miércoles, 2 de enero de 2013


En este  mundo que vivimos donde el materialismo todo lo inunda y los  valores tienen una escala bastante distinta de la que a muchos nos  gustaría. Cuando  llega  un artículo como  el que hace unos  días recibí de mi buen amigo Fernando  de Ágreda;  no  puedo  más que congratularme y publicarlo llena de gozo. Realmente es poco corriente en estos  tiempos hablar de  un Premio a la Amistad, pero creo que es una  gran idea o al menos  una sugerencia que no   puede pasar desapercibida y que nos debe hacer pensar. Yo quiero presentarme  al  Premio de la   Amistad,  es un premio  sin remuneración económica y que no te  va a  dar  nombre o  reconocimiento social ni literario; sí te dará paz  interior y la enorme  satisfacción personal  de reivindicar la Amistad,  un  bien  escaso, que es muy difícil de encontrar,  tiende a desaparecer, como si de una  especie protegida o en riesgo de extinción  se tratara, por eso  hay que tratar  de  protegerla  a toda  costa.







L A A M I S T A D

¿Habrá un premio a la AMISTAD?

Quizá si, o quizá no. Lo que importa es haber conocido ese sentimiento que tan raro y difícil parece resultar (en estos tiempos más)...Y yo quisiera presentar mi candidatura: en los malos momentos es cuando se conoce a los verdaderos amigos: “Ríe y reirás con todos, llora y llorarás sólo”, dice uno de tantos refranes.

Recientemente viajé a Marruecos para participar en el festival de “Larache en el Mundo”, que organiza con tanto entusiasmo Sergio Barce, con su propia familia, otros amigos y algunos antiguos larachenses.

Como en otros encuentros fue ocasión de saludar a algunos profesores marroquíes y españoles a los que ya conocía de hace tiempo.

Eran días de tristes noticias: la guerra israelí desencadenada en el Líbano; todos nos sentíamos unidos por deseos de PAZ y concordia...Desde aquella luminosa ciudad del Atlántico queríamos unir nuestras voces para proclamar la esperanza de una parte. Y de otra la de recuperar el legado cultural, el patrimonio artístico de la ciudad de Larache, tan injustamente olvidado hoy en día.

Pero volvamos al enunciado de este artículo: pensábamos que aquel viaje sería una buena ocasión para conocer y acercarnos a la que fue capital de la antigua zona del Protectorado español, es decir a Tetuán. Allí conservamos buenos amigos y tantos recuerdos y añoramos la proximidad del contacto en una nueva visita, el abrazo fraternal.

El plan previsto no fue favorable debido a un malentendido bastante extraño que no quisiera rememorar ahora. Cambiaron las circunstancias y nos veíamos apurados al no encontrar alguna habitación disponible en los hoteles de la ciudad. Las fechas coincidían con las vacaciones estivales y se producía un lleno total en la zona céntrica de la ciudad.

Preocupados e intranquilos, recurrimos a nuestros amigos que en algunos casos estaban pasando las vacaciones en Rio

Así encontramos a Mohamed ANAKAR – al que habíamos saludado en Larache días antes- que nos acompañó en la incierta búsqueda. Y fuimos a dar con el último recurso: el hotel (mejor sería decir “una mala pensión”) Marina, a la salida de la ciudad. Y sin embargo nos parece por un momento que se transforma en el Hotel Palace o en el Ritz dado los apuros que habíamos pasado.

Anakar se convierte en nuestro ángel de la guarda y llega puntual a rescatarnos cada día para salir (de aquel antro) de excursión, a la montaña una vez, a la “Torreta” para sentarnos en la terraza y admirar el paisaje inmenso de la ciudad tomando un buen vaso de té; otra vez para pasear por las céntricas calles de la ciudad, tras aparcar en la zona acostumbrada.

Hablar con Mohamed Anakar es disfrutar de una amabilidad acendrada y nos hace sentir la proverbial hospitalidad que se ha hecho proverbial en aquella tierra. Se muestra atento a nuestros deseos y no deja de emocionarnos su actitud tan generosa, más admirable en los tiempos que corren y especialmente en nuestras circunstancias. Nos conmueve el recuerdo de su disponibilidad, esa proximidad del auténtico AMIGO que se hace cargo de la situación de abandono en que nos hallamos.

Nombrar a Anakar – que podría ser “Ana qalb” en un juego de palabras que intenta reflejar el gran corazón y la humanidad de este hombre – es recuperar la esperanza y la imagen de un Ángel de la guarda que refleja su semblante sereno y afable..

Mohamed Anakar es una figura en el mundo cultural marroquí aunque su modestia parezca ignorarlo: ha publicado varios libros empezando por su tesis doctoral: “”La estructura de la imagen en la novela colonialista: la imagen de Marruecos en la novela española”, en árabe: Bina` al-sura fi-l-riwaya al-isti´mariyya. Surat al-Magrib fi-l-riwaya al-isbaniyya, leída en la Facultad de Letras de Rabat, dirigida por el buen profesor que es el Dr. Mohamed Serghini, el 26 de junio de 1992. Fue publicada en 1994 y tiene 264 páginas.

Anakar ha publicado además obras narrativas como la colección de relatos titulada “Mu`nis al-´alil” (El compañero del enfermo), de 2003; la novela “Al-Misri”(El egipcio), y, recientemente, tres libros de cuentos para niños en la colección “Al-hamama al-baydá” (La blanca paloma): textos asequibles para niños (de 8 a 12 años) con letra clara, vocalizados para facilitar se lectura y graciosos dibujos en pocas páginas: “Hulum al-uryuha” (Los sueños del columpio), “Al-Kutkutu al-rumi” (El pollito rumí) y “Al-hatif lahu dira ´an” (El teléfono tiene dos brazos).
                                                                                      Fernando  de Ágreda            
Fernando  de Ágreda junto a Mohamed Anakar, en su reciente visita a Tetuán. Una amistad que perdura y se mantiene viva es  un don. Mis felicitaciones a los dos.

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