por abajo, de sección con tendencia triangular, en suave curva con inflexión casi imperceptible por arriba y orificios nasales apenas insinuados, asimétricos, o sea cada uno a diferente distancia de la punta del pico. Los ojos están resueltos con pequeños trazos curvos, de forma escasamente realista, mientras que la cabeza está coronada por un penacho de seis "pétalos" irregulares, con marcada tendencia triangular unidos al borde del orificio para la mecha, presentando una de las plumas o pétalos, una ligera desviación hacia abajo como producida por un golpe. Este segundo orificio para llama, situado en la cabeza, tiene carácter único y dudosa funcionalidad, dada la distancia en vertical entre el extremo encendido de la mecha y el opuesto, sumergido en el aceite. Sólo una lucerna aviforme, de las que hemos localizado, presenta orificio para llama en la cabeza, pero no en combinación con un rostrum en el extremo de la cola, como en nuestro caso.
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De la espalda del ave, surge, con algunos grados de desviación respecto a la vertical, un apéndice plano, de escasos rnilímetros de grosor, con paredes paralelas, rematado en un pequeño disco que intenta ser circular, y bajo éste, una decoración de dos pequenas incisiones paralelas. Este apéndice o pedúnculo con un pequeño orificio oval de 5,5 mm. para enganchar una cadena y suspender la pieza, cumple la función de asa.
La parte correspondiente a la cola es la de aspecto más "clásico" de toda la pieza, pues se abre y ensancha para permitir una amplia piquera para la llama, formando el típico rostrum, presentando en su extremo un elemento singular, consistente en un rebaje rectangular, con menos de 1 mm. de profundidad, en cuyo interior se aprecia una perforación de algunos milímetros, que puede obedecer a una burbuja o fallo en la fundición, que se intentó restaurar con una plaquita rectangular, hoy perdida, o bien puede deberse al orificio de anclaje para sujeción de una pieza soldada, que podría corresponder a las plumas de la cola, tal vez formando una especie de disco reflector o al contrario, para atenuar la luz de la llama, pero a la inexistencia de ejemplos conservados, hemos de unir el caso de la lucema de Regina, que afectada por pequeñas burbujas como defecto de fundición, una de ellas mayor que las demás se reparó en época antigua con una plaquita rectangular, por lo que descartamos la idea de una pieza aplicada formando la cola.
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La parte correspondiente a la cola es la de aspecto más "clásico" de toda la pieza, pues se abre y ensancha para permitir una amplia piquera para la llama, formando el típico rostrum, presentando en su extremo un elemento singular, consistente en un rebaje rectangular, con menos de 1 mm. de profundidad, en cuyo interior se aprecia una perforación de algunos milímetros, que puede obedecer a una burbuja o fallo en la fundición, que se intentó restaurar con una plaquita rectangular, hoy perdida, o bien puede deberse al orificio de anclaje para sujeción de una pieza soldada, que podría corresponder a las plumas de la cola, tal vez formando una especie de disco reflector o al contrario, para atenuar la luz de la llama, pero a la inexistencia de ejemplos conservados, hemos de unir el caso de la lucema de Regina, que afectada por pequeñas burbujas como defecto de fundición, una de ellas mayor que las demás se reparó en época antigua con una plaquita rectangular, por lo que descartamos la idea de una pieza aplicada formando la cola.
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Sobre el ave representada, no estamos de acuerdo con interpretarla como una paloma, ya que el cuello es más largo y delgado, y el coronamiento de plumas de la cabeza puede intentar reproducir el penacho de los pavos reales, por lo que nos inclinamos por considerar la pieza como representación de éste tipo de aves, opinión reforzada por el gran parecido entre la lucerna de Ojeda y la serie de lucernas coptas representando pavos reales, de la cual parece derivar nuestro ejemplar.
En cuanto a su simbolisimo, el pavo real en la iconografía cristiana representa la resurrección de Cristo y por medio de ésta, la inmortalidad del alma. El origen de esto se encuentra, en primer lugar en que esta ave pierde sus plumas cada año al fin del otoño, para revestirse con ellas otra vez en primavera, cuando la naturaleza revive. San Agustín se hace eco de una antiquísima leyenda, según la cual, la carne del pavo real no se corrompe, simbolizando por tanto la inmortalidad. Según Schneider (27) el pavo real: "Es símbolo del eterno cambio del día y de la noche, del nacimiento y de la muerte, que se expresa por la muda anual de su plumaje, el pavo real llega a constituir el emblema de lainmortalidad, la cualsedebe a lapresencia continua delos pavos reales en la fuente sagrada o al pie del árbol de la vida. Tanto en las culturas antiguas, como en la cristiana, el pavo real es símbolo de elemento aire, de la contemplación, de la fe y de la oración". Según José Antonio Pérez-Rioja (28) los cien ojos de la cola son evocación de la Iglesia, que todo lo ve, siendo, además la pluma de pavo real uno de los atributos de Santa Bárbara. Por otra parte, el motivo de los pavos reales bebiendo de un cáliz, que se encuentra en las catacumbas alude a la inmortalidad que se alcanza gracias a la Eucaristía (29). También existen dibujos localizados sobre enterramientos de los primeros cristianos, con el pavo real posado sobre un globo, con la cola abierta y mostrando unas plumas llenas de ojos, interpretándose como que el difunto abandona la tierra y se dirige al cielo (30).
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En cuanto a su simbolisimo, el pavo real en la iconografía cristiana representa la resurrección de Cristo y por medio de ésta, la inmortalidad del alma. El origen de esto se encuentra, en primer lugar en que esta ave pierde sus plumas cada año al fin del otoño, para revestirse con ellas otra vez en primavera, cuando la naturaleza revive. San Agustín se hace eco de una antiquísima leyenda, según la cual, la carne del pavo real no se corrompe, simbolizando por tanto la inmortalidad. Según Schneider (27) el pavo real: "Es símbolo del eterno cambio del día y de la noche, del nacimiento y de la muerte, que se expresa por la muda anual de su plumaje, el pavo real llega a constituir el emblema de lainmortalidad, la cualsedebe a lapresencia continua delos pavos reales en la fuente sagrada o al pie del árbol de la vida. Tanto en las culturas antiguas, como en la cristiana, el pavo real es símbolo de elemento aire, de la contemplación, de la fe y de la oración". Según José Antonio Pérez-Rioja (28) los cien ojos de la cola son evocación de la Iglesia, que todo lo ve, siendo, además la pluma de pavo real uno de los atributos de Santa Bárbara. Por otra parte, el motivo de los pavos reales bebiendo de un cáliz, que se encuentra en las catacumbas alude a la inmortalidad que se alcanza gracias a la Eucaristía (29). También existen dibujos localizados sobre enterramientos de los primeros cristianos, con el pavo real posado sobre un globo, con la cola abierta y mostrando unas plumas llenas de ojos, interpretándose como que el difunto abandona la tierra y se dirige al cielo (30).
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Con lo expuesto creemos haber llamado suficientemente la atención sobre la riqueza simbólica de este animal en la iconografía cristiana (31). En el aspecto de la conservación y las huellas de uso, se aprecia como la pieza presenta fuerte erosión en todas sus aristas, siempre bajo la pátina, y el examen detenido de la superficie revela incisiones o rayas muy finas también bajo la pátina. Todo esto en unión de la pérdida de la tapadera del depósito parece indicar un uso intenso y continuado, durante la vida operativa del objeto, hasta que fue depositado en la tumba y adquirió la pátina noble que lo cubre por entero. Creemos posible afirmar que la posición habitual de uso, dada la poca importancia prestada a las patas y al soporte inferior, era en suspensión por medio de una delgada cadena, de la cual era desenganchada la lucerna sólo para la operación de reponer el aceite.
Las piezas afines a la lucerna de Ojeda son muy escasas, aunque por el momento se tienen referencias sobre unos veinticinco ejemplares, conservados en los museos de Berlín, Hamburgo, Recklinghausen, Mainz (Maguncia), Speyer, Londres, París, Florencia, El Cairo, Washington, Madrid, Badajoz y San Roque, no obstante por ahora sólo disponemos de información sobre doce ejemplares, sin contar el que aquí nos ocupa. Por desgracia casi todas estas lucernas carecen prácticamente de datación cronológica segura, debiendo ser suplida esta deficiencia con apreciaciones de orden estilístico, recurso muy ambiguo en este tipo de objetos, casi desprovistos de elementos decorativos auxiliares, y pertenecientes a una época, los llamados siglos oscuros, todavía poco estudiada en general. Para facilitar las referencias, se establecen estas abreviaturas:
TO Procedente de la Toscana.
VA Museo Victoria y Alberto, Londres.
AL A ltrip.
RE Recklinghausen.
MAN Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
MAINZ Römisch Germanisches Museum de Mainz (Maguncia).
DUM Colección Dumbarton Oaks, Washington, D.F.
TELL En el British Museum de Londres, procedente de Tell-el-Yarnudiya.
PAT Lucerna en forma de pato, en el Museo egipcio de El Cairo.
GALL Lucerna en forma de gallo, en el Museo Arqueológico de Florencia.
PAJ Lucerna en forma de pájaro, en el Museo egipcio de El Cairo.
REG En el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz.
OJEDA Conservado en el Museo Histórico del Campo de Gibraltar, en San Roque.
Estas lucernas de bronce tienen forma de diversas aves, pudiéndose identificar entre ellas cinco tipos o especies, repartidas de esa forma:
Cinco pavos reales (MAN, MAINZ, DUM, TELL y OJEDA)
Tres palomas (VA, AL y RE).
Un pato (El Cairo)
Un gallo (Florencia).
Tres pájaros pequeños no identificados (TO, PAG y REG).
En su trabajo sobre la lucerna del Museo Victoria y Alberto de Londres, Beckwith se refiere, aunque sin dar referencias muy concretas, a un grupo de lucernas aviformes encontradas en Medinet el-Fayum y Ahkmin, en el Alto Egipto, en Qustul, Nubía, sugiriendo que el Alto Egipto pudiera ser su lugar de fabricación (32) . Desde luego, está fuera de duda el que estos "pájaros de luz" están asociados a la iconografía paleocristiana, teniendo un uso religioso, como lámparas de altar. De los doce ejemplares que hasta ahora hemos localizado, nueve de ellos, (MAN, MAINZ, DUM, TELL, PAT, GALL, FAJ, RE y TO) mas de las dos terceras partes, se adscriben con seguridad a la cultura Copta, desarrollada por los cristianos de Egipto bajo influencia bizantina, y de las otras tres lucernas (REG, AL y VA) una de ellas (VA), al parecer procedente de Asia menor, es considerada como bizantina.
TO Procedente de la Toscana.
VA Museo Victoria y Alberto, Londres.
AL A ltrip.
RE Recklinghausen.
MAN Museo Arqueológico Nacional, Madrid.
MAINZ Römisch Germanisches Museum de Mainz (Maguncia).
DUM Colección Dumbarton Oaks, Washington, D.F.
TELL En el British Museum de Londres, procedente de Tell-el-Yarnudiya.
PAT Lucerna en forma de pato, en el Museo egipcio de El Cairo.
GALL Lucerna en forma de gallo, en el Museo Arqueológico de Florencia.
PAJ Lucerna en forma de pájaro, en el Museo egipcio de El Cairo.
REG En el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz.
OJEDA Conservado en el Museo Histórico del Campo de Gibraltar, en San Roque.
Estas lucernas de bronce tienen forma de diversas aves, pudiéndose identificar entre ellas cinco tipos o especies, repartidas de esa forma:
Cinco pavos reales (MAN, MAINZ, DUM, TELL y OJEDA)
Tres palomas (VA, AL y RE).
Un pato (El Cairo)
Un gallo (Florencia).
Tres pájaros pequeños no identificados (TO, PAG y REG).
En su trabajo sobre la lucerna del Museo Victoria y Alberto de Londres, Beckwith se refiere, aunque sin dar referencias muy concretas, a un grupo de lucernas aviformes encontradas en Medinet el-Fayum y Ahkmin, en el Alto Egipto, en Qustul, Nubía, sugiriendo que el Alto Egipto pudiera ser su lugar de fabricación (32) . Desde luego, está fuera de duda el que estos "pájaros de luz" están asociados a la iconografía paleocristiana, teniendo un uso religioso, como lámparas de altar. De los doce ejemplares que hasta ahora hemos localizado, nueve de ellos, (MAN, MAINZ, DUM, TELL, PAT, GALL, FAJ, RE y TO) mas de las dos terceras partes, se adscriben con seguridad a la cultura Copta, desarrollada por los cristianos de Egipto bajo influencia bizantina, y de las otras tres lucernas (REG, AL y VA) una de ellas (VA), al parecer procedente de Asia menor, es considerada como bizantina.
En el aspecto morfológico, responden a una fórmula constante, con pequeñas y escasas variantes, para cuyo análisis es necesario empezar por dividir el conjunto de la lucerna en tres secciones:
La sección primera o delantera, al no estar tan sometida al compromiso de lo funcional como las otras secciones, permite un tratamiento plástico naturalista, concentrándose en ella los rasgos definitoríos del tipo de ave (paloma, pavo real, etc.) siendo una zona con la doble función de asidero y de contrapeso del rostrum.
La sección segunda o central, corresponde al tronco, al cuerpo en si del animal y es donde aparecen mas aspectos funcionales, cuya resolución además permite distintas soluciones. El elemento más importante, pues es imprescindible en cualquier lucerna, es el infundibulum o depósito para el aceite, así como su orificio de alimentación, cuya forma tiende a ser triangular o acorazonada, y generalmente cerrado con una tapadera, unida al conjunto por una charnela y a veces rematada en su extremo con un pequeño asidero. Suele estar cuidadosamente modelada como continuación del dorso de la pieza, aunque a veces (Regina) los restos correspondan a una simple plaquita recortada, lo cual puede indicar una reparación tras la pérdida de la primitiva tapadera. Los elementos de sustentación o soporte, pueden ser inferiores, para depositar la pieza sobre una superficie plana, resolviéndose esto a veces de forma naturalista, con las propias patas del ave extendidas y apoyadas sobre sus dedos, directamente sobre el suelo (AL, RE, TO, GALL, PAG) o bien sobre una pequeña peana discoidal (VA).
Casos insólitos ofrecen RE y REG, pues el primero, sin peana, obtiene la estabilidad por medio de una tercera "pata" que surge de la cola y permite obtener la necesaria horizontalidad que permite el funcionamiento de la lucerna, mientras que en Regina, ello se obtiene del modo más simple, eficaz y estético al replegar sencillamente las patas a nivel de la parte baja del cuerpo. En otros casos se prescinde de las patas disponiéndose bajo el vientre un soporte en forma tronco-cónica decorado con molduras (MAN, MAINZ, DUM, TELL, PAG, PAT), soporte reducido en OJEDA a un simple disco. Alguno presenta en su base el orificio de encastre para encajar en el vástago de un soporte, también de bronce, al objeto de alzar la lucerna y que proporcionara más iluminación, sistema que fue adoptado más tarde por el mundo islámico. En otras ocasiones el problema de elevar la lucerna se resolvía suspendiéndola por medio de una cadenita, que podía ser compuesta, dividiéndose en tres ramales enganchados a anillos situados en el dorso de la lucerna (TO, AL). Las dos lucemas descubiertas en España, REGINA y OJEDA forman un pequeño grupo aparte, al ser las únicas que están provistas de un pedúnculo perforado, situado entre el cuello y el orificio de alimentación y el cual enganchaba una cadenita simple.
La sección tercera o trasera, comprende en su aspecto plástico la cola y el extremo de las alas, y en el funcional el clásico rostrum con el orificio para la llama, doble en el caso de RE y que a veces tiene junto a él un pequeño pedúnculo (MAN, MAINZ, DUM, TELL). Al estar la parte del rostrum, contrapesada con la opuesta de la cabeza, se permite que al menos dos tercios y a veces tres cuartos de la longitud en la lucerna estén en el aire, lo que confiere a estas piezas singular elegancia.
En el conjunto de lucernas aviformes se pueden establecer provisionalmente varios grupos:
La sección primera o delantera, al no estar tan sometida al compromiso de lo funcional como las otras secciones, permite un tratamiento plástico naturalista, concentrándose en ella los rasgos definitoríos del tipo de ave (paloma, pavo real, etc.) siendo una zona con la doble función de asidero y de contrapeso del rostrum.
La sección segunda o central, corresponde al tronco, al cuerpo en si del animal y es donde aparecen mas aspectos funcionales, cuya resolución además permite distintas soluciones. El elemento más importante, pues es imprescindible en cualquier lucerna, es el infundibulum o depósito para el aceite, así como su orificio de alimentación, cuya forma tiende a ser triangular o acorazonada, y generalmente cerrado con una tapadera, unida al conjunto por una charnela y a veces rematada en su extremo con un pequeño asidero. Suele estar cuidadosamente modelada como continuación del dorso de la pieza, aunque a veces (Regina) los restos correspondan a una simple plaquita recortada, lo cual puede indicar una reparación tras la pérdida de la primitiva tapadera. Los elementos de sustentación o soporte, pueden ser inferiores, para depositar la pieza sobre una superficie plana, resolviéndose esto a veces de forma naturalista, con las propias patas del ave extendidas y apoyadas sobre sus dedos, directamente sobre el suelo (AL, RE, TO, GALL, PAG) o bien sobre una pequeña peana discoidal (VA).
Casos insólitos ofrecen RE y REG, pues el primero, sin peana, obtiene la estabilidad por medio de una tercera "pata" que surge de la cola y permite obtener la necesaria horizontalidad que permite el funcionamiento de la lucerna, mientras que en Regina, ello se obtiene del modo más simple, eficaz y estético al replegar sencillamente las patas a nivel de la parte baja del cuerpo. En otros casos se prescinde de las patas disponiéndose bajo el vientre un soporte en forma tronco-cónica decorado con molduras (MAN, MAINZ, DUM, TELL, PAG, PAT), soporte reducido en OJEDA a un simple disco. Alguno presenta en su base el orificio de encastre para encajar en el vástago de un soporte, también de bronce, al objeto de alzar la lucerna y que proporcionara más iluminación, sistema que fue adoptado más tarde por el mundo islámico. En otras ocasiones el problema de elevar la lucerna se resolvía suspendiéndola por medio de una cadenita, que podía ser compuesta, dividiéndose en tres ramales enganchados a anillos situados en el dorso de la lucerna (TO, AL). Las dos lucemas descubiertas en España, REGINA y OJEDA forman un pequeño grupo aparte, al ser las únicas que están provistas de un pedúnculo perforado, situado entre el cuello y el orificio de alimentación y el cual enganchaba una cadenita simple.
La sección tercera o trasera, comprende en su aspecto plástico la cola y el extremo de las alas, y en el funcional el clásico rostrum con el orificio para la llama, doble en el caso de RE y que a veces tiene junto a él un pequeño pedúnculo (MAN, MAINZ, DUM, TELL). Al estar la parte del rostrum, contrapesada con la opuesta de la cabeza, se permite que al menos dos tercios y a veces tres cuartos de la longitud en la lucerna estén en el aire, lo que confiere a estas piezas singular elegancia.
En el conjunto de lucernas aviformes se pueden establecer provisionalmente varios grupos:
Lucernas que en mayoría tienen clara forma de paloma, (AL, VA, RE) o de otras aves, (TO, GALL) cuyo elemento de sustentación inferior está formado por las patas del ave, en un caso (VA) con pequeña peana discoidal y en otro (RE) con el auxilio de un tercer soporte. Excepto VA tienen elementos superiores de suspensión, ya descritos. Una lucerna (TOS) es considerada copta y del siglo IV mientras que a VA se la tiene por bizantina y del siglo V. En general tienen un aspecto más naturalista y más clásico (excepto TO y GALL) que las del grupo siguiente.
Lucernas que forman un grupo muy homogéneo, en los caso de MAN, MAINZ, DUM, y del cual parecen ser variantes PAT y PAJ, con TELL como vínculo. Salvo PAT y PAJ representan pavos reales, careciendo de elementos de suspensión en su parte superior y apoyando sobre las descritas bases tronco-cónicas. Las patas están atrofiadas y se representan de forma sumaria a los lados del infundíbulum, entre las alas y la base. Son coptas con toda seguridad y su arte se ve muy evolucionado con respecto al del grupo anterior, con tendencia a abandonar el naturalismo residual y simplificado ante una creciente tendencia a lo esquemático, ornamental y fantástico, tendiendo a un aniconismo ya propio de los primeros tíe?npos medievales y que inspirara el arte islámico.
El pequeño grupo hispánico, formado por las lucernas de REGINA y OJEDA, está individualizado por la presencia del pedúnculo de suspensión, soporte que lo conecta con el grupo primero, mientras que la inexistencia de patas (OJEDA) o el plegado de las mismas muestra una conexión con el serundo grupo. Por su arte REGINA parece anterior a OJEDA, y esta aparece fuertemente en conexión con los modelos coptos del segundo grupo, de los cuales podría ser una evolución simplificada. En ambas lucernas de este tercer grupo los problemas funcionales parecen resueltos de forma más práctica y evolucionada que en las demás lucernas.
5. Piezas paralelas o relacionables con la lucerna de Ojeda
Lucernas que forman un grupo muy homogéneo, en los caso de MAN, MAINZ, DUM, y del cual parecen ser variantes PAT y PAJ, con TELL como vínculo. Salvo PAT y PAJ representan pavos reales, careciendo de elementos de suspensión en su parte superior y apoyando sobre las descritas bases tronco-cónicas. Las patas están atrofiadas y se representan de forma sumaria a los lados del infundíbulum, entre las alas y la base. Son coptas con toda seguridad y su arte se ve muy evolucionado con respecto al del grupo anterior, con tendencia a abandonar el naturalismo residual y simplificado ante una creciente tendencia a lo esquemático, ornamental y fantástico, tendiendo a un aniconismo ya propio de los primeros tíe?npos medievales y que inspirara el arte islámico.
El pequeño grupo hispánico, formado por las lucernas de REGINA y OJEDA, está individualizado por la presencia del pedúnculo de suspensión, soporte que lo conecta con el grupo primero, mientras que la inexistencia de patas (OJEDA) o el plegado de las mismas muestra una conexión con el serundo grupo. Por su arte REGINA parece anterior a OJEDA, y esta aparece fuertemente en conexión con los modelos coptos del segundo grupo, de los cuales podría ser una evolución simplificada. En ambas lucernas de este tercer grupo los problemas funcionales parecen resueltos de forma más práctica y evolucionada que en las demás lucernas.
5. Piezas paralelas o relacionables con la lucerna de Ojeda
TO: Lucerna procedente de la Toscana, conservada en el Louvre, y considerada por Coche de la Ferte como de alrededor del siglo IV, sin mas precisión. Presenta un orificioparallama en su cabeza, caso insólito, y tiene el pico doblado por algún golpe. El cuello es corto, propio de pájaro y el cuerpo tiene el orificio de alimentación en el dorso, rodeado de tres anillos para fijar las cadenas de suspensión. Se sustenta sobre sus propias patas, de gruesos dedos, sin peana. La colatienela funcióndeasidero y contrapeso. La tendencia del modelado es naturalista, pero la decoración incisa, de pequeños trazos rectos que figura el plumaje es tosca y esquemática (33).
AL: Procedente de Altrip y encontrada alrededor de 1860, mide 12 x 9 cm. El aspecto general es de paloma, con orificio de alimentación rodeado por los tres anillos para el sistema de suspensión. Se sustentaba sobre sus propias patas, muy adelantadas, lo cual perjudicaría la estabilidad y haría necesaria la peana, así como fuerte contrapeso en la zona de cuello y buche. La cola alberga el orificio de la llama, el aspecto general es naturalista, con el plumaje resuelto con incisiones semicirculares. Se la ha fechado el siglo IV (34).
VA: Conservada en el Museo Victoria y Alberto de Londres, procede al parecer de Asia Menor. Representa con bastante seguridad una paloma, en la cual, cabeza, cuello y buche tienden al naturalismo, los ojos miran fijamente hacia arriba, carece de elementos de suspensión y se sostiene sobre sus propias patas unidas a una peana discoidal, que presenta en la parte inferior un encastre rectangular para instalar la lucerna sobre el vástago de un pie de bronce. Beckwith la considera del siglo V (35).
RE: En el Ikonenmuseum de Recklinghausen, se encuentra esta pieza procedente de Schêch Abâde (Antinoë o Antinopolis, en el Alto Egipto). Con el nº 515 de inventario, mide 12,5 x 19 cm, y su forma es de paloma, cuyo cuello gira a un lado la cabeza. No se aprecian vestigios claros del sistema de suspensión, estando el de soporte resuelto por las propias patas del animal, sin peana, pero suplementadas por un tercer apoyo para lograr la horizontalidad. La cola se bifurca presentando dos orificios de llama, detalle bastante insólito. La tendencia del modelado es naturalista, pero el plumaje está resuelto con incisiones toscas de forma esquemática. Según Wessel y Badawy, es obra copta del siglo V (36).
GALL: Esta lucerna en forma de gallo se conserva en el Museo Arqueológico de Florencia, con el nº 7565 de inventario. El cuello permanece erguido siendo muy visible la cresta, de tamaño exagerado, parece presentar en el dorso algún resto del sistema de suspensión, alrededor del orificio de alimentación. El cuerpo, ensanchado con las alas para dar más capacidad al depósito de aceite, se sostiene sobre las patas, muy toscas, sin que ningún elemento garantice la horizontalidad. El la cola, el rostrum muy sencillo. El modelado no es naturalista sino muy sumario, de aspecto infantil y caricaturesco. Es obra copta (37).
MAN: Lucerna en bronce en forma de pavo real conservada en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, de procedencia desconocida y con la que iniciamos una serie muy homogénea, de lucernas representando pavos reales y pertenecientes a la cultura copta. En esta pieza, se ha perdido el penacho propio de los pavos reales, conservando sus arranques. La cabeza y pico, de perfil naturalista, son inconfundibles, no presenta elementos de suspensión, pero sí una base troncocónica moldurada. El oríficio de alimentación tiene una tapadera muy elaborada y en el extremo de la cola, el orificio de la llama presenta un peculiar reborde discoidal, con un pequeño pedúnculo vertical. El plumaje, poco naturalista, está conseguido por modelado mas que por incisión. El conjunto está muy logrado estéticamente, aunque alejándose del naturalisimo en pro de una libertad formal. Es indudablemente obra copta (38).
MAINZ: Pieza similar a la anterior es esta del Römisch-Germanisches Museum de Mainz (Maguncia), que conserva entero el penacho y en la cual se aprecian las patas atrofiadas, que, figuradas y no funcionales, pueden verse a ambos lados del vientre, entre las alas y la base moldurada. Con dudas, Badowy la considera del Siglo VI siendo copta, como la anterior y las siguientes (39).
DUM: En la colección Dumbarton Oaks, de Washington, D.F. se conserva esta lucerna, similar al las anteriores, en excelente estado de conservación y con algunos detalles ornamentales que pueden contribuir a su datación cronológica. En la cabeza se conserva bien el penacho, dividido en tres plumas, la central decorada con dos círculos concéntricos, en el pico el "moco" propio de la especie está representado en forma idealizada, así como los adornos naturales junto a los ojos, resueltos con círculos concéntricos. Como las piezas anteriores no tiene elementos de suspensión, pero sí una base bajo el vientre, cilíndrica hasta la mitad y luego ampliando su diámetro con tres molduras. Entre la base y las alas, las consabidas patas atrofiadas. La cola está representada también de forma ideal, formando facetas en su sentido longitudinal, que están decoradas con círculos concéntricos, en su extremo el orificio de la llama y entre ambos un pequeño pedúnculo. El plumaje, también representado por modelado, que incluye la tapadera del orificio de alimentación, y trazándose los detalles de las gruesas plumas por medio de trabajo a buril. Ha sido fechada la pieza, entre el siglo IV y el VII, sugiriendo Badawy el VI, con dudas. Muy interesantes son los círculos concéntricos que decoran las plumas del penacho y la cola pues no sólo representan los "ojos" cuya importancia simbólica vimos antes, sino que son idénticos a los que decoran incensarios coptos, también conservados en la misma colección y datado uno de ellos en los siglos VI-VII (40).
TELL: Procedente de Tell el‑Yamudiya y conservada en el British Museum, esta pieza, en líneas generales está relacionada con las anteriores, si bien el pavo real tiene el cuello con diferente longitud e inclinación, el modelado es distinto y el penacho, támbién con tres plumas, se resuelve de otra manera. Es obra copta y se cree, con reservas, que podría fecharse en el siglo VI (41).
PAS: En el Museo egipcio de El Cairo se conserva esta lucerna en forma de pájaro, mal conservada y de tosca ejecución. No presenta elementos de suspensión, la base está en relación con las de las anteriores piezas, el orificio de alimentación no parece haber tenido tapadera unida con charnela, y el rostrum es muy rudimentario (42).
PAT: También en el mismo museo que la pieza anterior, esta lucerna en forma de pato responde compositívamente al esquema clásico en estas piezas, aunque de forma mucho mas sencilla y funcional. Lo compacto de su volumen y la estricta economía de medios plásticos recuerdan a la española de Regina. Como la anterior, no tiene restos de elementos de sustentación, ni de tapadera unida con charnela en el orificio de alimentación. El mal estado de conservación en la superficie impide apreciar los detalles, pero el plumaje parece resuelto por medio de modelado simple combinado con incisiones (43).
REG: Descubierta en el teatro de la ciudad romana de Regina Turdulormi (Casas de Reina, Badajoz) al parecer en un contexto arqueológico con fragmentos de sigillata gris paleocristiana, fue restaurada en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, conservándose en la actualidad en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, con el nº de inventario 10.273. Es de reducidas dimensiones, 113 x 87 mm. Su conservación es aceptable, aunque ha perdido la tapadera del orificio de alimentación. La cabeza posee un pico largo y puntiagudo, el cuello está replegado hacia la espalda, presenta pedúnculo perforado para suspensión, al igual que el otro ejemplar hispánico, la lucerna de Ojeda. Los restos de la tapadera del orificio de alimentación revelan una simple chapita plana, lo cual pudiera pertenecer a una restauración antigua. La sustentación se confía de forma muy ingeniosa, a las patas replegadas. El orificio de la llama en la cola es muy sencillo, y el plumaje, resuelto por medio de incisiones, como es habitual. Los volúmenes son compactos y el diseño general muy simple y eficaz, tanto estética como funcionalmente. Trinidad Nogales la sitúa cronológicamente en la 2ª mitad del siglo IV (44), pero otros autores la sitúan en el siglo V, con reservas (45). Por otra parte, si apareció en compañía de terra sigillata gris, no hemos de olvidar que esta cerámica abarcó cronológicamente los siglos V y VI (46), lo cual hay que tener en cuenta para fechar la lucerna.
CERRALBO: En el Museo del Marqués de Cerralbo de Madrid, se conserva una lucerna aviforme de bronce, procedente al parecer de la ciudad de San Fernando (47). Su decoración de carácter islámico la delata como muy posterior al período que estamos tratando. Es ejemplar único por su diseño alejado de las fórmulas aquí referidas: representa un pájaro, con un anillo de suspensión en la cabeza, en equilibrio sobre firmes patas y gruesos dedos, saliéndole bajo el buche una larga piquera similar a las islámicas anteriores al siglo XI, con decoración vegetal esquemática incisa, también típicamente hispano-musulmana. El plumaje de las alas se ha tratado de representar con desordenados trozos incisos, y la cola queda libre para servir de asidero y contrapeso para la piquera, cuya amplia abertura hace innecesario el orificio de alimentación. Camps Cazorla la consideró de época visigótica, afirmando que: "Constituye la única muestra de lámpara sagrada de las que eran colocadas sobre el altar". Gómez Moreno y Torres Balbas la clasificaron como hispanomusulmana, pero a pesar de la piquera y su decoración, y de la resolución artística de los detalles anatómicos, no encaja en la tipología de candiles de bronce islámicos de esa época. La solución podría estar en que efectivamente es una lámpara de altar, tal vez el resultado final de la evolución del tipo de lucernas que aquí nos ocupan, teniendo en cuenta, que han podido desaparecer los tipos intermedios al ser el bronce un material tradicionalmente tan codiciado. Y la resolución de la decoración en estilo islámico se debería al ser encargada o realizada por mozárabes para sus necesidades litúrgicas, siguiendo la tradición visigótica, y realizada bajo la influencia del arte hispanomusulmán. Se conservan dos ejemplares idénticos en Portugal y en el Museo Lázaro Galdeano de Madrid, caso insólito en este tipo de piezas, planteando tal vez un problema de falsificación, que esperamos desentrañar.
AL: Procedente de Altrip y encontrada alrededor de 1860, mide 12 x 9 cm. El aspecto general es de paloma, con orificio de alimentación rodeado por los tres anillos para el sistema de suspensión. Se sustentaba sobre sus propias patas, muy adelantadas, lo cual perjudicaría la estabilidad y haría necesaria la peana, así como fuerte contrapeso en la zona de cuello y buche. La cola alberga el orificio de la llama, el aspecto general es naturalista, con el plumaje resuelto con incisiones semicirculares. Se la ha fechado el siglo IV (34).
VA: Conservada en el Museo Victoria y Alberto de Londres, procede al parecer de Asia Menor. Representa con bastante seguridad una paloma, en la cual, cabeza, cuello y buche tienden al naturalismo, los ojos miran fijamente hacia arriba, carece de elementos de suspensión y se sostiene sobre sus propias patas unidas a una peana discoidal, que presenta en la parte inferior un encastre rectangular para instalar la lucerna sobre el vástago de un pie de bronce. Beckwith la considera del siglo V (35).
RE: En el Ikonenmuseum de Recklinghausen, se encuentra esta pieza procedente de Schêch Abâde (Antinoë o Antinopolis, en el Alto Egipto). Con el nº 515 de inventario, mide 12,5 x 19 cm, y su forma es de paloma, cuyo cuello gira a un lado la cabeza. No se aprecian vestigios claros del sistema de suspensión, estando el de soporte resuelto por las propias patas del animal, sin peana, pero suplementadas por un tercer apoyo para lograr la horizontalidad. La cola se bifurca presentando dos orificios de llama, detalle bastante insólito. La tendencia del modelado es naturalista, pero el plumaje está resuelto con incisiones toscas de forma esquemática. Según Wessel y Badawy, es obra copta del siglo V (36).
GALL: Esta lucerna en forma de gallo se conserva en el Museo Arqueológico de Florencia, con el nº 7565 de inventario. El cuello permanece erguido siendo muy visible la cresta, de tamaño exagerado, parece presentar en el dorso algún resto del sistema de suspensión, alrededor del orificio de alimentación. El cuerpo, ensanchado con las alas para dar más capacidad al depósito de aceite, se sostiene sobre las patas, muy toscas, sin que ningún elemento garantice la horizontalidad. El la cola, el rostrum muy sencillo. El modelado no es naturalista sino muy sumario, de aspecto infantil y caricaturesco. Es obra copta (37).
MAN: Lucerna en bronce en forma de pavo real conservada en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, de procedencia desconocida y con la que iniciamos una serie muy homogénea, de lucernas representando pavos reales y pertenecientes a la cultura copta. En esta pieza, se ha perdido el penacho propio de los pavos reales, conservando sus arranques. La cabeza y pico, de perfil naturalista, son inconfundibles, no presenta elementos de suspensión, pero sí una base troncocónica moldurada. El oríficio de alimentación tiene una tapadera muy elaborada y en el extremo de la cola, el orificio de la llama presenta un peculiar reborde discoidal, con un pequeño pedúnculo vertical. El plumaje, poco naturalista, está conseguido por modelado mas que por incisión. El conjunto está muy logrado estéticamente, aunque alejándose del naturalisimo en pro de una libertad formal. Es indudablemente obra copta (38).
MAINZ: Pieza similar a la anterior es esta del Römisch-Germanisches Museum de Mainz (Maguncia), que conserva entero el penacho y en la cual se aprecian las patas atrofiadas, que, figuradas y no funcionales, pueden verse a ambos lados del vientre, entre las alas y la base moldurada. Con dudas, Badowy la considera del Siglo VI siendo copta, como la anterior y las siguientes (39).
DUM: En la colección Dumbarton Oaks, de Washington, D.F. se conserva esta lucerna, similar al las anteriores, en excelente estado de conservación y con algunos detalles ornamentales que pueden contribuir a su datación cronológica. En la cabeza se conserva bien el penacho, dividido en tres plumas, la central decorada con dos círculos concéntricos, en el pico el "moco" propio de la especie está representado en forma idealizada, así como los adornos naturales junto a los ojos, resueltos con círculos concéntricos. Como las piezas anteriores no tiene elementos de suspensión, pero sí una base bajo el vientre, cilíndrica hasta la mitad y luego ampliando su diámetro con tres molduras. Entre la base y las alas, las consabidas patas atrofiadas. La cola está representada también de forma ideal, formando facetas en su sentido longitudinal, que están decoradas con círculos concéntricos, en su extremo el orificio de la llama y entre ambos un pequeño pedúnculo. El plumaje, también representado por modelado, que incluye la tapadera del orificio de alimentación, y trazándose los detalles de las gruesas plumas por medio de trabajo a buril. Ha sido fechada la pieza, entre el siglo IV y el VII, sugiriendo Badawy el VI, con dudas. Muy interesantes son los círculos concéntricos que decoran las plumas del penacho y la cola pues no sólo representan los "ojos" cuya importancia simbólica vimos antes, sino que son idénticos a los que decoran incensarios coptos, también conservados en la misma colección y datado uno de ellos en los siglos VI-VII (40).
TELL: Procedente de Tell el‑Yamudiya y conservada en el British Museum, esta pieza, en líneas generales está relacionada con las anteriores, si bien el pavo real tiene el cuello con diferente longitud e inclinación, el modelado es distinto y el penacho, támbién con tres plumas, se resuelve de otra manera. Es obra copta y se cree, con reservas, que podría fecharse en el siglo VI (41).
PAS: En el Museo egipcio de El Cairo se conserva esta lucerna en forma de pájaro, mal conservada y de tosca ejecución. No presenta elementos de suspensión, la base está en relación con las de las anteriores piezas, el orificio de alimentación no parece haber tenido tapadera unida con charnela, y el rostrum es muy rudimentario (42).
PAT: También en el mismo museo que la pieza anterior, esta lucerna en forma de pato responde compositívamente al esquema clásico en estas piezas, aunque de forma mucho mas sencilla y funcional. Lo compacto de su volumen y la estricta economía de medios plásticos recuerdan a la española de Regina. Como la anterior, no tiene restos de elementos de sustentación, ni de tapadera unida con charnela en el orificio de alimentación. El mal estado de conservación en la superficie impide apreciar los detalles, pero el plumaje parece resuelto por medio de modelado simple combinado con incisiones (43).
REG: Descubierta en el teatro de la ciudad romana de Regina Turdulormi (Casas de Reina, Badajoz) al parecer en un contexto arqueológico con fragmentos de sigillata gris paleocristiana, fue restaurada en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, conservándose en la actualidad en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, con el nº de inventario 10.273. Es de reducidas dimensiones, 113 x 87 mm. Su conservación es aceptable, aunque ha perdido la tapadera del orificio de alimentación. La cabeza posee un pico largo y puntiagudo, el cuello está replegado hacia la espalda, presenta pedúnculo perforado para suspensión, al igual que el otro ejemplar hispánico, la lucerna de Ojeda. Los restos de la tapadera del orificio de alimentación revelan una simple chapita plana, lo cual pudiera pertenecer a una restauración antigua. La sustentación se confía de forma muy ingeniosa, a las patas replegadas. El orificio de la llama en la cola es muy sencillo, y el plumaje, resuelto por medio de incisiones, como es habitual. Los volúmenes son compactos y el diseño general muy simple y eficaz, tanto estética como funcionalmente. Trinidad Nogales la sitúa cronológicamente en la 2ª mitad del siglo IV (44), pero otros autores la sitúan en el siglo V, con reservas (45). Por otra parte, si apareció en compañía de terra sigillata gris, no hemos de olvidar que esta cerámica abarcó cronológicamente los siglos V y VI (46), lo cual hay que tener en cuenta para fechar la lucerna.
CERRALBO: En el Museo del Marqués de Cerralbo de Madrid, se conserva una lucerna aviforme de bronce, procedente al parecer de la ciudad de San Fernando (47). Su decoración de carácter islámico la delata como muy posterior al período que estamos tratando. Es ejemplar único por su diseño alejado de las fórmulas aquí referidas: representa un pájaro, con un anillo de suspensión en la cabeza, en equilibrio sobre firmes patas y gruesos dedos, saliéndole bajo el buche una larga piquera similar a las islámicas anteriores al siglo XI, con decoración vegetal esquemática incisa, también típicamente hispano-musulmana. El plumaje de las alas se ha tratado de representar con desordenados trozos incisos, y la cola queda libre para servir de asidero y contrapeso para la piquera, cuya amplia abertura hace innecesario el orificio de alimentación. Camps Cazorla la consideró de época visigótica, afirmando que: "Constituye la única muestra de lámpara sagrada de las que eran colocadas sobre el altar". Gómez Moreno y Torres Balbas la clasificaron como hispanomusulmana, pero a pesar de la piquera y su decoración, y de la resolución artística de los detalles anatómicos, no encaja en la tipología de candiles de bronce islámicos de esa época. La solución podría estar en que efectivamente es una lámpara de altar, tal vez el resultado final de la evolución del tipo de lucernas que aquí nos ocupan, teniendo en cuenta, que han podido desaparecer los tipos intermedios al ser el bronce un material tradicionalmente tan codiciado. Y la resolución de la decoración en estilo islámico se debería al ser encargada o realizada por mozárabes para sus necesidades litúrgicas, siguiendo la tradición visigótica, y realizada bajo la influencia del arte hispanomusulmán. Se conservan dos ejemplares idénticos en Portugal y en el Museo Lázaro Galdeano de Madrid, caso insólito en este tipo de piezas, planteando tal vez un problema de falsificación, que esperamos desentrañar.
6. Conclusiones provisionales
La necrópolis del Cerro de Vargas sólo fue expoliada en parte, siendo posible la existencia de enterramientos intactos a mas profundidad y en otros sectores de la finca, estando el conjunto en relación con un yacimiento existente en el "Cerro del Olivar de Pedro", a 500 mts al N de la necrópolis del Cerro de Vargas, con la posición TF 843393 referida a la hoja 1071, E / 1: 5000 del I.G.C. Se trata de un cerro de fácil defensa, a orillas del río Guadiaro, rodeado de magníficos terrenos de cultivo. Allí hay restos de una pequeña población, con vestigios de fortificaciones desaparecidas, habiéndose localizado pequeñas muestras de fallos de horno y abundantes fragmentos de cerámica.
Otras necrópolis de época visigótica en la comarca, son la de Villegas, en el término municipal de Los Barrios, los dos núcleos de enterramiento en el interior de Carteia, y los localizados en Baelo Claudia, tanto en las ruinas del teatro como en las de las termas tardías (48).
La cerámica aparecida junto a la lucerna de Ojeda es la característica de las necrópolis visigóticas. En la comarca se han encontrado ejemplares en necrópolis como la de Carteia.
La lucerna podría situarse cronológicamente entre los siglos VI y VII, aunque existe la posibilidad de un uso continuo durante largo tiempo hasta que fue introducida en la tumba. Parece corresponder a un momento artístico de gran decadencia, en contraste con los modelos que presentan las artes decorativas en época tardorromana. Cabe pensar que sea un objeto suntuario de importación, traído por comerciantes bizantinos, lo más probablemente desde Egipto. Pero la presencia de un pedúnculo de suspensión que sólo aparece también en la lucerna de Regina aparenta ser una peculiaridad propia de Hispania (por el momento) lo cual indicaría, mas que una elaboración local, la existencia de un foco artístico relativamente cercano, en la Bética y en área de influencia comercial y cultural Bizantina.
La lucerna de Ojeda parece seguir un modelo compositivo copto, habiendo evolucionado tal vez desde la serie de pavos reales antes referida, pudiendo ser, de un momento más reciente que ellos. Posiblemente, esa influencia cultural y comercial bizantina en el Valle del Río Guadiaro se deba al puerto de Barbessula.
Ultimamente se está poniendo en valor la presencia bizantina en la zona: las recientes excavaciones de Algeciras, han proporcionado material bizantino, con monedas muy interesantes y por otra parte en Carteia, se han localizado ajuares de tumbas con motivos bizantinizantes. Se registra el hallazgo de un jarrito que parece ser también bizantino, y restos de un ánfora que parece pertenecer a un tipo chipriota del Siglo VII. La aparición de una inscripción funeraria dedicada a Nikolaos Makrios, fechado en el siglo VI, probaría, según Salvador Ventura, la presencia de un grupo de comerciantes orientales (49).
Por todo lo anteriormente expuesto, puede ser posible considerar la pieza que aquí tratamos como un unicum dentro de la arqueología española.
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NOTAS:
1.- A escasa distancia del pueblo, y con las tumbas formadas por lajas de piedra verticales en combinación con otras horizontales para formar la cubierta. Metódicamente destruida por los vecinos para aprovechar sus piedras en la construcción.
2.- Diversos restos humanos, entre ellos una mandíbula inferior, un gran ladrillo que formaba parte (en unión de las piedras planas) de una de las paredes de la tumba, una vasija con asa, de carácter ritual y la lucerna que aquí tratamos.
3.- T. VARGAS MACHUCA GARCÍA, Oba (Jimena de la Frontera en la Época Romana). Instituto de Estudios Ceutíes. Colección de estudios históricos nº 3, Ceuta, 1973, págs. 12-13.
4.- En esa fecha y por encargo del Excmo. Ayuntamiento de San Roque, y a instancias de la Delegada Municipal de Cultura, Elvira Castilla del Pino, empezamos, en unión del geólogo Carlos Fernández Llebrez Butler, los trabajos de clasificación y exposición de los fondos del Museo Municipal de esa ciudad, constituido gracias a los esfuerzos de José Dorningo de Mena, poeta y erudito investigador de la historia de Gibraltar, y creado oficialmente en 1969, bajo el nombre de Museo Histórico del Campo de Gibraltar.
5.- Manifestando además su deseo de donar oficialmente la lucerna al museo donde había sido custodiada. Así se hizo constar al documentar la pieza, inscribiéndola con la signatura 269 en libros de registro y catálogos normalizados el año 1985, e iniciando el estudio arqueológico, que se vio dificultado por los escasos paralelos existentes no sólo en España sino en Europa Occidental.
6.- Sobre la ciudad romana de Regina y sus excavaciones, vid.: J.M. ÁLVAREZ MARTÍNEZ, "Excavaciones arqueológicas en Regina. Primera campaña", en VIº Congreso de estudios extremeños; id., "El teatro romano de Reg¡na", en El teatro romano en la Hispania romana, Badajoz, 1982, págs. 9 y ss.
7.- "Bronces de Regina", Museos, 37 (1987) 37 y ss.
8.- J. REGUEIRA RAMOS, E. REGUEIRA MAURIZ & M.A. MENA TORRES, Jimena y su castillo. Algeciras , 1988, págs. 66-67.
9.- E. GARCÍA ALFONSO, V. MARTÍNEZ ENAMORADO & A. MORGADO RODRÍGUEZ, Museos Arqueológicos de Andalucía 1 (Cádiz, Córdoba, Huelva y Sevilla), Granada, 1995, pág. 91.
10.- Querernos expresar nuestro agradecimiento a Antonio Ojeda Moreno, Francisco Márquez Ordoñez, Elvira Castilla del Pino, Carlos Fernández-Llebrez Butler, Eduardo López Gil y Lorenzo Pérez Rodríguez, así como a Juan Gómez Macías y al resto del personal del Centro Municipal de Cultura de S. Roque, así como al Dr. Christian Ewert, del Instituto Arqueológico Alemán de Madrid, Guillermo Kurtz Shaefer y Coronación Domínguez, de la Concha, del Museo Arqueológico Provincial de Badajoz. Darío Bernal Casasola, de la Universidad Autónoma de Madrid e Ildefonso Navarro Luengo, del Taller de Investigaciones Arqueológicas de Málaga. Sin olvidar a nuestro compañero el filólogo Salvador Jiménez Gil, por sus oportunas traducciones del inglés y el alemán. Sin la ayuda y buena voluntad de todos ellos, esta comunicación no hubiese sido posible.
11.- Sobre Barbesula vid.: R RODRÍGUEZ OLIVA, "Municipium barbesulanum”, Baetica, 1 (1978) 207 y ss.
12.- La cornarca ha sido dividida en las unidades paisajísticas de la Sierra, las Colinas y las Llanuras Aluviales.
13.- J.M. GUTIÉRREZ MÁS et al., Introducción a la geología de la provincia de Cádiz, Cádiz, 1991; J.M. FONTBOTE et al., Mapa Geológico de España. Algeciras, Madrid, 1986.
14.- Pero dio tiempo, no obstante para que D. Antonio Ojeda pudiera rescatar las piezas arqueológicas que aquí se describen, siendo posible que algunos elementos más de ajuar fueran recogidas por otras personas, lo cual no hemos podido confirmar.
15.- VARGAS MACHUCA, Oba..., pág. 13.
16.- Se conserva en el Museo Municipal de San Roque con la signatura 256, estando expuesta en la vitrina nº 4.
17.- La primera banda está en el arranque del cuello, y la segunda, a 10 mm. de la anterior, siendo menor el espacio que la separa de la tercera. La cuarta banda se encuentra en el punto más bajo del borde.subir
18.- A. CAILLEUX, Notice sur le code des couleurs des sols, Ed. Boubée.
19.- Sobre este tipo de cerámica, vid. R. IZQUIERDO BENITO, "Cerámica de necrópolis de época visigoda del Museo Arqueológico Nacional", RABM, LXXX-3 jul.-sept. (1988); id., "Ensayo de una sistematización tipológica de la cerámica de necrópolis de época visigoda", en RABM, LXXX-4 oct.-dic. (1977).
20.- J. PÉREZ DE BARRADAS, “Excavaciones en la necrópolis visigoda de Vega del Mar” (San Pedro de Alcántara, Málaga). Memorias de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, Madrid, 1993; W., HUBNER, "Zur Chronologischen gliederung des gräberfeldes von San Pedro de Alcántara, Vega del Mar (Provincia de Málaga)", MM, 6 (1965); C. POSÁC MON & R. PUERTAS TRICAS, La basílica paleocristiana de Vega del Mar (San Pedro de Alcántara, Marbella), Málaga, 1989.
21.- R. MARTÍN VALLS, "Nuevas necrópolis altomedievales de Valladolid", Bolelín del Seminario de estudios de Arte y Arqueologia, XXIX (1963).
22.- J. VILLANUEVA, A. TOVAR & J. SUPIOT, "La necrópolis visigoda de Piña de Esgueva", Boletín del Seminario de Arte y Arqueología, I (1932-33); II (1933-34).
23.- M. GÓNGORA Y MARTÍNEZ, Antigüedades prehistóricas de Andalucía, Madrid, 1868.
24.- H. ZEISS, Die Grabfunde, aus dem spanischem Westgotenreich, Berlín y Leipzig, 1934.
25.- Ibid.
26.- L. CABALLERO ZOREDA & T. ULBERT, La basílica paleocristiana de Casa Herrera (Badajoz), Madrid, 1976.
27.- M. SCHNEIDER, El origen musical de los animales-símbolos en la mitología y la escultura antigua, Barcelona, 1946.
28.- J.A. PÉREZ RIOJA, Diccionario de símbolos y mitos, Madrid, 1988, pág. 340.
29.- F. REVILLA, Diccionario de iconografía y simbología, Madrid, 1986, pág. 260.
30.- J.L. MORALES Y MARÍN, Diccionario de iconografía y simbología, Madrid, 1986.
31.- Vid. también: B.S. CASTELLANOS, Compendio del sistema alegórico y diccionario manual de la iconología universal, Madrid, 1850; Abate MARTIGNY, Antigüedades cristianas, Madrid, 1984; G. FERGUSON, Signs and Symbols in Christian Art, Nueva York, 1954; C.G. JUNG, Psycologie und Alchemie, Zurich, 1944; J.E. CIRLOT, Diccionario de simbolos, Barcelona, 1991; J. BALDOCK, The elements of christian symbolism, 1990 (Versión española de G. Rubio, El simbolismo cristiano, Madrid, 1992).
32.- J. BECKWITH, “An early christian bronce lám. p", AEA, 45-47 (1972-74) 463-465.
33.- E. COCHE DE LA FERTE, L´antiquité chrétienne an Musée du Louvre, París, 1958, pág. 37.
34.- H. MENZEL, Die romischen Brozen aus Deutschland. I. Speyer, Mainz, 1960, pág. 24, nº 37, lám. 35.
35.- BECKWITH, “An early christian bronce lám. p ...”
36.- F. WESSEL, Koptische Kunst. Christentum am Nil, Essen, 1963, pág, 278, fig. 189. Cf. También: L'Art Copte. L'Art antique de la basse-époque en Egypte, Bruselas, 1964, pág. 137.
37.- A. BADAWY, Coptie Art and Archaeology: The Art offlie Christian Egyptians from The Late Antique to the Middle Ages, Massachussetts, 1978, pág. 322, fig, 5.9.
38.- J. ZOZAYA, "Las influencias visigóticas en el al-Ándalus", en XXXIV corso di cultura sull 'arte ravennate e bizantina. Seminario internacionale di Studi su "Archeologia e Arte nella Spagna tardorromana, visigota e mozarabica, Ravenna, 4-11 Aprile 1987, Ravena, 1987, págs. 395-411, lám. 400.
39.- BADAWY, Coptie Art.... pág, 322, fig. 5.10 (1).
40.- Ibid., pág. 322, fig. 5.10 (3).
41.- Ibid., pág. 322 , fig. 5.10(2).
42.- Ibid., pág. 322, fig. 5.8.
43.- Ibid., pág. 322, fig. 5.8.
44.- NOGALES, a. cit.
45.- Catálogo de la exposición "Los bronces romanos en España", Madrid, 1990, pág. 278.
46.- M. BELTRÁN LLORIS, Cerámica romana. Tipología y clasificación, Zaragoza, 1978.
47.- Boletín de la Sociedad Española de excursiones, tomo X, pág. 49; E. ROMERO DE TORRES, Catálogo Monumental de España, Provincia de Cádiz (1908-1909), Madrid, 1934, pág. 270, fig. 110; M. GÓMEZ MORENO, El arte árabe español hasta los almoades. Arte mozárabe. Vol. III de Ars Hispaniae, Madrid, 1951, pág. 335, fig. 392 c.; E. CAMPS CAZORLA, "El arte hispanovisigodo", en España Visigoda, Tomo III de la Historia de España di ri aída por R. Menéndez Pidal, Madrid, 1963, pág. 699, fig. 468; P. MARTÍNEZ MONTÁLVEZ, Perfil del Cádiz hispano-árabe, Madrid, 1974, lám. 4.
48.- La necrópolis de Villegas es inédita y se encuentra prácticamente destruida. Sobre Carteia: Carteia. EAE 58 (1967); J. PRESEDO, et al., Carteia, I, EAE, Madrid, 1982; G. RIPOLL LÓPEZ, "Los hallazgos de Época Hispano-Visigoda en la región del Estrecho de Gibraltar", en Actas del I Congreso internacional del Estrecho de Gibraltar, Madrid, 1988 y L. ROLDÁN GÓMEZ, Técnicas constructivas romanas en Carteia, Madrid, 1992. Sobre Baelo Claudia vid P. SILLIERES, Baelo Claudia, une cité romaine de Bétique, Madrid, 1995.
49.- A. HÜBNER, Inscriptiones Hispaniae Christianae; S. VENTURA Hispania Meridional: entre Roma y el Islam., Granada, 1990, pág. 339.
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El autor en una foto de Federico Sánchez Tundidor.
Carlos Gómez de Avellaneda Sabio es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Sevilla, Profesor de Enseñanza Secundaria, Graduado en Artes Aplicadas y Graduado Universitario en Conservación de Bienes Culturales por la Escuela Superior de Conservación y Restaura-ción de Bienes Culturales de Madrid, realizando en la actualidad su tesis doctoral sobre historia urbana de Algeciras. Como arqueólogo (colegiado nº 2188) participo el año 1966 en la primera excavación científica realizada en Algeciras (hornos romanos del Rinconcillo) y desde entonces ha participado en excavaciones realizadas en Valencia, Cádiz, San Fernando, Sanlucar de Barrameda, Arcos de la Frontera y La Línea de la Concepción, donde dirige desde 2001 las excavaciones sobre la red de fortificaciones del siglo XVIII, incluyendo operaciones de desmonte, traslado y reconstruc-ción de estructuras. Realizó en 1987 el catalogo de yacimientos arqueológi-cos del Campo de Gibraltar, para la Delegación Provincial de Cultura, y desde 1980, los catálogos arquitectónicos en colaboración con los Planes Generales de Urbanismo de las poblaciones de Algeciras, Los Barrios, San Roque y Tarifa. En esta última ciudad organizó la primera Escuela Taller de la comarca, iniciando la restauración del Castillo de Guzmán el Bueno. Colaborador desde 1964 en la creación del Museo Municipal de Algeciras, trabajo durante años en el Museo Arqueológico Provincial de Cádiz, creó el Museo Municipal de Tarifa y reorganizó el antiguo Museo Histórico del Campo de Gibraltar en San Roque, con sus colecciones hoy en el Museo Monográfico de Carteía, organizando también el Museo Municipal de La Línea de La Concepción del que fue director desde el año 2000 hasta el colapso de la institución a causa de la grave crisis económica del municipio linense. Miembro de asociaciones e instituciones de investigación y pro-tección del patrimonio cultural, como Agedpa, Trocha, Asociación de Ami-gos de los Castillos, Asociación de Amigos de los Museos de Marina y Comisión Municipal de Patrimonio de Algeciras, siendo vicepresidente de la Asociación de Amigos de los Museos de Tarifa y presidente de la Sec-ción 2ª del Instituto de Estudios Campogibraltareños. Especializado en urbanismo histórico y arqueología medieval, ha impartido cursos y confe-rencias, siendo organizador y comisario de varias exposiciones, publicando numerosos artículos de investigación.
La necrópolis del Cerro de Vargas sólo fue expoliada en parte, siendo posible la existencia de enterramientos intactos a mas profundidad y en otros sectores de la finca, estando el conjunto en relación con un yacimiento existente en el "Cerro del Olivar de Pedro", a 500 mts al N de la necrópolis del Cerro de Vargas, con la posición TF 843393 referida a la hoja 1071, E / 1: 5000 del I.G.C. Se trata de un cerro de fácil defensa, a orillas del río Guadiaro, rodeado de magníficos terrenos de cultivo. Allí hay restos de una pequeña población, con vestigios de fortificaciones desaparecidas, habiéndose localizado pequeñas muestras de fallos de horno y abundantes fragmentos de cerámica.
Otras necrópolis de época visigótica en la comarca, son la de Villegas, en el término municipal de Los Barrios, los dos núcleos de enterramiento en el interior de Carteia, y los localizados en Baelo Claudia, tanto en las ruinas del teatro como en las de las termas tardías (48).
La cerámica aparecida junto a la lucerna de Ojeda es la característica de las necrópolis visigóticas. En la comarca se han encontrado ejemplares en necrópolis como la de Carteia.
La lucerna podría situarse cronológicamente entre los siglos VI y VII, aunque existe la posibilidad de un uso continuo durante largo tiempo hasta que fue introducida en la tumba. Parece corresponder a un momento artístico de gran decadencia, en contraste con los modelos que presentan las artes decorativas en época tardorromana. Cabe pensar que sea un objeto suntuario de importación, traído por comerciantes bizantinos, lo más probablemente desde Egipto. Pero la presencia de un pedúnculo de suspensión que sólo aparece también en la lucerna de Regina aparenta ser una peculiaridad propia de Hispania (por el momento) lo cual indicaría, mas que una elaboración local, la existencia de un foco artístico relativamente cercano, en la Bética y en área de influencia comercial y cultural Bizantina.
La lucerna de Ojeda parece seguir un modelo compositivo copto, habiendo evolucionado tal vez desde la serie de pavos reales antes referida, pudiendo ser, de un momento más reciente que ellos. Posiblemente, esa influencia cultural y comercial bizantina en el Valle del Río Guadiaro se deba al puerto de Barbessula.
Ultimamente se está poniendo en valor la presencia bizantina en la zona: las recientes excavaciones de Algeciras, han proporcionado material bizantino, con monedas muy interesantes y por otra parte en Carteia, se han localizado ajuares de tumbas con motivos bizantinizantes. Se registra el hallazgo de un jarrito que parece ser también bizantino, y restos de un ánfora que parece pertenecer a un tipo chipriota del Siglo VII. La aparición de una inscripción funeraria dedicada a Nikolaos Makrios, fechado en el siglo VI, probaría, según Salvador Ventura, la presencia de un grupo de comerciantes orientales (49).
Por todo lo anteriormente expuesto, puede ser posible considerar la pieza que aquí tratamos como un unicum dentro de la arqueología española.
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NOTAS:
1.- A escasa distancia del pueblo, y con las tumbas formadas por lajas de piedra verticales en combinación con otras horizontales para formar la cubierta. Metódicamente destruida por los vecinos para aprovechar sus piedras en la construcción.
2.- Diversos restos humanos, entre ellos una mandíbula inferior, un gran ladrillo que formaba parte (en unión de las piedras planas) de una de las paredes de la tumba, una vasija con asa, de carácter ritual y la lucerna que aquí tratamos.
3.- T. VARGAS MACHUCA GARCÍA, Oba (Jimena de la Frontera en la Época Romana). Instituto de Estudios Ceutíes. Colección de estudios históricos nº 3, Ceuta, 1973, págs. 12-13.
4.- En esa fecha y por encargo del Excmo. Ayuntamiento de San Roque, y a instancias de la Delegada Municipal de Cultura, Elvira Castilla del Pino, empezamos, en unión del geólogo Carlos Fernández Llebrez Butler, los trabajos de clasificación y exposición de los fondos del Museo Municipal de esa ciudad, constituido gracias a los esfuerzos de José Dorningo de Mena, poeta y erudito investigador de la historia de Gibraltar, y creado oficialmente en 1969, bajo el nombre de Museo Histórico del Campo de Gibraltar.
5.- Manifestando además su deseo de donar oficialmente la lucerna al museo donde había sido custodiada. Así se hizo constar al documentar la pieza, inscribiéndola con la signatura 269 en libros de registro y catálogos normalizados el año 1985, e iniciando el estudio arqueológico, que se vio dificultado por los escasos paralelos existentes no sólo en España sino en Europa Occidental.
6.- Sobre la ciudad romana de Regina y sus excavaciones, vid.: J.M. ÁLVAREZ MARTÍNEZ, "Excavaciones arqueológicas en Regina. Primera campaña", en VIº Congreso de estudios extremeños; id., "El teatro romano de Reg¡na", en El teatro romano en la Hispania romana, Badajoz, 1982, págs. 9 y ss.
7.- "Bronces de Regina", Museos, 37 (1987) 37 y ss.
8.- J. REGUEIRA RAMOS, E. REGUEIRA MAURIZ & M.A. MENA TORRES, Jimena y su castillo. Algeciras , 1988, págs. 66-67.
9.- E. GARCÍA ALFONSO, V. MARTÍNEZ ENAMORADO & A. MORGADO RODRÍGUEZ, Museos Arqueológicos de Andalucía 1 (Cádiz, Córdoba, Huelva y Sevilla), Granada, 1995, pág. 91.
10.- Querernos expresar nuestro agradecimiento a Antonio Ojeda Moreno, Francisco Márquez Ordoñez, Elvira Castilla del Pino, Carlos Fernández-Llebrez Butler, Eduardo López Gil y Lorenzo Pérez Rodríguez, así como a Juan Gómez Macías y al resto del personal del Centro Municipal de Cultura de S. Roque, así como al Dr. Christian Ewert, del Instituto Arqueológico Alemán de Madrid, Guillermo Kurtz Shaefer y Coronación Domínguez, de la Concha, del Museo Arqueológico Provincial de Badajoz. Darío Bernal Casasola, de la Universidad Autónoma de Madrid e Ildefonso Navarro Luengo, del Taller de Investigaciones Arqueológicas de Málaga. Sin olvidar a nuestro compañero el filólogo Salvador Jiménez Gil, por sus oportunas traducciones del inglés y el alemán. Sin la ayuda y buena voluntad de todos ellos, esta comunicación no hubiese sido posible.
11.- Sobre Barbesula vid.: R RODRÍGUEZ OLIVA, "Municipium barbesulanum”, Baetica, 1 (1978) 207 y ss.
12.- La cornarca ha sido dividida en las unidades paisajísticas de la Sierra, las Colinas y las Llanuras Aluviales.
13.- J.M. GUTIÉRREZ MÁS et al., Introducción a la geología de la provincia de Cádiz, Cádiz, 1991; J.M. FONTBOTE et al., Mapa Geológico de España. Algeciras, Madrid, 1986.
14.- Pero dio tiempo, no obstante para que D. Antonio Ojeda pudiera rescatar las piezas arqueológicas que aquí se describen, siendo posible que algunos elementos más de ajuar fueran recogidas por otras personas, lo cual no hemos podido confirmar.
15.- VARGAS MACHUCA, Oba..., pág. 13.
16.- Se conserva en el Museo Municipal de San Roque con la signatura 256, estando expuesta en la vitrina nº 4.
17.- La primera banda está en el arranque del cuello, y la segunda, a 10 mm. de la anterior, siendo menor el espacio que la separa de la tercera. La cuarta banda se encuentra en el punto más bajo del borde.subir
18.- A. CAILLEUX, Notice sur le code des couleurs des sols, Ed. Boubée.
19.- Sobre este tipo de cerámica, vid. R. IZQUIERDO BENITO, "Cerámica de necrópolis de época visigoda del Museo Arqueológico Nacional", RABM, LXXX-3 jul.-sept. (1988); id., "Ensayo de una sistematización tipológica de la cerámica de necrópolis de época visigoda", en RABM, LXXX-4 oct.-dic. (1977).
20.- J. PÉREZ DE BARRADAS, “Excavaciones en la necrópolis visigoda de Vega del Mar” (San Pedro de Alcántara, Málaga). Memorias de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, Madrid, 1993; W., HUBNER, "Zur Chronologischen gliederung des gräberfeldes von San Pedro de Alcántara, Vega del Mar (Provincia de Málaga)", MM, 6 (1965); C. POSÁC MON & R. PUERTAS TRICAS, La basílica paleocristiana de Vega del Mar (San Pedro de Alcántara, Marbella), Málaga, 1989.
21.- R. MARTÍN VALLS, "Nuevas necrópolis altomedievales de Valladolid", Bolelín del Seminario de estudios de Arte y Arqueologia, XXIX (1963).
22.- J. VILLANUEVA, A. TOVAR & J. SUPIOT, "La necrópolis visigoda de Piña de Esgueva", Boletín del Seminario de Arte y Arqueología, I (1932-33); II (1933-34).
23.- M. GÓNGORA Y MARTÍNEZ, Antigüedades prehistóricas de Andalucía, Madrid, 1868.
24.- H. ZEISS, Die Grabfunde, aus dem spanischem Westgotenreich, Berlín y Leipzig, 1934.
25.- Ibid.
26.- L. CABALLERO ZOREDA & T. ULBERT, La basílica paleocristiana de Casa Herrera (Badajoz), Madrid, 1976.
27.- M. SCHNEIDER, El origen musical de los animales-símbolos en la mitología y la escultura antigua, Barcelona, 1946.
28.- J.A. PÉREZ RIOJA, Diccionario de símbolos y mitos, Madrid, 1988, pág. 340.
29.- F. REVILLA, Diccionario de iconografía y simbología, Madrid, 1986, pág. 260.
30.- J.L. MORALES Y MARÍN, Diccionario de iconografía y simbología, Madrid, 1986.
31.- Vid. también: B.S. CASTELLANOS, Compendio del sistema alegórico y diccionario manual de la iconología universal, Madrid, 1850; Abate MARTIGNY, Antigüedades cristianas, Madrid, 1984; G. FERGUSON, Signs and Symbols in Christian Art, Nueva York, 1954; C.G. JUNG, Psycologie und Alchemie, Zurich, 1944; J.E. CIRLOT, Diccionario de simbolos, Barcelona, 1991; J. BALDOCK, The elements of christian symbolism, 1990 (Versión española de G. Rubio, El simbolismo cristiano, Madrid, 1992).
32.- J. BECKWITH, “An early christian bronce lám. p", AEA, 45-47 (1972-74) 463-465.
33.- E. COCHE DE LA FERTE, L´antiquité chrétienne an Musée du Louvre, París, 1958, pág. 37.
34.- H. MENZEL, Die romischen Brozen aus Deutschland. I. Speyer, Mainz, 1960, pág. 24, nº 37, lám. 35.
35.- BECKWITH, “An early christian bronce lám. p ...”
36.- F. WESSEL, Koptische Kunst. Christentum am Nil, Essen, 1963, pág, 278, fig. 189. Cf. También: L'Art Copte. L'Art antique de la basse-époque en Egypte, Bruselas, 1964, pág. 137.
37.- A. BADAWY, Coptie Art and Archaeology: The Art offlie Christian Egyptians from The Late Antique to the Middle Ages, Massachussetts, 1978, pág. 322, fig, 5.9.
38.- J. ZOZAYA, "Las influencias visigóticas en el al-Ándalus", en XXXIV corso di cultura sull 'arte ravennate e bizantina. Seminario internacionale di Studi su "Archeologia e Arte nella Spagna tardorromana, visigota e mozarabica, Ravenna, 4-11 Aprile 1987, Ravena, 1987, págs. 395-411, lám. 400.
39.- BADAWY, Coptie Art.... pág, 322, fig. 5.10 (1).
40.- Ibid., pág. 322, fig. 5.10 (3).
41.- Ibid., pág. 322 , fig. 5.10(2).
42.- Ibid., pág. 322, fig. 5.8.
43.- Ibid., pág. 322, fig. 5.8.
44.- NOGALES, a. cit.
45.- Catálogo de la exposición "Los bronces romanos en España", Madrid, 1990, pág. 278.
46.- M. BELTRÁN LLORIS, Cerámica romana. Tipología y clasificación, Zaragoza, 1978.
47.- Boletín de la Sociedad Española de excursiones, tomo X, pág. 49; E. ROMERO DE TORRES, Catálogo Monumental de España, Provincia de Cádiz (1908-1909), Madrid, 1934, pág. 270, fig. 110; M. GÓMEZ MORENO, El arte árabe español hasta los almoades. Arte mozárabe. Vol. III de Ars Hispaniae, Madrid, 1951, pág. 335, fig. 392 c.; E. CAMPS CAZORLA, "El arte hispanovisigodo", en España Visigoda, Tomo III de la Historia de España di ri aída por R. Menéndez Pidal, Madrid, 1963, pág. 699, fig. 468; P. MARTÍNEZ MONTÁLVEZ, Perfil del Cádiz hispano-árabe, Madrid, 1974, lám. 4.
48.- La necrópolis de Villegas es inédita y se encuentra prácticamente destruida. Sobre Carteia: Carteia. EAE 58 (1967); J. PRESEDO, et al., Carteia, I, EAE, Madrid, 1982; G. RIPOLL LÓPEZ, "Los hallazgos de Época Hispano-Visigoda en la región del Estrecho de Gibraltar", en Actas del I Congreso internacional del Estrecho de Gibraltar, Madrid, 1988 y L. ROLDÁN GÓMEZ, Técnicas constructivas romanas en Carteia, Madrid, 1992. Sobre Baelo Claudia vid P. SILLIERES, Baelo Claudia, une cité romaine de Bétique, Madrid, 1995.
49.- A. HÜBNER, Inscriptiones Hispaniae Christianae; S. VENTURA Hispania Meridional: entre Roma y el Islam., Granada, 1990, pág. 339.
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El autor en una foto de Federico Sánchez Tundidor.
Carlos Gómez de Avellaneda Sabio es Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Sevilla, Profesor de Enseñanza Secundaria, Graduado en Artes Aplicadas y Graduado Universitario en Conservación de Bienes Culturales por la Escuela Superior de Conservación y Restaura-ción de Bienes Culturales de Madrid, realizando en la actualidad su tesis doctoral sobre historia urbana de Algeciras. Como arqueólogo (colegiado nº 2188) participo el año 1966 en la primera excavación científica realizada en Algeciras (hornos romanos del Rinconcillo) y desde entonces ha participado en excavaciones realizadas en Valencia, Cádiz, San Fernando, Sanlucar de Barrameda, Arcos de la Frontera y La Línea de la Concepción, donde dirige desde 2001 las excavaciones sobre la red de fortificaciones del siglo XVIII, incluyendo operaciones de desmonte, traslado y reconstruc-ción de estructuras. Realizó en 1987 el catalogo de yacimientos arqueológi-cos del Campo de Gibraltar, para la Delegación Provincial de Cultura, y desde 1980, los catálogos arquitectónicos en colaboración con los Planes Generales de Urbanismo de las poblaciones de Algeciras, Los Barrios, San Roque y Tarifa. En esta última ciudad organizó la primera Escuela Taller de la comarca, iniciando la restauración del Castillo de Guzmán el Bueno. Colaborador desde 1964 en la creación del Museo Municipal de Algeciras, trabajo durante años en el Museo Arqueológico Provincial de Cádiz, creó el Museo Municipal de Tarifa y reorganizó el antiguo Museo Histórico del Campo de Gibraltar en San Roque, con sus colecciones hoy en el Museo Monográfico de Carteía, organizando también el Museo Municipal de La Línea de La Concepción del que fue director desde el año 2000 hasta el colapso de la institución a causa de la grave crisis económica del municipio linense. Miembro de asociaciones e instituciones de investigación y pro-tección del patrimonio cultural, como Agedpa, Trocha, Asociación de Ami-gos de los Castillos, Asociación de Amigos de los Museos de Marina y Comisión Municipal de Patrimonio de Algeciras, siendo vicepresidente de la Asociación de Amigos de los Museos de Tarifa y presidente de la Sec-ción 2ª del Instituto de Estudios Campogibraltareños. Especializado en urbanismo histórico y arqueología medieval, ha impartido cursos y confe-rencias, siendo organizador y comisario de varias exposiciones, publicando numerosos artículos de investigación.
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