Fallece Luzmaría Jiménez Faro, presidenta de la Fundación Gloria Fuertes
Nuestra querida Luzmaría Jiménez Faro, no está junto a nosotros, nos ha dejado el día 12 de marzo de 2015 a los 78 años.
Me parece mentira que no pueda volver a hablar con ella. Próximamente teníamos planeado conocernos en persona, pero no va a poder ser posible, aunque al fin, creo que eso es lo de menos, lo principal ha sido poder disfrutar de su amistad, de sus palabras, de sus consejos y que haya sido una guía imposible de superar, pero sí de imitar.
Estoy con vosotros en vuestro dolor.
Nos queda seguir su estela. Ella nos mirará desde ese lugar donde van las almas llenas de amor.
Usted y yo tenemos una cita.
Sé que jamás se retrasó en la hora.
Tal vez pueda darme algo de tiempo
para mirar mi vida.
¿Podré volver la vista hasta mi patio?
Allí la madreselva era alegría,
su aroma resbalaba por los sueños
de mi sangre crecida.
Será muy puntual. Siempre lo ha sido.
Usted perdonará si me entretengo
y acaricio mis libros con ternura:
comprenda usted ¡son tantas horas juntos!
que así, partir, tan fríamente,
no me parece bien. Se quedan solos…
Luzmaría Jiménez Faro
Del libro Amados Ángeles
El día ha amanecido triste, nublado,
con sensaciones de abandono y melancolía, tal vez para estar en consonancia con
los sentimientos que experimento ahora después de conocer la noticia de la
desaparición, definitiva, de una gran amiga. Hace muy pocos días hablaba de
ella en TV Melilla con motivo de fallarse el XIV Premio Internacional de Relato
corto “Encarna León”. Y hablaba de ella al preguntarme, la presentadora del
programa, el porqué de mi nombre en el citado certamen. Le conté la historia,
que no voy a repetir aquí. Le comuniqué que propuse, hace catorce años, que el
premio llevara el nombre de Luz María Jiménez Faro, mujer de gran valía a todos
los niveles y una luchadora incansable en el campo de la literatura femenina.
He hecho una pausa en estas
reflexiones al recordar que, hace tiempo, escribí un artículo sobre ella con
motivo de un congreso de poetas celebrado en Córdoba, al que Luzmaría (así escribía
su nombre) no asistió y yo la eché en falta en aquellas jornadas.
Todo lo que digo en ese trabajo
sobre ella, se ha multiplicado a través de los años: su trabajo, ilusiones,
entrega, colecciones de libros,
investigaciones, su producción literaria propia y el amor por todos los
suyos. Lo ofrezco a continuación como homenaje a quien tanto quise y admiré. Es
curioso observar cómo aquel día de 1998, cuando le dedicaba el artículo, tenía
las mismas características climáticas que hoy.
Mi primer libro, con prólogo de
Miguel Fernández, Este caudal de mis
palabras mudas, salió publicado en su editorial en el año 1984 y ella,
Luzmaría, me animó a seguir escribiendo. Muchas gracias Luz, descansa en paz.
ÉRASE UNA LUZ ESPECIAL (Septiembre,
1998)
La tarde parece estallar de
luminosidad blanquecina, hoy no hay dorados mediterráneos, es un blancor de
luna que a lo lejos se presenta algo
grisáceo, todo camina hacia un atardecer lleno de frescor. Es el final del
verano y un otoño incipiente empuja seguro haciéndose presente. Esa luz me trae
a la memoria otra Luz más personal, más viva, más íntima, más palpable. Una Luz
generosa, inquieta, volcada en un hermoso quehacer, el de la investigación y
estudio de la literatura femenina. La
Luz que iluminó, sin vacilar, el difícil camino de muchas poetas españolas y
otras de habla hispana. Ella, Luz María Jiménez Faro, que desde hace más de una
docena de años, renunció a su trabajo profesional para dedicarse por entero a
una gran labor literaria a través de su ya reconocida y consagrada Editorial
Torremozas.
En la primavera pasada finalicé una
serie de artículos, producto de unas reflexiones sobre el II ENCUENTRO NACIONAL
DE POETAS ESPAÑOLAS, celebrado en Octubre de 1997 en esa ciudad llena también
de embrujo e historia como es Córdoba. Y digo también, porque cuando hablo o
escribo de embrujos, la silueta de mi Al-Hambra granadina me embarga y me llena
de imágenes imborrables. Aquellos artículos, aquellas crónicas, quedaron
inconclusas, pero ya apostillé, entonces, que hablaría en otra ocasión de una
persona a la que llamé ‘la gran ausente’. Hoy se hace presente con nombre
propio: Luzmaría.
Juana Castro, en un artículo
publicado en Cuadernos del Sur (Diario Córdoba) del 30 de Julio pasado decía:
"Primero fue Luzmaría. Luego vinieron otras modas y modos, y a ese carro
se apuntaron editoriales y antólogos, más que nada para hacer su agosto". Llevaba
razón Castro con esta afirmación y me hizo recordar mis primeros contactos
literarios con Luz allá por el comienzo de los ochenta. Desde entonces, esta
mujer ha sido y sigue incansable en su labor de investigar, promocionar,
rescatar nombres para la Literatura que permanecieron en el olvido, y de
acompañar y traer al panorama literario nacional e internacional a muchísimas
autoras.
Ella escribió y habló de Emily
Dickinson, de Delmira Agustini, las Brönte, Carolina Coronado, pasando por
Dulce María Loynaz, Carmen Conde, Ernestina de Champourcin para llegar hasta
Gloria Fuertes, Ana Rossetti, Isabel Abad y un listado interminable. Muchas
autoras, que gozan hoy de una brillante
trayectoria literaria, publicaron sus primeros poemas en la Ed. Torremozas de
la mano de Luzmaría Jiménez. Entre las colecciones que edita con un gusto
exquisito figura una, la primera, que lleva el mismo nombre que la propia
editorial, Colección Torremozas de Poesía, sacó su primer número en 1982, con
el título de "Poemas" (Primera selección de Nuevas Voces) donde, en
esa labor de promocionar y descubrir nuevas autoras, figuraban los nombres de
Lola Dean, Pilar Monzón, Amaranta Ortega (Mª Antonia Ortega ya consagrada) y Mª
del Carmen Tobajas. En estos días me llega el ejemplar nº138 con la obra de la
gallega Pura Vázquez. (Hoy, 14-03-2015, la colección ha alcanzado el número
288).
Nunca lo comenté con la editora pero
he de decir que hubo un poeta, amigo común, que se sorprendió cuando la
colección alcanzó el nº20 y entonces se aventuró a afirmar que sería un milagro
si llegaba al nº50. La evidencia no necesita explicaciones.
Pero dejemos de comentar y elogiar a
la editorial en sí y hablemos de ella, de la editora y poeta. ¿Quién es
Luzmaría Jiménez Faro?
Sencillamente una madrileña que vive entre versos y para los versos,
también para la narrativa. Mujer emprendedora, volcada siempre en su trabajo,
de carácter dulce y con un encanto especial que transmite a través de su
sonrisa constante y su voz. Siempre tiene proyectos por realizar, a cual más
hermoso y grande. Viaja, al ser requerida, a Europa y América, sus colecciones
y trabajos han traspasado los límites nacionales llegando, incluso, hasta
Australia y Japón. Creó el Premio "Carmen Conde" de poesía y el
"Ana María Matute" de relatos.
Aunque su labor siempre se perfila
hacia los demás, ella es una excelente poeta que tiene en su haber los
siguientes títulos: "Por un cálido sendero" (1978), "Cuarto de
estar" (1980), "Sé que vivo" (1984), "Letanía doméstica
para mujeres enamoradas" (1986), "Bolero" (1993), "Lugar de
la memoria" (1996) y "Amados ángeles" (1997) pasando por las
Antologías, "Panorama Antológico de Poetisas Españolas" (siglos XV al
XX) (1987), "Antología Poética de Ernestina de Champourcin" (1988),
"Breviario del deseo. Poesía erótica escrita por mujeres" (1989),
"...Y vamos haciendo camino" (1993), "Mujeres y café"
(1995) y "Poetisas Españolas. Antología General" (varios tomos).
Además cuenta con estudios realizados sobre Carolina Coronado (1983) en
colaboración con su marido, el también poeta, Antonio Porpetta y sobre
"Delmira Agustini, manantial de la brasa” (1990).
Ha sido justo traer aquí y completar
estas crónicas con un esbozo de esta extraordinaria persona, amiga, poeta y
editora que fue la primera en identificarse en nuestro país con el quehacer
poético de tantas mujeres, que hubiesen quedado en el anonimato o aparecido
tardíamente en el panorama literario español.
Es Luzmaría Jiménez Faro quien se
alza con este honor y así lo reconocemos públicamente todas las que sabemos de
su interés y constancia con las mujeres que escriben. No pudo estar en el II
Encuentro Nacional de Poetas Españolas porque se encontraba, por esas fechas,
divulgando la poesía femenina por tierras europeas, concretamente en Bulgaria.
Se le echó de menos, su palabra
hubiese sido acertada y oportuna en aquellas jornadas cordobesas. Juana Castro,
Coordinadora del Encuentro lamentó, ante el auditorio, su ausencia y tuvo un
recuerdo para ella, yo sentí enormemente no poder disfrutar de su presencia y
tuve que guardarme mi mejor abrazo para otra ocasión.
Como apunte final, unos versos bellísimos,
sentidos y de gran tono humano, de Luzmaría.
ÁNGEL DE LA
GUARDA
Será que se han dormido
los ángeles
custodios...
Será que en las favelas del Brasil
o en la ardiente Colombia no reclaman
los niños su dulce
compañía.
Será que en los países orientales
les obligan por unos pocos dólares
a vender su niñez y su sonrisa...
Será también que en África
los angelitos blancos y los negros
ante tanta desgracia sólo lloran:
huesos sin piel, ojos que no entienden,
abiertos ojos cegados al futuro...
Será que las niñitas de los mares calientes
apenas forma, soplo de mujer,
en las bocas desnudas y lascivas desmenuzan
su gastada inocencia.
Será que, como un juego,
israelitas y árabes colocan
fusiles en las manos de los niños
para que aprendan a matar
y maten.
Será que nuestros hijos
ya sólo saben respirar violencia,
y en sus pequeñas frentes
sólo hay flores marchitas
y sólo hostiles noches amurallan sus sueños...
Tenemos que enseñarles nuestra vieja oración:
Ángel de mi
guarda, dulce compañía,
no me dejes
solo ni de noche ni de día...
Si los ángeles custodios duermen,
contra su celestial indiferencia
levantemos las voces
para que, de una vez, despierten.
de "Amados Ángeles".
1997
Luz María Jiménez Faro
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Soledad Zurera
Inédito
Luz María Jiménez Faro
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UN
MAR EN LOS OJOS
“No puedo ver sino tus ojos,
tus azulados ojos de agua”
Hay un poema de Luzmaría
Jiménez Faro,
página 9, ediciones
Torremozas, serie Prímula,
en su libro CORIMBO, como un
pórtico hermoso.
Está dedicado a su marido
Antonio;
Pero ella no lo dice,
la grandeza del verso
consiste en sugerir lo que calla.
Imagino estar escrito una
tarde de agosto,
en vacaciones, ante un
paisaje marino,
propicio para el verso.
venida de la playa, una vez
despojada la sal;
embadurnada la piel en fresca
crema,
tras el reposo que depara el
descanso;
ya propicias las horas de la
siesta.
Ambos son adolescentes y no
ha transcurrido el tiempo.
Luzmaría acecha la mirada
clara de su esposo.
Es azul el ambiente en los
malecones de los puertos.
Ella misma lo confiesa:”ya
todo es ráfaga azulada”.
Una desde las páginas intuye
los ojos de Antonio,
transparentes y límpios,
igual que el agua que emana
de la acequia.
No son como los de los
hombres del Sur:
una sabe de qué color son los
ojos de los hombres del Sur.
Una piensa en los ojos de los
hombres del Sur
y en Antonio, como una
sensación muy límpida.
Los ojos de Antonio y sus
amplias connotaciones.
Y en Luzmaría, también en
Luzmaría.
Y una no puede ver sino unos
ojos,
unos ojos negros de noche. Soledad Zurera
Inédito
horrible noticia. D.E.P. mi más sentido pésame, un fuerte abrazo, amiga Paloma.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Antonio.
ResponderEliminarLa poesía está de luto.
Pude conocerla hace muchos años. Hizo mucho por la poesía. Siempre en mí, Luzmaría
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