Me siento sumamente honrada por el poema que me ha dedicado el escritor y poeta marroquí Mohamed Bouissef, es todo un homenaje de sentimientos a los que me siempre me he sentido muy unida en mi larga trayectoria de afecto y literatura hacia Marruecos. La cultura entendida y consolidada desde el afecto y la mutua comprensión ha sido la premisa que me ha acompañado siempre y en todo momento en mi actividad literaria, de ahí mi enorme satisfacción al leer este poema tan humano y lleno de sensibilidad hacia la ciudad de Tetuán, donde se puede leer la cita de mi poema "Tamuda" dedicado a Tetuán y aparecido en el libro Espacios oblicuos.
Tetuán
A mi querida amiga Paloma FernándezGomá,
poeta.
Tetuán se rodea de murallas y jardines
ante los ojos del tiempo
P. Fernández Gomá, “Tamuda” de Espacios
oblicuos
Tetuán,
mi primera palabra.
Nazarí
de pura cepa entre dos altas y
majestuosas
cimas, faldas de olorosas
plantas
que trepan hacia la cumbre y
que la
hacen más rociada y lúcida.
Espacio
añejo de nuestro norte,
regado
de alegres y eternas fuentes
que dan
vida y recuerdan el movimiento
de los
periodos ya sucedidos. Añorados.
Las miradas
vadean el río y alcanzan los
libres
prados para descubrir el aliento
que
alimenta la ciudad y a su gente.
Simulé
amarla por creer que no la codiciaba,
por
considerar que no me conmovía;
pero su
calor desveló mi amor por ella
y ya no
hay manera de que no la pretenda.
Sus
fanales enfocan aves y verdor
esperando
el arca de las miradas ansiosas
para
determinar, cultamente, su belleza.
Todos
los habitantes ven pasar a tu eterno
hijo y
nadie se fija que observa cada uno de
tus
cobijos donde triscan alegres gatos y
trinan,
jubilosos, miles de coloridos pájaros;
cuando
el alma sube para libar miel en
el seno
de un aire depurado y selecto.
Ahí,
día y noche, fluye música gracias al
revoloteo
de las blancas palomas y al
susurro
perpetuo de las aguas gobernadas,
que no
se extinguen en la vida.
La fría
sombra de tus bellas callejuelas
apaciguan
el calor que corretea por el aire.
Los
almuecines llaman a la oración
cuando
los niños flotan y un balón
juguetón
se esmera en pintar tu muralla
con su
perenne y redonda huella.
Los
creyentes, de viejos fundamentos,
cruzan
la larga travesía dejando un
reguero
azul que tu hijo pesa con la vista,
para
expresar, a escondidas, la edad
de cada
uno, que cruje al ser desvelada;
es lo
que guardan con recelo tras las celosías.
Tu hijo
equilibra tus travesías anudadas
para
desenredar el misterio del tiempo
que te
ha surcado sin disgustar a nadie.
Muchos
son los que han entonado
tus
perdurables y orgullosas beldades.
Tu
hijo, anclado en el Gorgues, se complace
en ver
desfilar la vida de tus habitantes.
Tanto
tus originarios, que te conocen,
como
los numerosos visitantes
que se
acercan y que, tiempo
después,
regresan a tus manos
hechizados
por tus encantos,
se
explayan para entonar las canciones
que
explican tu noble embrujo.
Es
agrado que se pasea por las arterias,
asiéndose
a la belleza eterna que ofreces.
El
tiempo en sí es un remolino de hojas
que
revolotean entre las dos cumbres.
Tu
hijo, de tanto quererte, pierde
las
palabras justas para satisfacerte;
abandonado
a su destino, no
puede
exteriorizar tu gracia única,
ni
descubrir tus fibras más floridas.
Guarda la ilusión de leer en las baladas
de tus
otros amantes -que ellos sí consiguen,
muy
versados en el manejo de la lengua-,
las
palabras que atinan a decir cuán bella eres,
cómo
cautivas a los que te contemplan,
cómo
brota el amor en cada morada
de las
manos de los vientos boreales,
que
llegan vivificados por el eterno rey.
En
Tetuán tu hijo apetece sol y aire y
ve la
llegada de la felicidad más intensa
al
sentir en sus carnes todo tu frenesí.
Junto a
esas canciones, tu retoño admite;
siente
que sus entrañas se agitan
y sus
tendencias se asombran al averiguar
en
otros lo que conoce y no puede exponer;
al ver
descritos calles, casas, árboles,
que
diariamente percibe y no alcanza
a
vanagloriar tanto como se merece.
El
viento marino, cercano, reparador,
penetra
por el pasillo y apaga el fuego
que roe
el alma de quien te quiere.
Tu hijo
te ha visto lluviosa,
te ha
admirado bañada por el sol,
ha oído
el trinar de tus pájaros
y se ha
encandilado ante tu luna
en las
canciones de los poetas que te aman.
¿Qué
puede darte para lograrte?
¿Es
justo que se quede observando
mientras
otros ofrecen ramos escogidos?
¿Qué palabras
rebuscar para compensar
la
divinidad que brindas?
Todo lo
paradisíaco lo han esgrimido,
y ya la
lengua constreñida deja un vacío
que tu
hijo, por desconocimiento,
es
posible que sea por incapacidad,
no
puede seguir exprimiendo porque ve
que en
tus alfombras floridas revive el tiempo
y que
se establece todo el Espacio en el lugar,
dejándolo
a él al margen de la creación.
En sus
canciones, los poetas exponen
de
manera agraciada y con cariño,
tus
maravillosas torres, tus admirables
recursos,
tus cafetines, la hierbabuena,
el té
sublime que tarda en prepararse y
en
consumirse como condición del mesero;
empleado
que pretende, con paciencia,
ofrecer
dulces caricias “a la menta”
bajo tu
apacible mirada de reina.
En sus
baladas, los bardos, instruyen
sobre
tus amaneceres y tus ocasos,
tus
días y tus noches de ensueño;
tus
excelentes y fascinantes olores naturales;
muestran
tus dos cumbres, coronas
de
reina inmortal en el aire que te labra;
muestran
tu brizo entre las dos montañas
mecido
por la fresca brisa del Mediterráneo;
entonan
tus estaciones, ciclos del amor humano,
que
tienen un programa, desconocido más allá.
Hablan
de tus eternas puertas, de tu muralla,
de tu
gente maravillosa que revive el pasado
en el
presente, con toda naturalidad.
Describen
tus enérgicos portones arqueados
y las
calles empedradas que guían hasta
la
salida por cada una de las siete puertas.
Tu hijo
reconoce una existencia escurrida entre
los
dedos y cuida de que no aparezca
el
hombre apagado. Asfixiado. Dominado.
Tus
secretos sufren el peso de cada día
que sin
solemnidad pretenden abrirse
al
mundo que sin parar gira y brinda, esperando
el día
en que, a tu hijo, le den la palabra.
El
continuo rumor de las calles lo deja gozoso,
alegre,
como acequias con agua, al campesino.
¿Qué
decir de Tetuán que el rapsoda no haya dicho?
Tu hijo
se siente rendido, sí, no por eso deja de amarte;
no por
eso se va a ir a pique ni convertir en zaino.
Apetitos
insatisfechos cubiertos por juicios
que
indican la ceniza que somos y seremos.
Al
borde del crepúsculo, tu hijo piensa
en el
maná que debe amasar para seguir
queriéndote
a pesar de su pronta oscuridad;
los
años pasan y no perdonan a nadie
que se
para en la punta del año y sueña.
Recluido
en su baúl del futuro, tu hijo
intenta
alejarse de las angustias que lo recluyen.
Necesita
tus ráfagas de viento que no blande,
pero es
feliz estando dentro, oscilando como
hoja
caída al roce de tu ventisca, recibiendo
tu luz
que pinta de principal pasión el alma
y marca
el camino que hay que recorrer
cuando
estemos más allá de la vida.
Tendida
la red, la araña se pasea de naranjo
a
naranjo, escudriñando la noche cantarina,
a la
espera de una aureola incitante
que
ilumine su tejer y avive su ansia
de
conocer la ciudad como se debe.
Su
inagotable esperar no desespera, ya
que
atrapa la esencia de la vida en sus redes.
Mi
cuerpo despierta en su piel por las calles,
donde
todo existe para contemplarla,
encaramado
en la corona de su viento.
Quisiera,
como quien respira, idear
una
pasión especial para ella.
Mi última palabra: Tetuán.
*********************************************
Biografía muy breve del escritor Mohamed Bouissef:
Mohamed
BouissefRekab nace en Tetuán, Marruecos, el 20 de diciembre de 1948. Es hijo de
padre marroquí y de madre española. Su infancia transcurre en el campo, siendo
pastor junto a su hermano Driss; sus primeros estudios en un colegio francés.
En 1969 se
traslada a Rabat para empezar Filología Hispánica, que finaliza en 1973; a
principios de 1976 se traslada a Madrid para continuar con sus estudios de
doctorado, que compaginó con un trabajo de profesor titular de español en el
Instituto MulayYúsef de Rabat. Lee su Tesis en 1983.
De 1984 a 2005 es profesor titular en la Universidad
de Tetuán.
A partir de
2007 es profesor tutor de la UNED con Venia Docendi. Un infarto le ha obligado
a dejar su trabajo de docencia. Ha escrito cuentos, novelas, poesía y numerosos
estudios.
**************************************************************************************************************
Este poema será publicado en el próximo número matriz de la revista Dos Orillas http://www.revistadoosorillas.com
Este poema será publicado en el próximo número matriz de la revista Dos Orillas http://www.revistadoosorillas.com
Estrecho de Gibraltar
No hay comentarios:
Publicar un comentario