sábado, 6 de agosto de 2016

CENTÓN CON VERSOS DE PALOMA FERNÁNDEZ GOMÁ 
Estudio realizado  por el  profesor Antonio García Velasco 
(publicado en la revista digital de Literatura y Crítica Literaria "Papel Literario" )


Digresión inicial

Existen tendencias críticas tan variadas como bien clasificadas. Pero ni voy a enumerarlas ahora –que ya las tengo comentadas a propósito de más de una publicación- ni voy a encuadrar mi artículo en ninguna de ellas. Ni siquiera en la llamada crítica artística, en la que el autor vuelca su modo de sentir ante la creación poética que ha leído y degustado, haciendo una nueva creación literaria, una creación provocada por la creación. Juan Ramón Jiménez, por ejemplo, practicó este género y nos dejó páginas con gran valor lírico. Anatole France afirmaba defendiendo esta tendencia que “es buen crítico el que cuenta las aventuras de su alma en el seno de las obras maestras”. Hoy se diría que el crítico impresionista, o sea, el que escribe siguiendo esta modalidad, lo que en realidad hace es tomar el poema, el libro como pretexto para expresar un parecer, un sentir que bien poco “ilumina” al lector sobre si debe buscar o no la obra “criticada”, o sobre en qué valores se sustenta. Y eso sin contar con que, a veces, los críticos consiguen una obra superior al texto que les inspira y, otras, caen en una palabrería vacua e inútil. Podemos buscar ejemplos en muchos prólogos o muchas introducciones a libros que se pidieron a un autor notable y, éste, por no negarse, solicita auxilio a las musas de la palabrería literaria y entona un “canto” en prosa pretendidamente poética que sólo demuestra el compromiso en el que se ha visto.

Introducción y propósito

Pero dejemos la digresión y vayamos al grano que nos ocupa: he emprendido una especie de aventura crítica o de homenajes consistente en acercarme a un libro de poemas o a una antología de obra poética por medio de un divertido juego literario: el centón de generación aleatoria. ¿Qué puede revelarnos un centón sobre el autor o autora del que toman sus versos? Puede que nada –y entonces jugamos sin otras pretensiones. O puede que mucho –así ocurrió con un anterior centón homenaje a Juan Manuel González-, ya que, según la lectura que hagamos del mismo y, partiendo, por supuesto, del conocimiento de la obra del poeta, cabe la posibilidad de que se pongan en evidencia tanto sus aciertos como sus faltas. De cualquier forma, los centones que me ofrece Hescrea –ya he hablado de esta herramienta de escritura creativa- constituyen una hilarante manera de jugar con la literatura, homenajear al autor del que se parte, recordar el modo de la creación dadaísta o/y surrealista, abrir la mente y la sensibilidad lírica ante las combinaciones del azar y, a veces, hasta leer verdaderas combinaciones de indiscutible calidad o absurdo.

Autora, versos y centón

En el 2007, Paloma Fernández Gomá publica Ángeles del desierto (colección Ancha del Carmen, Ayuntamiento de Málaga, dirección de José García Pérez). Recibo el libro en el 2008, con dedicatoria de su autora. Entre tantos asuntos pendientes, hablar de esta obra. Y lo hago ahora valiéndome de un centón con sus versos.
Tomo, pues, cuatro poemas del libro y los someto a los algoritmos de Hescrea. El resultado es el siguiente:

 ÁNGELES DEL DESIERTO DEL CERCANO ORIENTE

Viviendo sus poros el anhelo de la espera,
en el flujo de las corrientes,
esparciendo la fruta del sustento,
reposan las ausencias.

Entre las olas se augura el dolor,
la última quimera
en el flujo de las corrientes.

Fue trasladada por ángeles
en cierto vuelo,
así, fue derramada la púrpura de la opulencia.

Los presagios vacían las lindes.

En el fulgor de las estrellas,
Alejandría hubo de trasladar su imagen,
fijar su aliento
sin reparar en la inerte hostilidad.

El ámbar se nutre de luz
allí donde las estrellas son venero que
derrama todas las sombras.

Los presagios vacían las lindes.

Salpicando sobre la arena
desde Estambul hubieron de partir navíos,
acantilado de silencio,

cabalgarán los jinetes de la arena
vaticinando hallar vidrios de destello.
más allá del ritmo del agua.

Los presagios vacían las lindes
y dejan su huella en los surcos;
así, fue derramada la púrpura de la opulencia,
preludio del lastre de las sirenas.

Abandonado quedó el empuje.


Comentario

He corregido sólo signos de puntuación; mayúsculas o minúsculas, según correspondieran en consecuencia con tal puntuación, y alguna que otra partícula –preposición, conjunción o determinativo. Después de la lectura y valoración, he sometido el resultado al algoritmo del recuento silábico para apreciar su métrica: el número total de versos es 30, que se distribuyen de la siguiente manera:

Versos de 5 sílabas: 2
Versos de 6 sílabas: 1
Versos de 7 sílabas: 1
Versos de 8 sílabas: 3
Versos de 9 sílabas: 7
Versos de 10 sílabas: 4
Versos de 11 sílabas: 3
Versos de 12 sílabas: 3
Versos de 13 sílabas: 2
Versos de 14 sílabas: 2
Versos de 16 sílabas: 2

He de decir que nos refleja –más o menos pálidamente- los tipos de versos que emplea Paloma en su libro. De hecho, una muestra de 172 de sus versos nos da el siguiente resultado:

Versos de 2 sílabas: 1
Versos de 3 sílabas: 2
Versos de 4 sílabas: 4
Versos de 5 sílabas: 8
Versos de 6 sílabas: 14
Versos de 7 sílabas: 19
Versos de 8 sílabas: 24
Versos de 9 sílabas: 22
Versos de 10 sílabas: 31
Versos de 11 sílabas: 21
Versos de 12 sílabas: 11
Versos de 13 sílabas: 7
Versos de 14 sílabas: 5
Versos de 15 sílabas: 3
Versos de 16 sílabas: 1

Tanto en un caso como en otro –centón y muestra-, podemos observar las oscilaciones métricas: no se centra la autora en un ritmo concreto -7 y 11 sílabas, por ejemplo, 8 sílabas, 6…- sino que se deja llevar por el fluir expresivo sin excesiva preocupación por la fijación métrica. A veces, el juego por conseguir un ritmo, con independencia de la regularidad métrica, queda de manifiesto, como en el siguiente ejemplo:

En aquel reflejo se auspiciaba el mar   13 12
quedando distante la cadencia   10 10
    de hojas,   3 2
            de luz quebrada,  5 5
                   de vientre desalentado,   8 8
de légamo.  4 3

(El primer número refleja las sílabas reales, el segundo, las métricas). El primer verso, con sus doce sílabas parece marcar el tono, que continuaría con la unión del segundo (10 sílabas, más el tercero, dos sílabas) y aun podría seguir mediante una pequeña modificación: uniendo el cuarto y quinto. Pero la autora ha preferido basar el ritmo en la anáfora enumerativa “de hojas, / de luz quebrada, / de vientre desalentado, / de légamo”. También podríamos hablar de versos libres, con lo cual sobrarían todas las consideraciones sobre la irregularidad métrica.

Final

Y volvamos a nuestro centón. El título recoge no sólo el del libro sino también un tema muy frecuente en la autora: el cercano oriente, el norte de África, el mundo magrebí y, en general, musulmán. El poema resultante posee tonos oscuros, si se me apura, trágicos: en el libro de Paloma encontramos naufragios, desembarcos de muerte, panoramas humanos de dolor que harán decir a la autora: “Tendamos la palabra / para estrechar horizontes / hasta hacer brotar el manantial de la razón, / que las manos trencen la red del verso / donde habite una luminaria de paz, / un Estrecho de esperanza / donde haya de germinar la vida”. Por otra parte, también en el centón ha aparecido Alejandría y Estambul, el mar y la arena, el dolor y las carencias, paradigmas de su obra poética.
Lucha Paloma Fernández Gomá por el acercamiento de los pueblos –la revista que fundara y que dirige “Tres orillas” es una prueba fehaciente- y de las personas (militancia en la Asociación de mujeres progresistas Victoria Kent). Sus versos ponen de manifiesto sus preocupaciones humanas y sociales. El centón, reitero, no está lejano –ni en tono, ni en temática- de la obra de la autora. Podríamos comentarlo más extensamente en otra ocasión.


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